Leroy Sánchez, compositor vasco de 'SloMo': de su habitación en Abetxuko a Eurovisión

La «montaña rusa» en la que viaja este treintañero desde que 'SloMo' ganó el Benidorm Fest comenzó, en realidad, a girar cuando era un crío. Entonces, lenta, muy lenta. «Desde que era muy pequeño me quedaba embelesado con la música», cuenta Leroy. Le chiflaba 'Lluvia de estrellas', el mítico programa donde personas anónimas derrochaban voz caracterizadas como sus ídolos, y jamás podrá olvidar el impacto que le causó el 'Joyful, joyful' interpretado por Lauryn Hill en la película 'Sister Act 2'. «Guau», suelta al rescatar ese recuerdo. Mariola, una de las profesoras de música del vitoriano, ya avisó a sus padres de que el niño «tenía oído» pero ellos, limpiadora y carpintero, no podían asumir unos estudios en el conservatorio. El chico, sin embargo, se ató a su pasión con las cuerdas de una guitarra que había por casa y a la que sacó chispas en versión «autodidacta».

Leroy pasó por el coro del colegio, comenzó a escribir canciones, luego probó a cantarlas en su habitación... y, desde allí, con una cámara colocada sobre varios libros apilados, se coló en YouTube en plena adolescencia. «Me picaba el gusanillo de saber qué opinaría otra gente sobre lo que cantaba», reconoce. La repercusión «no fue inmediata» -en 2007, cuando empezó, la plataforma de vídeos era casi un bebé digital- aunque sus 'cover' de Beyoncé, Justin Bieber o Adele fueron con el tiempo un exitazo. Hoy acaricia los 4,4 millones de suscriptores en su canal, más de 850.000 seguidores en Instagram, cerca de 111.000 en Twitter... La carrera del de Abetxuko estalló en 2010 cuando un productor estadounidense lo descubrió en internet y, un año más tarde, se mudó a Florida. Ahora vive en Los Ángeles, donde le encanta «sudar un rato» en el gimnasio, meterse en una sala de cine o degustar nuevas comidas. «También me gusta mucho cocinar», comparte.

En su archivo personal cuenta con tres EP a su nombre y temas compuestos para Pitbull o NFK -Marc Anthony, Malú, Jennifer López o Becky G también han cantado sus temas en estudio- y en su maleta se suceden las pegatinas de los aeropuertos que recorre con giras por medio mundo. De Vitoria, donde alguna vez se ha plantado en la calle Dato con su guitarra, hasta Australia. Sin embargo, el sueño americano de Leroy a veces ha tenido algo de pesadilla: «Me he visto atrapado en contratos discográficos que al principio parecían muy atractivos pero que, en realidad, eran muy malos». Ni esos obstáculos han hecho a este artista abandonar la música y él, enchufado al positivismo, insiste en que disfruta de «una suerte tremendísima» de dedicarse a lo que le gusta. Sin amuletos, ni supersticiones, aunque, confiesa, «ahora entro en el escenario con el pie derecho, es algo que he cogido de Chanel».