¿Cuántos directores de orquesta han sido imitados por Bugs Bunny? ¿Y cuántos han firmado un contrato discográfico en exclusiva con un importante sello discográfico por seis años a la edad de 94? Aún más, ¿cuántos se han atrevido a reformar las partituras, enmendando ... la plana a Beethoven, Bach, Chaikovski y otros muchos? Solo uno. Su nombre es Leopold Stokowski y varias generaciones crecieron arrulladas por la música que él hacía: son las que vieron 'Fantasía' de Walt Disney, cuyos fragmentos clásicos, de una enorme popularidad, dirigía al frente de su orquesta.
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La biografía de Stokowski es fascinante, sobre todo, en sus mentiras. Que no fueron pocas. Por ejemplo, a estas alturas se sabe que nació en Londres, hijo de un ebanista de origen polaco y una irlandesa. Sin embargo, hablaba un inglés muy raro que todos atribuían a una procedencia lejana y misteriosa, que él mismo cultivó con fervor. En ocasiones decía que había nacido en Cracovia, en otras hablaba de una localidad alemana. También mentía con frecuencia respecto de su fecha de nacimiento y daba el año 1887 cuando en realidad había venido al mundo en 1882.
Stokowski se formó en el Royal College of Music, estudió con Parry y Standford –dos compositores de la más estricta escuela musical británica– y fue compañero en la clase de órgano de Vaughan Williams. Luego completó estudios en Europa y finalmente se instaló en Estados Unidos con solo 23 años. Al otro lado del Atlántico, trabajó como titular o principal invitado en algunas de las mejores orquestas: Cincinatti, Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Houston y otras. Fundó o ayudó a fundar o renovar unas cuantas: la All-American Youth, la del Hollywood Bowl, la Sinfónica del Aire o la Sinfónica Americana, que puso en pie cuando ya tenía 80 años.
A lo largo de su carrera, estrenó multitud de obras de autores contemporáneos –o al menos, el estreno en América–, fue un adelantado en el uso de las nuevas tecnologías, aprovechó mejor que nadie las posibilidades del sonido estereofónico e impuso un estilo espectacular de dirección, con grandes gestos y sin batuta. Su popularidad era muy grande y, además, se codeaba con la alta sociedad de EE UU gracias a su segunda esposa, Gloria Vanderbilt, heredera de un imperio y diseñadora de moda. Estuvieron casados entre 1945 y 1955.
El impulso mayor a su celebridad se lo dio Walt Disney. Fue él quien le propuso dirigir la orquesta en 'Fantasía' (y aparecer en ella), una película cuya banda sonora fue objeto de una compleja y muy costosa producción. El resultado fue un filme estereofónico en fecha tan temprana como 1940. Stokowski tocó el cielo. Tres años antes ya había actuado y dirigido en otra película, 'Loca por la música'.
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A partir de ahí se permitió en mayor medida libertades que ya antes se había concedido. No se trataba solo de orquestar piezas célebres escritas para un instrumento. Uno de sus arreglos más conocidos en este sentido es el de la Tocata y fuga en re menor BWV 565 de Bach. Pero fue más allá: el director hizo pequeñas modificaciones en muchas partituras para cambiar el final, reforzar algunas secciones orquestales, simplificar o alargar melodías. Buscaba siempre un efecto de espectacularidad con el que consolidar su imagen de marca: la del director que toca sin batuta y produce un sonido apabullante.
Todo ello le permitió marcar distancias con otros directores, más encerrados en su mundo. Nadie es capaz de imaginar unas actividades semejantes en Furtwängler, Celibidache, Solti, Szell o Karajan. Pero tampoco nadie imaginaba a ninguno de estos últimos creando orquestas para jóvenes, organizando ciclos de obras fáciles de entender para programar en conciertos dirigidos a obreros y clase media baja y, como se dice ahora, reinventándose una y otra vez bien pasados los 80 años.
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Dio su último concierto en Francia, a los 93, pero siguió trabajando en los estudios de grabación. Un año más tarde, en 1976, firmó un contrato con la Columbia por el que se comprometía a grabar para ese sello hasta llegar a centenario. No pudo lograrlo porque murió de un infarto al año siguiente, con los 95 bien cumplidos. En 1985, el cine le ofreció un curioso homenaje: el actor Christopher Lloyd se inspiró en su aspecto físico para componer el personaje de 'Doc' en 'Regreso al futuro'.
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