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La verdad es que resulta un poco falaz argumentar que la huelga secundada por una buena parte de los músicos de la BOS se hace ... en «defensa de la institución y de la cultura en Bizkaia». Lo digo porque si de un lado sus instituciones rectoras -la Diputación y el Ayuntamiento- también podrían sostener en su defensa las mismas razones, de otro resulta indudable que una huelga planteada por cualquier sindicato o grupo de trabajadores, por supuesto legítima y protegida por la ley, tiene siempre como fin llegar a acuerdos sobre cambios laborales que mejoren sus condiciones de trabajo.
Obviamente, y al ser la BOS en su esencia la proveedora de un servicio público, se entiende igualmente que el conflicto laboral quiebra la estabilidad en su actividad e incide negativamente en su imagen y en la oferta cultural de su ámbito territorial, algo que afecta a todas las partes. En todo caso, quienes 'pagan el pato' en primera instancia no son otros que los espectadores y los abonados, por mucho que se les reembolse el importe de sus entradas o incluso a pesar de unos aplausos que pudieran hacer pensar en el respaldo popular a las reivindicaciones de los maestros.
Habrá que esperar un tiempo para conocer el peligroso efecto de estas cancelaciones sobre su demanda, pero las partes deberían poner las bases para solucionar el conflicto. Una pena, en fin, que la figura del arbitraje obligatorio sea una figura excepcional en nuestro ordenamiento, limitada a conflictos de larga duración y con graves consecuencias.
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