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Es un artista que lleva la carretera tatuada en la piel. Quema kilómetros igual que respira. Le importan un bledo los críticos y los incondicionales. Más allá del bien y del mal, dejó sin palabras a Benjamín Prado, cuando el escritor madrileño le soltó, en ... cierta ocasión, antes de salir a escena: '¡Buena suerte!' El autor de 'Hurricane' se giró y disparó con rapidez: '¿Para qué?'. La leyenda de Bob Dylan sigue viva. Este viernes lo demostrará en el BEC de Barakaldo y una legión de fans le rendirá culto. Muchos peinan canas. Quedaron fascinados en la adolescencia y se mantienen fieles a ese primer amor. Desde novelistas como Javier Sagastiberri al músico Jack Carmine y el director de la Filmoteca Vasca, Joxean Fernández, todos ellos pueden dar fe de la magia de Dylan.
Javier Sagastiberri - Escritor
Es tan polifacético como el propio Bob Dylan. Licenciado en Económicas y Filología Hispánica, trabaja para la Hacienda Foral de Bizkaia y publica novelas policíacas. «Le sigo desde los 18 años. Tengo 60, así que echa la cuenta... No me pierdo ninguno de sus conciertos. Hace tiempo que tengo la entrada para la actuación en el BEC», deja claro el escritor donostiarra Javier Sagastiberri (San Sebastián, 1959). Este viernes le hervirá la sangre en cuanto reconozca los primeros compases de 'Like a Rolling Stone'. Un tema que no desentonaría en la banda sonora de una película del Lejano Oeste, el género favorito de Sagastiberri. Y también del cantautor de Minnesota. «Es un tío que va a su aire; solo ante el peligro. Toca como quiere y hace lo que quiere». A Dylan le atraen los horizontes lejanos, cueste lo que cueste. Una actitud por la que ha pagado un precio muy alto: «Hombre, qué duda cabe que sí. Entre otras cosas, ha desconectado con la gente joven; la conversión al cristianismo, por ejemplo, lo apartó del rock y se rompió el vínculo. No ha tenido la continuidad de grupos como los Stones». Nada que afecte a la legión de fieles que mantiene viva la llama de los apasionados: «Escucho de todo, lo mismo Metallica que Guns N' Roses, no soy monotemático, pero Dylan es un mundo aparte. Forma parte de mi vida».
Eduardo Saiz Lekue - Cervezas La Salve
Se perdió el concierto que Bob Dylan protagonizó en la plaza de toros de Bilbao, allá por julio de 1995. Una actuación que hizo levitar a los fans, sobre todo cuando agarró el micrófono para conjurar el espíritu de 'Mr. Tambourine Man'. «Sí, tengo esa espinita clavada. Fue un problema de presupuesto, nada más. Ya había ido a otro de 'Dire Straits' y no me llegaba el dinero, ja, ja», recuerda Eduardo Saiz Lekue (Bilbao, 1972), promotor de cervezas La Salve. En aquella época, estaba terminando Económicas en Sarriko y se sabía de memoria los temas de 'Blood on the Tracks', un álbum de 1975 que incluye canciones tan íntimas y descarnadas como 'Tangled Up in Blue' y 'Shelter from the Storm'. «Me gustan su personalidad y valentía. Es un hombre fiel a sí mismo. Un grande. ¡Un clásico! Los clásicos no mueren nunca». No le sorprendió que en 2016 le concedieran el Premio Nobel de Literatura: «Está a la altura de todos los galardones. Mañana no me lo pierdo por nada. Voy con la cuadrilla y vamos a disfrutar a tope. Recordaremos viejos tiempos. ¿A cuántos conciertos suyos he ido? Este es el primero. ¡Nunca es tarde!».
Miren Fernández de Landa - Asociación de Concejos de Vitoria
Dylan ya era la sensación folk en el Village neoyorquino cuando Miren Fernández de Landa nació en el área rural en torno a Vitoria, junto a muchos otros 'baby boomers' «en el año de quién sabe cuando», Zimmerman dixit ('Joey'). Al ser de Arkaute, «los niños de la zona íbamos a estudiar a Alegría». La presidenta de Acovi -un organismo que aglutina a los concejos de los pueblos incluidos en la capital alavesa- confiesa que vio la luz gracias a uno de sus profesores, Antonio Pacheco. «Nos daba clases de guitarra en el colegio, pero con canciones de Bob Dylan o Joan Baez. También nos enseñaba literatura, y nos hacía leer a Neruda, Lorca o Miguel Hernández», recuerda. «Veías que sus letras tenían un fondo que te hacía pensar muchas cosas, como con los Beatles o Lennon. Era una música que te calaba», apunta quien en su momento hizo «unos pinitos» en la poesía. Cita «'La respuesta está en el viento'» como una de sus primeras aproximaciones a Dylan. «Era lo contrario de 'lo que estaba bien', de lo habitual».
Joxean Fernández - Filmoteca Vasca
«¿Qué le diría a Bob Dylan si pudiera charlar con él? Pues, mira, lo más importante. Le daría las gracias, mi vida es más bella gracias a él. No hay semana que no escuche sus canciones. Me gusta todo tipo de música, desde el jazz a la clásica, pasando por el blues y el soul, pero Dylan es una constante. Siempre está en mi top 3», admite el director de la Filmoteca Vasca, Joxean Fernández (San Sebastián, 1973). Con tanta devoción, no extraña que le duela en el alma no poder acudir este verano a los conciertos de Londres y Kilkenny, en Irlanda, que Dylan tiene previsto ofrecer con Neil Young. «Todavía sufro, todavía sufro... Pero, no, es imposible. El trabajo me lo impide». Por una vez, sus obligaciones con el cine le amargarán un poquito la existencia. Para compensar no descarta organizar -«algún día»- un ciclo que rinda homenaje al autor de 'Blowin' in the Wind' en su faceta de actor y director de películas. «Hombre, estaría muy bien. Hay mucha gente que desconoce esa vertiente de Dylan. Ya veremos». Lo cierto es que el cantante se revela como una fuente inagotable de inspiración para melómanos y cinéfilos como Joxean Fernández. «Es una figura colosal. Cambió nuestra forma de ver el mundo. No se le puede comparar con nadie en concreto. Él mismo es una escuela o movimiento. Salvando las distancias, su impacto en Estados Unidos y Europa, en términos cinematográficos, se podría equiparar a 'La Nouvelle Vague'».
Jack Carmine - Músico
Jack Carmine podría haber tomado el nombre de algún tema de Dylan. Pero Ismael Gómez de Segura (1972) y Alicia Mesanza -Linda Lobo- recurrieron a Robert James Waller para su dúo de 'country-mex'. Interpretan piezas del maestro como «'Blowin' in the Wind', 'Knockin' On Heaven's Door', la de 'Billy' o la versión de Johnny Cash de 'It Ain't Me Babe'. Es genial». En directo, «le he visto cuatro veces». No estará en el BEC porque «me preocupa que esté ahí con el piano, más blandito». Pero no le importaría. «Lo mejor que tiene Dylan es que no sabes qué va a pasar en los conciertos, je, je, je... Lo mismo se da la vuelta y no te mira que se pone a hacer unas versiones espectaculares de sus canciones. Habrá gente que quiera escuchar el tema clavado, pero yo soy más partidario de que pasen cosas diferentes», subraya. En disco, «si tengo que elegir, tengo un cariño brutal al 'MTV Unplugged' y al 'Good As I've Been To You', que eran básicamente versiones y toca solo con la guitarra».
Toti Martínez de Lezea - Escritora
Fue «medio hippie» y una rendida admiradora de Bob Dylan, de las que escuchaba con un nudo en la garganta 'The Times They Are A-Changin'. «Me fascinaba la canción protesta. Aquello era un aldabonazo. Una llamada de atención a la sociedad, a los políticos, a los padres... ¡Ya estaba bien de tratarnos como menores! Los tiempos tenían que cambiar. Éramos jóvenes y teníamos tanta ilusión...», evoca Toti Martínez de Lezea (Vitoria, 1949). La escritora alavesa tuvo la oportunidad de verlo en Londres, «a principios de los 70», y tiene grabado a fuego el concierto. No tanto porque se acuerde de los temas que se interpretaron, sino por «la juerga, los amigos y los saltos que pegamos». El repertorio dylaniano -«principalmente el más 'folk', no tanto el rockero»- le dejó poso. Conserva todos los vinilos y casetes del cantautor de Minnesota. Ahora bien, no se anima a acudir al concierto en el BEC. «Ya no me atraen los eventos multitudinarios. Pero seguro que estará fantástico. Captó el espíritu de una época y aquí lo tenemos, incombustible y luchador. Tiene cerca de 80 años y se mantiene en la brecha. ¡Un ejemplo!».
Su estreno bilbaíno del 16 de julio del 95 en la plaza de toros se recuerda como el más memorable de los siete conciertos que, desde su debut donostiarra en el 89, Dylan ha ofrecido en escenarios vascos. La recta final fue guitarrera y pletórica y culminó con un 'Like a Rolling Stone' coreado por un público con el que incluso se mostró afable. Más deslavazado y crudo sonó Dylan en 2012 junto al Guggenheim. Con imagen de vaquero endomingado y voz arenosa, y un frío y distante dominio escénico, cerró con 'Blowing in the Wind' una velada con cierto tono rutinario.
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