Un disco resucita grabaciones maqueteras del Bilbao de los 80
'Secuencias inadmisibles'. ·
El sello Decadencia Corporal rescata del olvido a trece bandas: «No es solo nostalgia, sino más bien una labor reivindicativa»Secciones
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'Secuencias inadmisibles'. ·
El sello Decadencia Corporal rescata del olvido a trece bandas: «No es solo nostalgia, sino más bien una labor reivindicativa»El pasado está lleno de sorpresas. Es curioso cómo, si ajustamos el foco sobre un lugar y una época concretos, podemos seguir encontrando música y músicos a los que el mercado y la posteridad no han favorecido, pero que ya entonces tenían interés y lo ... conservan hoy en día. Esa es una tarea a la que se aplica con entusiasmo Decadencia Corporal, un pequeño y activo sello bilbaíno –con nombre tomado de un verso de Parálisis Permanente– que se dedica principalmente al rescate de propuestas que habrían merecido mejor suerte. Su nueva referencia se titula 'Secuencias inadmisibles' y recopila canciones de trece «bandas maketeras del Gran Bilbao», registradas entre 1983 y 1988.
Han pasado cuatro décadas de aquello, y los tiempos han cambiado tanto que a lo mejor incluso conviene explicar qué eran las maquetas, aquellas grabaciones realizadas con medios muy variables –a veces no podían ser más precarios– que servían para mostrar las bazas de un grupo de cara a metas más ambiciosas, como la edición de un disco. En la selección de 'Secuencias inadmisibles', publicado en vinilo y cedé, predomina el pop-rock con guitarras característico de la época (en esa categoría tan elástica se podría encuadrar a La Ley, Clásica, Cuestión de Costumbres, Bajos Fondos, Bahía de Kotxinos, Pacto de Silencio, Pelos y Señales, Solución Relativa y Espías), pero también tenemos el rockabilly de Los Tupendos, el punk oscuro de Gazte Hilak, el tecnopop de Cibernautas o el heavy de Neurosis. Habría que tener muy buena memoria y haber vivido a fondo los 80 (dos conceptos que a menudo son excluyentes) para acordarse de todos estos grupos, aunque algunos pueden presumir de vínculos ilustres: La Ley, por ejemplo, se convirtieron en El Límite, que ganaron el concurso Villa de Bilbao, y en Gazte Hilak militaban miembros de las Vulpes o Cancer Moon.
Iñaki Gallardo –responsable de Decadencia Corporal y toda una autoridad en música de los 80– ha dedicado tres años de trabajo a este disco, que da nuevo aliento a algunas bandas «casi olvidadas por completo». ¿Se trata de un ejercicio de nostalgia? «No creo que sea únicamente eso, sino más bien una labor reivindicativa, recuperar parte de lo que se cocía en esos años por estos lares y mostrarlo ahora, en el futuro». El empeño no siempre ha resultado sencillo de llevar a la práctica: «Fue difícil, muy difícil, rescatar algunas canciones. Otras, en cambio, las conservaba yo en mi colección privada. De algunas bandas, ningún componente guardaba ninguna copia de la maqueta, y en más de un caso la única 'copia existente aparente' era la que tenía en mi poder. También había maquetas ya digitalizadas. Jose Lastra, el técnico, ha hecho una labor impresionante, aunque se tomó su tiempo para ello», va repasando Gallardo, que se ha ocupado personalmente de escribir las semblanzas de los distintos proyectos para brindar contexto al álbum.
El disco, con grafismo a cargo de Niko Vázquez, ya está disponible en formato cedé, aunque la edición en vinilo se ha retrasado por un problema con la carpeta. Está prevista una doble presentación. El 23 de abril, en Bilborock y con entrada gratuita hasta completar aforo, tendrá lugar una mesa redonda moderada por los periodistas musicales Jerry Corral y Fernando Gegúndez, en la que participarán miembros de Cibernautas, Solución Relativa, Bajos Fondos, Neurosis, Pacto de Silencio y Clásica. Más tarde, el 31 de mayo, está previsto un concierto de presentación en la sala Rocket con las bandas Bajos Fondos (que siguen en activo), Pacto de Silencio y Cuestión de Costumbres.
Una última pregunta para Iñaki Gallardo: ¿quizá había algo en el rock local de aquella época que eche de menos en el de hoy? «La gran diferencia reside en nosotros mismos: éramos más jóvenes, más ingenuos, más inexpertos... Éramos como esponjas, con la capacidad de absorberlo todo a grandes bocanadas. En el apartado musical había mucha más precariedad, claro está, pero también grandes ideas y ganas de pasárselo bien. Pero ahora, igualmente, hay iniciativas interesantes y bandas locales que captan nuestra atención y por supuesto, ganas de hacer cosas dignas y pasárselo bien. El tiempo es una línea continua».
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