Un 'Don Pasquale' del siglo XXI que convence
Tragicomedia ·
La temporada de la ABAO se inaugura con un montaje de Emiliano Suárez en el que maravillan Simón Orfila y María José MorenoTragicomedia ·
La temporada de la ABAO se inaugura con un montaje de Emiliano Suárez en el que maravillan Simón Orfila y María José MorenoEste sábado quedó claro que 'Don Pasquale' no es una ópera bufa al uso porque tiene mucha bilis. Hay que hilar fino con esta obra maestra de Donizetti, rossiniana y chispeante en las formas pero existencialista y amarga en el fondo. ¿Hay alguien de fiar ... en este mundo? ¿La juventud es una virtud? ¿Por qué un señor mayor no puede volver a casarse? ¿De verdad está obligado a mantener a su sobrino que no da un palo al agua? En el argumento original –ambientado a mediados del siglo XIX– se da pábulo a la fantasía sexual de un hombre maduro dispuesto a contraer matrimonio con una chica recién salida del convento. Una realidad social propia de otros tiempos, también muy presente en 'El sí de las niñas', de Fernández de Moratín, que pide a gritos una puesta al día sin falsear el sentido de la ópera. Bienvenido sea el montaje de Emiliano Suárez, que traslada la acción a una pizzería del sur de Italia, con una ambientación contemporánea y chic, arropada por la escenografía de Alfons Flores (un habitual de Àlex Ollé y Calixto Bieito) y la iluminación de David Picazo.
Publicidad
El público aplaudió una propuesta escénica –defendida por un plantel de cantantes entregados, con Simón Orfila y María José Moreno a la cabeza, haciendo valer sus galones y veteranía– que fuerza las costuras de la trama pero tiene mucha lógica. El director de escena bilbaíno asume que en esta ópera, la más mozartiana de Donizetti, se rinde homenaje a la Comedia del Arte pero no hay máscaras ni estereotipos, sino cuatro personajes de carne y hueso. El debut de Emiliano Suárez como 'regisseur', que hasta ahora se ha fogueado con adaptaciones líricas de pequeño formato, se saldó con éxito y bien podría animarse ahora con alguna ópera de Verdi o Puccini. Eso sí, la pausa entre el segundo y tercer acto –en un momento en que el regocijo de los espectadores se ha disparado– sería deseable que fuera mucho más breve para no romper el ritmo de la representación.
Esa espera se le hizo larga en el foso a Sesto Quatrini que, no obstante, retomó la batuta con brío. Llevó las riendas de la Euskadiko Orkestra con seriedad, incluso demasiada, porque la música de 'Don Pasquale' es densa y sofisticada, con maderas y metales en plenitud, pero aun así debe sonar ligera porque se trata de una ópera bufa. Es un cóctel que –también en su versión integral, sin cortes– debe servirse agitado y no mezclado, como el dry martini de James Bond. Este sábado, si bien no se alcanzó el punto justo de equilibrio, se echó mano de la guinda del bis, apalabrado y hasta ensayado previamente, del final del dúo del tercer acto entre Don Pasquale y Malatesta, con el galimatías de 93 semicorcheas al unísono de una tacada.
En el escenario el bajo-barítono menorquín Simón Orfila y la soprano granadina María José Moreno elevaron a la enésima potencia su condición de 'cantantes-actores'. Nadie diría que debutaban en los papeles de Don Pasquale y Norina porque derrocharon aplomo y efervescencia. A él le sobra potencia y agilidad (se lució al poco de empezar con la cavatina 'Un foco insolito'), además de una vis cómica muy marcada que sabe dosificar a la perfección, mientras que ella delinea y colorea florituras vocales con una finura que enamora, como demostró en la complicadísima 'Quel guardo il cavaliere' (con un trino de seis compases, entre otros retos), cuando hace mofa del cortejo caballeresco. No faltó química entre ambos, aunque fuera en una modalidad sadomasoquista. El dúo del tercer acto, que incluye una bofetada en toda la cara de Don Pasquale, a la vista del coro (que no brilló al máximo en sus intervenciones), no tuvo desperdicio, con una ración concentrada de dolor, rabia y crueldad.
Publicidad
Esta es una ópera con bromas despiadadas que anuncia las pulsiones y ambigüedades del Romanticismo. No tiene ni un solo personaje ejemplar: hay un rijoso, una arpía, un manipulador, un vago… No se salva nadie, como en la vida misma. Lo cierto es que a Emiliano Suárez le ha dado mucho juego mostrar a Don Pasquale como un trasunto de Onassis, con zapatos bicolor y pañuelo en el bolsillo de la chaqueta, dueño de una pizzería que pierde la cabeza por una joven obsesionada por las redes sociales y aspirante a 'influencer', que se gana la vida fregando platos en su propio restaurante. Se le presenta como un empresario maduro, siempre con la caja de caudales abierta y mirando las facturas, que desea casarse a toda costa, principalmente para dejar sin herencia a su sobrino (castigado por no aceptar un matrimonio de conveniencia) pero también para revivir, gozar y ver más allá del cuaderno de contabilidad.
¿Cómo hallar al amor de su vida? Aquí entra en escena el doctor Malatesta (el barítono Damián del Castillo, en vena y con un histrionismo medido) como un celestino que tiene maneras de guaperas cínico y chulito, con zapatos llamativamente azules y camisa floreada. Este maquiavelo de tres al cuarto, amigo de su sobrino, le busca una joven para montar una farsa y quitarle las ganas de contraer matrimonio. Norina se convierte así en Sofronia, con lo que María José Moreno, espléndida a sus 57 años, dejará los guantes de fregar para enfundarse lo mismo leggins ajustados de leopardo que un vestido negro muy sexy para seducir y sacar de sus casillas a Don Pasquale, un Simón Orfila que luce muy contenido y digno, con momentos de despertar lujurioso que resultan hilarantes y hasta entrañables.
Publicidad
El intrigante Malatesta solo canta en solitario 'Bella siccome un angelo' pero se prodiga en los dúos y tríos con Norina y Don Pasquale, además de participar en el cuarteto del segundo acto que parodia la llegada de Edgardo a la boda de su novia en 'Lucia di Lammermoor'. Es un cuarteto imponente, más allá de un chiste para entendidos, con un efecto delicioso en tresillos, pasando de una voz a otra, que tiene como detonante a Ernesto (el tenor Francesco Demuro, que en general estuvo acertado, pese a las tiranteces vocales), sobrino de Don Pasquale, novio de Norina y aprendiz de pizzero en este montaje.
La irrupción en la supuesta boda de Norina/Sofronia y Don Pasquale es el único momento en que Ernesto muestra algo de carácter, al creer que su propia novia se ha casado con su tío. Pero ahí se queda todo el ímpetu del chico, diluido en cuanto descubre el engaño. Por una vez, el tenor no es el galán aguerrido sino un joven abúlico, que no destaca en el negocio de su tío y tampoco sabe buscarse la vida para casarse con su amante. Lo cual no impide que cante un tema precioso, 'Com'è gentil', con acompañamiento de guitarras y pandereta, y el aria 'Cercherò lontana terra', precedida de un preludio de trompeta, que pone a prueba la zona aguda del registro vocal (aquí sonó al límite Francesco Demuro).
Publicidad
Todo el almíbar de 'Don Pasquale', que no es mucho, lo exprime Ernesto y más todavía cuando su voz se funde con la de Norina en 'Tornami a dir che m'ami'. Puro belcantismo y ternura. Nada que objetar pero lo que más pesa es la frustración y soledad de Don Pasquale, que termina arrinconado, con la caja de caudales y las facturas, al son de un festivo rondó final, en el que se proclama la moraleja de que 'Ben è scemo di cervello chi s'ammoglia in vecchio età' (Está bien menguado de juicio el que se casa de viejo). El montaje deja un regusto amargo pero no definitivo. Quizás sin la mediación de tipos como Malatesta, Don Pasquale –más confiado en su propia valía, valiente y generoso en el amor– tenga posibilidades de encontrar a alguien que le quiera. ¿Por qué no? Nunca es tarde.
El actor Pedro Mari Sánchez no solo asume el papel de notario en la ópera sino que también ejerce de corifeo o glosador de acontecimientos. Es un personaje que se ha inventado el director de escena Emiliano Suárez y refuerza el enfoque del montaje. Pese al desconcierto inicial al verle salir y declamar, no contraviene el mensaje de la obra. Se limita a poner el foco en la compasión que despiertan las ambiciones eróticas de Don Pasquale. Todos los textos, con un estilo arcaizante, han sido propuestos por el actor, entre los que hay un soneto de Lope de Vega que recuerda algo esencial: (...) vienes, amor, cuando tú quieres, y no te puedes ir cuando queremos'.
Cantantes Simón Orfila, Enric Martínez-Castignani (OB), Francesco Demuro, J. A. Sanabria (OB), María José Moreno, Sofía Esparza (OB), Damián del Castillo y Pedro Mari Sánchez. Coro de Ópera de Bilbao.
Foso Euskadiko Orkestra, con Sesto Quatrini al frente.
Dirección de escena. Emiliano Suárez.
Escenografía Alfons Flores.
Iluminación David Picazo.
Vestuario Carola Baleztena en colaboración con Scalpers.
Producción ABAO y Okapi.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.