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Óscar Cubillo
Domingo, 23 de septiembre 2018, 14:20
Tav Falco, profesional del bajo presupuesto, artista polifacético (escritor, cineasta, fotógrafo, cantante…), personaje de culto (o sea que le conoce una minoría especializada que le profesa devoción) y también maldito (por ejemplo va poca gente a sus conciertos, en el caso que nos ocupa la ... mitad respecto a su anterior visita de hace un año al Satélite T, para pasmo del promotor), empezó 55 minutos después de la hora indicada su concierto del sábado noche en la sala Azkena, donde en 89 minutos desgranó un repertorio de 18 canciones tan variadas que a la fuerza cursó con altibajos y a la larga menguante, lo cual se notó en que muchos espectadores abandonaron las primeras filas porque ya no les picaba tanto la curiosidad.
En cuarteto, al frente de sus actuales The Panther Burns que son tres músicos italianos (también eran italianos los dos roqueros moteros que la víspera en el mismo Azkena escoltaron al afrobluesman Alvin Youngblood Hart), Tav Falco (Gustavo Antonio Falco, Filadelfia, 1945), nacido en el seno de una familia italoamericana, hecho artista en Memphis y hoy vecino de Viena, apareció elegantísimo en escena: zapatos dorados, chaqueta de satén, frondoso cabello teñido con el que se podría peinar tupé a los 73 años y rostro pálido con colorete que le asemejaba a un vampiro. Tav ejerció de personaje, se colgó una guitarra Hofner con forma de violín y bailó a menudo dejándose ver, al principio en plan Elvis y luego cual tanguero (al acabar 'Drop Your Mask' algunos le llamaron torero), desperdigó tres recitados teatrales sobre fondos musicales, cedió la dirección a su guitarrista Mario Monterosso (incluso el siempre parco Hendrik Roever ha elogiado su toque a la Grestch), en una ocasión calificó de 'music lovers / amantes de la música' a los escasos parroquianos, exigió más luz en escena, y un par de veces anunció que vendería libros y discos al acabar el show.
El show del afectado Falco estuvo plagado de versiones a su bola. Su banda en trío arrancó con 8 minutos de instrumental surfero y él entró en una rumbera revisión del 'Funnel Of Love' de Wanda Jackson. Incidió en la fantasmagoría de Nueva Orleans la cinematográfica 'About Marie Laveau', pellizcó el rockabilly en 'Where The Rio De Rosa Flows' de Jimmy Lloyd, y regresó a la exótica en 'Sway' (famosa por Dean Martin, entre otros, e inspirada en el bolero-mambo '¿Quién será?' de Luis Demetrio, a quien esta misma semana otro maldito como Corcobado revisitó por partida doble en la Sala BBK). Además Falco facturó blues lúgubre a lo Cramps en 'Make Me Know You're Mine', hizo el mentado tango 'Drop Your Mask', le inyectó rockabilly al 'Me & My Chauffeur Blues' de Memphis Minnie (esta la empezó peinándose y fue otra en las que danzó dejándose ver), enchufó al público en el 'Bangkok' de su viejo camarada el difunto Alex Chilton (¡un Panther Burns original, otro mito de Memphis, ex The Box Tops!) e insufló un lapso discotequero al cramposo 'Jungle Fever' de Charlie Feathers, antes de despedirse con una novedosa pieza velvetiana, 'New World Order Blues', cuando bajó entre el público para abrazar y bailar con la cantante local Jackie Revlon, fan fatal de Falco ella.
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