Fallece a los 73 años Pau Riba, el eterno inconformista

Lo cierto es que en esos LP's seminales el artista ya hacía valer sus credenciales: guitarra eléctrica, psicodelia (desatada por el LSD) y letras igualmente ácidas contra el modelo de familia burguesa, católica y biempensante. En definitiva, un ataque directo contra los clanes como el suyo. Por vía paterna, era nieto de los poetas Carles Riba y Clementina Arderiu; mientras que por parte de madre, también aprendió mucho de su abuelo Pau Romeva, pedagogo, diputado y fundador de Unió Democràtica de Catalunya.

De su estirpe, el joven Pau Tiba solo heredó la pasión por la lírica, los clásicos y las etimologías. Su debilidad por las lenguas clásicas, no obstante, le trajo más de un problema: en 1978, como organizador del festival Canet Rock, en la comarca barcelonesa del Maresme, lanzó un cartel con la imagen de la Virgen María y un lema en latín. La gramática era correcta, pero el contenido no gustó nada a las autoridades. Fue tachado de blasfemo y tuvo que pagar 500.000 pesetas por la estampa y un eslogan que decía 'contrita contradictio, virgo inseminanda' (culminada la contradicción, inseminemos a la virgen).

En cuanto podía, se salía del redil. De ahí que no dudara en asomarse a la industria musical. Quería soltar a los cuatro vientos lo que sentía y lo que le daba la gana. Sin medias tintas. Había estudiado diseño gráfico y, al principio, se ganaba la vida maquetando las portadas de los discos de Lluís Llach, Guillermina Motta y María del Mar Bonet en el sello Concèntric, el mismo que editó a mediados de los 60 su primer EP de tres canciones ('Taxista!', 'El matí de Sant Esteve' y 'Aquest carrer m'és prohibit').

En su primera época quiso entrar a formar parte de los 'Els Setze Jutges', que lideraba Lluís Llach, pero no le dieron la más mínima oportunidad. Lo que se llevaba era la 'chanson' francesa y a Pau Riba le tiraban los ritmos populares de Estados Unidos. Fundó entonces el Grupo Folk con amigos como Jaume Sisa y Oriol Tramvia. Duraron solo dos años, pero ya no había marcha atrás. Participó en todas las ediciones del Festival Canet Rock -en cierta ocasión ataviado con bragas y deportivas blancas- y se consolidó como un referente de la escena alternativa.

En los años 80 estuvo ausente del candelero, pero en la siguiente década se desquitó. Entre otros trabajos, sacó 'Disc dur', con la colaboración de artistas como Kiko Veneno, Raimundo Amador y Juan Perro; en 'De Riba a Riba' musicó versos de su abuelos; y en 1997 se alió con sus hijos Pauet y Caïm para sacar adelante el álbum 'Cosmossoma'. En 2008 acertó de lleno con 'Virus Laics', una recopilación de directos que acabó de estrechar sus lazos con el gran público.

Entre concierto y concierto, también participó en películas como 'El baile del pato', 'Bajarse al moro' y 'Salvador'. En 2011 protagonizó, además, un documental de Isaki Lacuesta y recientemente encontró tiempo para escribir y publicar 'Història de l'univers', un trabajo en el que reflexionaba sobre la pequeñez del ser humano entre los cuerpos celestes.