Oscar cubillo
Domingo, 13 de septiembre 2020, 10:26
Dos citas acústicas atendimos en la tarde del sábado en Bilbao: a las 6, una sesión correcta aunque sorpresiva, la del bolo promocional en el Fnac de la banda de heavy metal riojana Zenobia divulgando su nuevo cancionero en modo swing, créannos; y a las ... 8, en la Biblioteca Bidebarrieta, en la gala inaugural del 15º ciclo flamenco 'Una ría con duende', el cantaor bilbaíno Juanjo Navas cantando como nunca, lástima que sus subalternos no estuvieran a su altura, resultando un especial lastre el trío palmero, que seguramente llegó a distraer al jefe en algún guirigay desacompasado (en las alegrías seguro).
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A las 6, en el Fnac, ante una veintena de almas (el límite oficial de aforo) los riojanos Zenobia divulgaron su sexto álbum, 'VI' (Maldito Records), en formato trío: la voz del líder Jorge Berceo más la guitarra acústica del ex Red Wine Mario Suárez y los teclados de Ernesto Arranz (los otros tres miembros del sexteto estaban entre el público). Interpretaron 6 canciones en 28 minutos, cinco incluidas en la novedad más su «clásico» 'Lo llevo en la sangre', y todas las presentó con precisión Berceo. La cita fue muy curiosa y, más que la traición al heavy que acometieron en su revisión swing, se les podría afear el retraso de 15 minutos.
Como advirtió Berceo, «para hacer más divertido este acústico hemos arreglado las canciones con swing», y de tal guisa desvirtuaron su espíritu heavy metal: 'Sin perder la pasión', «una declaración de intenciones que abre este disco», dio el pistoletazo de salida cual híbrido rockabilly entre Rey Lui y el donostiarra Javi Fermín (vaya mutación: el original del disco 'VI' evoca a Deep Purple); 'La danza del Diablo', muy power metal en la grabación, remitió al Loquillo relajado de sus problemas con las mujeres y Berceo la entonó vía Bisbal (recordamos entonces otro concierto acústico de los madrileños aplastantes Hamlet en el Fnac bilbaíno, donde no parecieron ellos, claro); 'No me dejes caer', un rock en el disco, marcó el punto bajo (no sólo por las palmas requeridas al respetable) y sonó a pop cantado en el cercano Cotton Club («la verdad es que las palmas se agradecen en esta canción, ha sido bonito», dijo al acabar el líder de pelo corto); 'Sigo rugiendo', en plan los Judas Priest progresivos en el nuevo opus, amalgamó a Loquillo, Bulldog y al citado Javi Fermín en una suerte de neoswing; y el último estreno de la tarde, 'Jamás', muy power en el álbum, se convirtió en un swing de Rey Lui con Bustamante. Y se despidieron «con un clásico conocido de sobra por todos los seguidores de Zenobia», el mentado 'Lo llevo en la sangre', que brotó tipo Bisbal cantando con Avalanch.
Después, a las 8 estuvimos en la Biblioteca Bidebarrieta, donde se agotaron las invitaciones para vivir la gala inaugural de las tres que conforman la decimoquinta edición del ciclo flamenco municipal 'Una ría con duende' (las otras dos son de baile: el sábado 19 con la donostiarra Carmen Cepero en la Iglesia de la Encarnación, y el sábado 26 con la vizcaína Adriana Bilbao en el Bilborock). Esta primera propuesta la protagonizó el cantaor oficial bilbaíno Juanjo Navas, quien durante 10 palos en 86 minutos a los que habría venido bien descartar el fin de fiesta fingido, ofició de modo estupendo, mejor que nunca, aunque el regusto que nos quedó fue insatisfactorio porque siempre sobraron los tres palmeros (fuera de onda y timoratos todo el rato, excepto quizá en un cacho de las bulerías postreras) y porque su tocaor Curro Bermejo nunca le hizo volar más alto (dejando al margen que estuvo muy mal sonorizada su guitarra: se oyó superbaja, de modo premeditado supusimos desde la fila 2).
Pero insistimos en que la del sábado fue la mejor vez que hemos visto cantar a Juanjo Navas, eso que el de Otxarkoaga reveló caras de nervios nada más salir, de miedo ante el reto y de congestión por el esfuerzo. Al acabar nos explicó que se debía a que se sentía raro en un escenario tras tanto tiempo de inactividad, aunque en verano ha hecho «un par de cositas, en Soraluze y el Xurrut de Gorliz». Yendo al tuétano de su intervención sabatina en 'Una ría con duende', destaquemos que arrancó por tonás (a capela) de largo eco (por la microfonía, pero no sólo), y que a la segunda, por soleá, ya se le notó por encima de su cuadro: la guitarra se oía mal, aparentemente sólo por dentro del tablado, y Bermejo con gesto de profesor enfadado pedía a los palmeros que se refrenaran, unos palmeros que estuvieron muy perdidos toda la tarde (a la tercera, en las alegrías, fue cuando parecieron distraer al cantaor).
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A la cuarta, en las bulerías dedicadas al guitarrista Marco Borge (organizador del minifestival y presente en la sala), ya Juanjo certificó su posición predominante sobre sus subalternos, y a la séptimo, por fandangos, se mostró sobrado cantando a pelo al borde de la tarima. Y ya hasta el final en las bulerías se les notó a los cinco dispersos tras la labor realizada, en los tangos operaron demasiado dilatados (ahí Navas tenía el rostro fatigado) y en el fin de fiesta fingido, forzado por algunos fans, se animaron a bailar las dos palmeras, Lydia y Alejandra.
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