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Un año antes de su nacimiento, en China estaba prohibido escuchar música clásica. Era un elemento de la cultura occidental que convertía a quien la ... disfrutaba en enemigo del pueblo. Eso cambió casi de la noche a la mañana. «Mi padre, que era compositor de obras para la televisión, me decía que de pronto se podía salir a la calle sosteniendo con una mano un disco de los Rolling Stones y con una partitura de 'La consagración de la primavera' en la otra».
Zhou Tian recibió su primera formación musical en China, y a los 19 años se trasladó a EE UU, donde la completó en el Instituto Curtis de Filadelfia y la Juilliard School de Nueva York. El resultado de esa trayectoria es una obra que, como él mismo asegura en declaraciones a EL CORREO, es una mezcla de música oriental y occidental en la que es difícil separar ambas influencias. Porque, como explica, creció en la férrea disciplina de aprender a tocar al piano las partituras de Beethoven, Brahms y otros mientras en el estudio de su padre escuchaba la música que en ese momento era más popular en su país. Una de sus obras más célebres es el Concierto para Orquesta, que Euskadiko Orkestra estrena ahora en Europa, en conciertos mañana en Vitoria y el miércoles en Bilbao, bajo la dirección de Robert Treviño.
Esta obra fue escrita para responder a una petición de la Sinfónica de Cincinnati y su director, Louis Langrée. El género del Concierto para Orquesta remite directamente a Bartók, y aunque hay otros célebres, como el de Lutoslawski, Zhou Tian incluyó en su partitura un pequeño homenaje al compositor húngaro.
La obra de Zhou Tian, que se ha trasladado al País Vasco para participar en actividades de la orquesta y Musikene, está en la mitad de un programa que comienza y termina con otras dos de Leonard Bernstein. Se trata de las 'Danzas sinfónicas' de 'West Side Story' y la Sinfonía Nº 2 'La edad de la ansiedad', inspirada en un poema de Auden. Esta última es en realidad más un concierto para piano que una sinfonía en sentido estricto. Yulianna Avdeeva, la pianista rusa que asume la parte solista, la relaciona con el Concierto Nº 1 de Brahms, pues son piezas en las que «el piano es un protagonista en diálogo con la orquesta, no compiten entre ellos».
A su juicio, la intención del compositor estadounidense no era escribir una pieza con gran carga de virtuosismo, sino hacer «un trabajo filosófico» con todos los instrumentos considerados como un conjunto.
Un conjunto que debe ser afinado por Robert Treviño, director titular de la formación, que se sube al podio en este programa. Así como Zhou Tian «representa una nueva generación de compositores estadounidenses» que hace una música muy diferente a la de Bernstein, este último «maneja toda la gama de emociones de las personas».
En cierto modo, sostiene Treviño, «es nuestro Mahler americano. Creo que probablemente se veía a sí mismo de esa manera». El paralelismo no acaba ahí, porque también Mahler era un gran director. Y cuando quien empuña la batuta también compone «sus partituras son más fáciles de dirigir porque quieren hacer la vida del director un poco menos difícil». Algo que sucede en estas dos obras, en las que hay una parte «muy íntima, casi vulnerable, que es claramente Bernstein». Es el camino que va de la ansiedad a la alegría desbordante del 'Mambo' de 'West Side Story'.
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