La duodécima edición del congreso musical BIME (en sus orígenes el nombre era un acrónimo de Bizkaia International Music Experience, debido a la subvención de la diputación, pero ahora el proyecto lo patrocina el ayuntamiento) ofrece una ochentena de conciertos (la mayoría con entrada libre) entre el martes 29 y el viernes 1 de noviembre, además de charlas, presentaciones, etc.
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El martes, antes de la salida del último metro (con la pandemia se eliminaron los dos autobuses nocturnos por la margen derecha que tan buen servicio daban a tantos trabajadores: al que suscribe, a bastantes camareros, a numerosos currelas asiáticos…; ¿nadie va a impulsar un Change.Org para que repongan el servicio?), pudimos ver 8 de las 29 actuaciones que se montaban en 9 salas. Entramos en cuatro locales, Stage Live, Dock, Crystal y Stage Live, donde vimos el único concierto completo de la jornada, el de los bilbaínos EzEzEz, de unos 11 temas en 47 minutos con la sala llena.
Fue un concierto muy descarado, juvenil (en el escenario y en las primeras filas de la Stage Live), muy festivo en vertiente dadaísta, y moderno y actual, aunque paradójicamente sus raíces, o más bien cimientos, se asientan en los años 80, pues de ningún otro sitio proviene lo que hoy llaman post-funk o post-punk y antaño era el after-punk.
En cuarteto a dos guitarras, en quinteto cuando intervino esporádicamente el trompetista (primero convencional, luego narcótico, al final free), con su líder con la cara pintada y vistiendo un pantalón de chándal de Brasil (en las primeras filas había un chaval con la camiseta de Kaká en la selección brasileira), bajo unas luces horribles, nefastas, para pedir que te devolvieran el dinero si hubiera habido que pagar (una prueba: en el epílogo tuvimos al cantante a un metro de distancia, le hicimos una foto con el pulso firme, ¡y no se le distinguía en la sombras!), EzEzEz mostraron un repertorio fragmentado y asaz variado, una montaña rusa de emociones (desde la bajona narcótica hasta la euforia de la edad temprana, y vuelta a empezar) que arrancaron bien sin más y que acabaron liándola parda de modo contagioso y generando pogo en esas primeras filas.
Podríamos decir que muchas canciones nos recordaron a Idles, Delirium Tremens y Fermín Muguruza, los tres en una, aunque hubo más. Con la actitud escénica de Alcalá Norte, NoNoNo abrieron resonando a Polanski y El Ardor entre los distintos cachitos (parece ser que era la canción 'Dariokdio'), rularon sincopados más como The Fall que como Shellac ('Arrantzalemarinero' -sic-, muy Delirium Tremes también), rebajaron el brutalismo rapeado de Idles con mantos de melodías vía Pixies ('Etxetxo'), un híbrido sin aditivos entre los Talking Heads y los Rolling Stones fue 'Dutxita'...
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Y EzEzEz prosiguieron asimilando ingredientes de los RHCP, de la no-wave, de Pi L.T., de la Velvet Underground ('Txakurtxo', con su introducción en inglés entonada por el guitarrista solista, vestido con falda: ¡'Believe' de Cher!), de los Derribos Arias del donostiarra Poch ('Monster'), y para acabar dispararon unos tres trallazos o así (recuerden que eso del martes fue una montaña rusa) que incluso embrutecieron a los Strokes (el adiós con 'EzEzEz' y más pogo de los más fans).
Hoy miércoles, segunda jornada de las cuatro del 12º BIME, habrá otras 29 actuaciones. Esta vez en diez salas, una más que el martes.
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