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Josu Olarte
Sábado, 21 de octubre 2023, 15:48
El ciclo Music Legends de la sala BBK mantiene su vocación clasicista con la presencia este domingo de Eliades Ochoa (Loma de la Avispa, 1946), ... guitarrista, cantante, compositor y baluarte de la música cubana como director del Cuarteto Patria y componente original de la ya legendaria agrupación Buena Vista Social Club que, finales de los 90 proyectó al mundo la música tradicional de la isla del caimán.
Desde entonces, el trovador santiaguero viene ejerciendo de embajador internacional del son con una vocación global que preserva su último álbum, 'Guajiro', que presentará este domingo en formato de sexteto con metales, piano y percusión, en una Sala BBK con el aforo agotado.
Su cancionero reúne composiciones propias, versiones de El Cuarteto Patria o Atahualpa Yupanqui y colaboraciones de Rubén Blades, Joan Wasser (de Joan as Police Woman) o su viejo colega del blues Charlie Musselwhite, con quien ya grabó en 1999 el aclamado 'Continental Drifter'. «Con mi esencia montuna que nunca se pierde, el disco responde a mi vocación de campesino abierto al mundo o guajiro sin fronteras», apunta desde Bruselas, en alusión a su disco homónimo de 2004 y desmontando el tradicional aislamiento de los antaño toscos y pueblerinos músicos del Oriente isleño, allí donde se cocinaron el son, el bolero, la guaracha y la mayoría de los estilos englobados como música tradicional cubana.
Al margen de la sabrosura de alianzas como 'Pajarito voló' (con Blades) o 'Vamos a alegrar el mundo' (Musselwhite), llama la atención su dueto junto a una artista de filiación indie como Joan As Police Woman con la que interpreta 'Creo en la naturaleza', un bolero de tintes ecológicos. «Lo compuse tomando un café de madrugada en el momento hermoso en que la claridad del nuevo día oculta las estrellas. Me propusieron grabarlo con Joan, a la que no conocía; lo hicimos en la distancia pero suena tan bien que no lo parece», reconoce.
Pese a su larga andadura prolija en conexiones con el blues, la música española (Moncho, Aute , Bunbury, Jarabe de Palo...) o africana ( de Manu Dibango en 'CubAfrica, 96' a los malienses Toumani Diabate y Baba Sissoko en 'Afrocubism' 10), a Eliades se le sigue asociando casi tres décadas después al exitoso disco proyecto 'Buena Vista Social Club' (97), que supuso un hito en proyección global de la música tradicional cubana. «Gracias a piezas como la 'Guantanamera' o 'Lágrimas Negras', pero hay que reconocer que Buena Vista Social Club fue el hito que la posicionó en todo el mundo. Tres décadas después se sigue hablando de ese proyecto. Ry Cooder, la disquera (World Circuit) y el documental ('Buena Vista Social Club', Wim Venders, 99) hicieron la promoción que no supieron hacer en Cuba. Porque la música estaba ahí. Muchas de mis canciones se sacaron del cajón del olvido: 'El carretero', 'Candela', 'El cuarto de Tula'... incluso el 'Chan Chan'; la letra es de Compay pero la canción la había compuesto y grabado yo en Santiago», explica. Con el americano Ry Cooder dice mantener una relación de amistad. «Incluso me acompañó cuando Buena Vista Social Club actuó en La Casa Blanca ante el presidente Obama. La última vez almorzamos juntos para ir a un concierto de su hijo (Joachim Cooder), que también es músico».
A diferencia de la formación clásica que distingue a buena parte de los artistas cubanos, Ochoa se ha definido siempre como 'músico empírico'. «La música estuvo siempre muy presente en mi familia, pero yo nunca fui al conservatorio como es habitual en Cuba. Yo soy graduado de la universidad de la calle. Aprendí en ella, tocando en plazas y locales de Santiago de Cuba después de trabajar como limpiabotas. A la gente le llamaba la atención ver a un niño tocar con una guitarra de su mismo tamaño y me llamaban para tocar en bares, ya entonces, antes incluso de ir a La Casa de la Trova, tenía mi público».
Guitarra armónica
En directo, Eliades se acompaña siempre de su característica guitarra armónica que suena a la vez como una española tradicional y como un tres cubano. «Yo mismo la inventé, buscando un sonido propio», explica. Buscaba que se pareciera a un tres o un cuatro, pero con una armonía distinta. Empecé con la cuarta cuerda, afinando alto con la nota re, hasta que logré ese armónico personal con el que sigo dando la vuelta al mundo. Le di vueltas hasta que di con ello. Se podría decir que ahí fui guajiro inteligente', bromea.
Otra de las señas de identidad del intérprete es su típico sombrero de ala ancha, más de vaquero tejano que de campesino del oriente cubano. «Hay por ahí una foto con Compay, los dos vestidos de blanco y sin sombrero, pero lo normal para mí es ir de negro con mis botines y mi sombrero. Aunque ya lo usaba para evadir el sol como buen campesino, alguna influencia debieron tener las películas del Oeste que veía de niño, recién bajado de la montaña a Santiago. Le añadí los botines; la pistola, no, porque no tenía ni estaba permitida (risas)».
Por su querencia al negro, su imagen vaquera y su sonido montuno o campestre a le han calificado como el Johnny Cash cubano, una comparación que considera «un halago. Todos sabemos el lugar que tenia Johnny Cash en el country que también es música tradicional del campo americano así que solo puede ser un honor».
Viniendo de una agrupación filo revolucionaria como el caso del El Cuarteto Patria (al que en 1978 se sumó como director musical, voz y guitarra), a Ochoa no le importuna que, como a tantos otros músico cubanos, le pregunten sobre política o la vigencia socialismo castrista. «Me da igual porque mi carácter se resume en una frase: los políticos que se dedique a la política, a defender sus ideas y los músicos a defender sus música y sus conciertos. La política tiene su gente y la música la suya. A unos les gusta la salsa o el reguetón y a otros, como a mí, nos gusta el son montuno, el bolero y la música tradicional»
Soneando con Tangana
Claro que, a veces, las escenas musicales, como los caminos, se cruzan o confluyen. Como cuando hace dos años Eliades cantó con C. Tangana en un tema bien rumboso como 'Muriendo de envidia', de su álbum 'El Madrileño'. «Me sorprendió que un artista joven que estaba pegando fuertísimo en tantos países me pidiera una colaboración. Pero me causó una buena impresión que alguien como Tangana se fijara en un músico tan tradicional como yo. Al margen del reconocimiento, me pareció una colaboración interesante. Me puse a pensar que sería lo que esperaba de mí. Al final soneé bastante la canción e hice de una rumba casi un son montuno que nos gustó a ambos».
Los músicos tradicionales de la isla han tenido que convivir los últimos años con la explosión del reguetón o cubaton, en su variante cubana. ¿Cómo lo ham llevado? «Depende, hay quienes vieron que el reguetón lleva más gente a los conciertos y se inclinaron a hacerlo y hay otros, entre los que puedo estar yo, que se lo deben todo a la música tradicional y se mantuvieron fieles a ella. A cada cual que le quede sabroso lo que haga, pero pasa el tiempo y allí donde voy sigo viendo teatros llenos de gente aplaudiendo temas de siempre como 'Chan Chan', 'El carretero' o 'El son de la loma'. La música tradicional fue el don mayor que me dio la naturaleza y no lo abandonaré nunca».
El músico santiaguero acumula ya seis décadas de andadura a lomos del son pero, a sus 77 años, no piensa en la jubilación, sino más bien en seguir alegrando el mundo como canta en la canción que abre el álbum' Guajiro'. «No pienso en la retirada. Seguiremos alegrándolo porque arreglarlo está más difícil. Nuestra manera de ayudar a mejorarlo quizás sea seguir siendo un artista de pueblo por todo el mundo», sentencia Eliades, quien, por cierto, es consciente de los ancestros vascos que denotan su apellido. «Vienen de mi abuelo que emigró desde el País Vasco. Se radicó en Cuba el resto de su vida y tuvo familia numerosa. Mi padre fue uno de sus cuatro hijo, el y mis tíos me contaron su historia porque yo no llegué a conocerle. Le llamaban 'el Galleguito', como a casi todos los venidos de España. Sé que mis raíces están en el País Vasco, por eso cuando toco por acá me siento también en casa», comenta un Eliades cuya conexión vasca remite a su colaboración habitual con el contrabajista navarro de jazz Javier Colina.
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