«Hay que evitar que la fama te convierta en una estatua»

De un tiempo a esta parte, lo mismo colabora con músicos jóvenes y urbanos como C. Tangana y la israelí Noga Erez que incluye un tema orquestado por el compositor vasco Fernando Velázquez en su último álbum. « Fue un privilegio trabajar de nuevo con él. Tiene una capacidad de trabajo y un control de la orquesta increíbles. Llegó al final del proyecto y cambió la dirección del disco... Estoy muy, muy feliz de que le hayan dado un Grammy al Mejor Arreglo por 'El plan maestro'». Es una de las muchas canciones que este domingo se podrán escuchar en directo en el Teatro Arriaga. El cantautor se presenta este domingo en el escenario bilbaíno con una banda de seis colegas - entre ellos, el batería getxotarra Borja Barrueta- que sabrán crear el ambiente hipnótico y liberador que seduce a los muchos seguidores que tiene Jorge Drexler a ambas orillas del 'charco'.

Susurrante, nada histérico ni efectista, es un hombre discreto dentro y fuera de los escenarios. «Nunca he querido convertirme en un personaje. Intento ser lo más abierto posible y aprendo de todo el mundo. Rehuyo las etiquetas, es más, ni siquiera me gusta la de cantautor. Es un vocablo muy feo. La conjunción de esas dos palabras, esas dos vocales en medio... Pero más allá de la estética de la palabra, me produce rechazo la idea de superioridad de un género sobre otro. Ya sabe, esa obsesión por dar preponderancia a la canción de autor y al rol histórico y de conciencia. Por lo que a mí respecta, en cuanto veo que un grupo humano se arroga la clarividencia, ya me saltan las alarmas. Me vuelvo enseguida desconfiado. Y esto me sucede tanto en el mundo de la música como en la política. No me gusta nada que los partidos políticos manipulen la percepción de la realidad para aparecer como héroes contra todos los males de este mundo. Ese grado de alucinación me parece incompatible con el servicio público».

- Llama la atención que siempre se quite importancia...

- Todo sea para evitar que la fama me convierta en una estatua. He visto a muchos que se han quedado petrificados. No hay nada peor para un artista que estancarse. He visto demasiados casos de músicos convertidos en estatuas. No me gusta nada lo lapidario. Yo no escribo nada en piedra.

- Sin embargo, habrá algo que defienda sobre todas las cosas. ¿Qué es lo más serio para usted en esta vida?

- ¡Guaaaau! Estamos profundizando mucho. Nos estamos abriendo a la trascendencia.

- Sin complejos. No he dormido en toda la noche por los corticoides que estoy tomando para una inflamación de oído. Como otorrino, me entenderá.

- Aaah. Está usted en un estado de conciencia alterada. Interesante, interesante. Aproveche el momento, se lo digo en serio, y sobre todo no tome café para luego dormir bien. Y, sí, respondiendo a su pregunta, debo decirle que para mí, lo fundamental, lo más serio, es ampliar el círculo empático. Salir de uno mismo, del grupo familiar, del clan, del género, del país, del idioma, de la cultura, de la época, de la generación, de la especie, del mundo animal... ¡Somos parte del todo! La raíz de todos nuestros problemas está en la tendencia contraria. No somos un grupo selecto de nada. La biosfera también somos nosotros.

Hijo de una descendiente de asturianos y de un judío alemán que emigró a Sudamérica en la II Guerra Mundial, en el carácter de Drexler hay mucho humor, pragmatismo y una gran capacidad de abstracción. Educado en la tradición hebrea, tiene un concepto de Dios panteísta al estilo de Baruch Spinoza. El Todopoderoso y la Naturaleza son una unidad y nosotros formamos parte de ella. «Siempre he sido un lector voraz. En estos momentos estoy entusiasmado con un libro maravilloso, 'La civilización empática', de Jeremy Rifkin. Entre otras cosas, plantea la paradoja de que actualmente, cuando la conciencia biosférica ya se ha hecho tan presente en la sociedad, no tenemos la certeza de que vayamos a llegar a tiempo de salvar el planeta».

Aun así, él insiste en que es optimista, «porque avanzamos tres pasos y retrocedemos uno». El gran triunfador de los Grammy Latinos ve el progreso como «una danza en la que más vale no ignorar a los que tienen miedo a los cambios, no hay que imponerlos sin más ni más». Igual que en la música, Drexler apuesta por tomar nota de todo y escuchar sin prejuicios. El baile siempre está abierto.