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Estrenando los horarios europeos debido al adelanto del toque de queda, el sábado no pudimos hacer doblete (adiós a la quinta sesión del Bilbaína Jazz Club en el Conservatorio Sarriko) y nos decantamos por la gala del concurso 'Hiriko soinuak', certamen patrocinado por el ... Ayuntamiento de Barakaldo y cita albergada en el teatro municipal, donde se agotaron las 400 invitaciones.
Bastante gente hubo viendo las actuaciones de los dos grupos premiados en el concurso: a las 5.34 de la tarde salieron a escena los metaleros locales Indrid, elegidos los mejores de Barakaldo (se declararon profetas en su tierra y en cuarteto tocaron 5 temas en 33 minutos, todos en castellano y evocando a Sober, O'Funk'Illo, Obús, RATM o The Cult), y a las 6.19 salieron Mikel y Andoni, uno de Ermua y el otro de Eibar, o sea 'We Are Apes, Hello!', merecedores del galardón principal del Hiriko Soinuak (vaya, estuvieron peor que los primeros y tocaron 10 piezas en también 33 minutos adscritos al punk californiano melódico de los 90, ejecutados con escasa presteza en escueto dúo guitarra-batería, con un baterista poco afilado y menos acelerado para el subestilo y un guitarrista que disparaba el bajo provocando un batiburrillo reiterativo durante el que pensamos en NoFX, All y hasta en los Toy Dolls mientras nos embargaba el sopor, con perdón.
Tras un parón de media hora pasadita en el que la gente con sus mascarillas salió a que le diera el aire en la entrada del teatro, a las 7.28 ocupó el escenario el madrileño Depedro, alias de Jairo Zabala, ex La Vacazul y miembro de Calexico que participó en esta gala del 'Hiriko soinuak' de rebote, pues el anunciado El Drogas ha suspendido varios conciertos en estas fechas por enfermedad. Salimos ganando con el cambio (lo escribimos por el temor natural y lógico que nos producen sus conciertos de dos horas y media pasadas, lo preferimos en bolos más breves y al grano, por ejemplo teloneando a La Polla Records o intercalado en un macrofestival), y de hecho Azpiazu, fan fatal de El Drogas (¡viajó a Pamplona a verle en la grabación de un disco de unas tres horas o más!), sostuvo que el concierto de Depedro fue de lo mejor del año: por sonido claro y potente, por las visuales bien insertadas, por la inspiración del líder, etc.
En verdad fue un concierto muy, muy bueno, aunque disentimos con la opinión del insobornable Azpiazu. Inspirado estuvo Depedro (se declaró emocionado en el primer concierto que daba desde enero), pero en su concierto de 15 canciones en 82 minutos con cercanía, ondulación y sólida evanescencia, a ojo al menos tres canciones estuvieron por debajo del nivel general en lo que a consistencia se refiere (la que abrió el bis, 'Palabra favorita', de su disco de canciones infantiles, fue la más floja, de hecho dijo que era la primera vez que la tocaban, que no se la tomáramos en cuenta, y para esta cancioncilla trajeron dos teclados que sólo se usaron para esa canción y estuvieron abultando desde las 5.30), la banda por supuesto no estaba muy rodada tras tanto tiempo sin tocar en directo (había pasajes improvisados donde se respiraba la libertad, pero no eran cachos de relleno, ¿eh?), y al baterista le daban numerosas indicaciones porque el oficial había fallado ya que estaba siendo padre, como informó Depedro («en estos tiempos inciertos, ¡viva la vida!», se congratuló).
Pero sí, el sonido fue bueno, las visuales tuvieron sentido, las luces resultaron entre ambientalmente útiles y directamente espectaculares, y en las presentaciones Depedro enumeró siete nombres de los que curraban para él fuera del escenario (road manager, el hombre de las visuales Héctor de la Fuente, un técnico de sonido de fuera y otro de monitores, un técnico de luces, y dos pipas que también son conductores) que se sumarían a los cuatro músicos, o sea que Depedro movió él solo a once almas para este bolo.
Y capitaneados por el flaco y cálido Jairo los tres escuderos, muy serios y sobrios en escena, mantuvieron el nivel alto (de hecho las canciones más justas fueron las de menor acompañamiento instrumental) haciendo aflorar las palmas espontáneas en la primera canción de la quincena (la juncal 'Como el viento'), alistándose al groove latino de Los Lobos ('¿Hay algo ahí?'), inventando el etno-jazz ('Nubes de papel', «una canción de romper límites», la presentó el jefe), alcanzando a la quinta la primera cima (la astral 'Déjalo ir', una suerte de lisergia para todos los públicos), hollando a la octava la segunda cumbre ('Te sigo soñando', muy sentida, algo Calexico por lo fronterizo), evocando quizá inconscientemente a Juan Perro, o sea el alias del Santiago Auserón flipado por lo latino ('Panamericana'), sonando cumbieros ('Hombre bueno'), escalando la tercera cima con la versión de la mexicana 'Llorona' (Jairo la cantó con chorro vocal y templando y mandando algo a lo Raphael), y ya en el bis doble oscilando entre los titubeos de la mentada 'Palabra favorita' (que es 'no') y los intentos bailongos de 'Comanche' (algo lobuna también).
Muy bien Depedro, quizá la mejor vez de las muchas que le hemos visto en distintos formatos, pero no de lo mejor del año, como sostuvo Azpiazu y presionó en la salida Raúl El Guapo. No.
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