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CARLOS BENITO
Lunes, 24 de diciembre 2018, 01:28
Se puede poner en marcha un experimento muy interesante. Si buscamos en Spotify 'Silent Night', que es el título en inglés de 'Noche de paz', y dejamos que sea el azar quien decida qué versiones van sonando, emprenderemos un extraño viaje por el universo ... de la Navidad. ¿Probamos? Nuestro itinerario personalizado por las interpretaciones de este clásico entre los clásicos arranca con Jessie Kol (un matrimonio de Nashville), salta a The Isaacs (otra familia sureña que canta góspel a cuatro voces), prosigue con US Two (a estos no hay quien los localice, pero su interpretación con guitarra acústica acaba de editarse el mes pasado) y, como tampoco conviene abusar, va a concluir con los ignotos Island Blue Ensemble en plan ambientación para vestíbulos de hotel. Si lo intentamos en español, con 'Noche de paz', se nos irán diez minutos con Manuel Bonilla, IM Digital Orchestra, el Grupo Infantil Paphijos y Raya Real, en un alucinante itinerario que enlaza el evangelismo mexicano, la electrónica para todos los públicos, la música para niños y unas rumbitas que, la verdad, se agradecen un montón a estas alturas.
Podríamos seguir con cualquier idioma (en finlandés, por ejemplo, lleva el bonito título de 'Jouluyö, juhlayö' y la entonan figuras como Kyösti Mäkimattila), pero con esto ya basta para hacerse un par de ideas, o incluso dos pares. La primera es que 'Stille Nacht', esa canción que escribieron Franz Xaver Gruber y Joseph Mohr hace ahora doscientos años, ha acumulado un número abrumador de versiones que sigue incrementándose cada semana y, sobre todo, cada diciembre. La última vez que se pusieron a hacer las cuentas, en 2015, los responsables de Spotify dieron con 26.496 interpretaciones del villancico disponibles a través de su aplicación, suficientes para un par de meses de reproducción ininterrumpida. La segunda conclusión del experimento es que existe todo un 'underground' de la música navideña, con interpretaciones de circunstancias ejecutadas por bandas más o menos inexistentes para hacer caja con composiciones de dominio público. La tercera es que a muchas de las versiones le viene grande este nombre, porque los responsables parecen centrar sus esfuerzos en evitar toda sorpresa al oyente, no vaya a ser que se le atragante el mazapán con una armonía inesperada. Y todavía podríamos extraer una cuarta enseñanza, un poco más personal: a partir de un determinado número de escuchas consecutivas, 'Noche de paz' puede generar en el oyente un cierto hastío navideño, que incluso amenaza con derivar en una sociopatía bastante opuesta al mensaje de la canción.
¿Quién ha cantado 'Silent Night? La pregunta está mal planteada, porque resultaría más fácil ir señalando a aquellos artistas desnaturalizados que jamás la han incluido en un disco o en un concierto, aunque fuese como guiño entrañable en los bises. Aun así, en cualquier repaso de las versiones de este villancico, hay una que se debe destacar de manera inexcusable: la de Bing Crosby es el tercer sencillo más vendido de la historia, por detrás de 'White Christmas' (sí, también villancico y también del bueno de Bing) y el 'Candle In The Wind' de Elton John. Se suele decir que al vocalista estadounidense no le hacía mucha gracia grabar 'Silent Night', porque lo consideraba aprovecharse de la religión, y que por eso decidió donar los beneficios (cuantiosos) de su versión. Pero, en realidad, la idea de interpretarla surgió de una visita del cura Richard Ranaghan, un misionero que recorría Estados Unidos proyectando una película sobre el trabajo que llevaba a cabo en China. A principios de 1935, el cantante se prestó a grabar un par de cortes ('Silent Night' y 'Adeste fideles') para que le sirviesen de banda sonora y la bola empezó a rodar, hasta los treinta millones de copias vendidas que se le calculan actualmente al 'single'. El disco de oro por su primer millón de ventas acabó enterrado en Hollywood, en una cápsula del tiempo, junto a unas gafas de Harold Lloyd y un revólver de John Wayne.
'Silent Night' se ha convertido en un coloso que fagocita todos los estilos. Ahí están Frank Sinatra, Julie Andrews, Aretha Franklin, Perry Como, Mahalia Jackson, Elvis Presley, Johnny Cash, Harry Belafonte, Nat King Cole, Paul Anka, John Denver, Fats Domino o Petula Clark, por lanzar una primera andanada de corte tradicional. «Es una composición que deja mucho espacio para tratarla de maneras diferentes: cambiando el tempo, los silencios, el compás...», ha analizado el pianista Jim Brickman, un profesional de la recreación navideña. La mayoría de las interpretaciones más conocidas son rabiosamente ortodoxas, casi reverenciales en su tratamiento del material: ahí está, por ejemplo, la que publicó Sinéad O'Connor en 1991, que según las encuestas se ha convertido en la más popular en el Reino Unido. Pero, pese a ese respeto generalizado, este es un asunto que puede dar lugar a debates encendidos: «Una horrible versión la de 'Silent Night' por Aretha Franklin –criticaba recientemente en un foro el músico Ramón Arcusa, del Dúo Dinámico, que también tienen la suya–. Yo prefiero de verdad escuchar al inefable Mormon Tabernacle Choir, algo realmente bueno, precioso y bien, muy bien grabado e interpretado».
La enumeración de versiones podría llenar medio periódico. Abarcan desde Mario Lanza o Alfredo Kraus hasta los heavies Manowar, que empiezan tranquilitos y acaban a guitarrazos, desde Kenny G a Joe Satriani, desde Los Panchos hasta Robert Fripp, desde Oscar Peterson hasta Chewbacca, desde Tammy Wynette hasta Rosa López, desde Enya hasta Christopher Lee, desde Sister Rosetta Tharpe hasta Rita Ora, desde Céline Dion hasta bandas punk como The Dickies o Die Toten Hosen. No importa el instrumento o el estilo: 'Noche de paz' sirve como vínculo entre artistas que parecían incompatibles. ¿Qué une a Manolo Escobar, Stevie Nicks, Low, Miley Cyrus, Ainhoa Arteta, Parchís, Manolo Kabezabolo, el organista de jazz Jimmy Smith, el grupo de 'krautrock' Can y los 'blackmetaleros' Erlosung? Pues sí, todos la han cantado, aunque resultaría la mar de entretenido comprobar qué tal se las arreglaban todos juntos. A lo mejor la noche de paz y amor acababa un poco mal.
¿Qué tal si escuchamos doce versiones de 'Noche de paz'? La primera tiene que ser la de Bing Crosby. En realidad, el cantante estadounidense grabó 'Silent Night' en cuatro ocasiones (dos veces en 1935, una en 1942 y otra en 1947. Esta es la tercera de ellas.
En este repaso no debería faltar una versión coral. Hagamos caso a Ramón Arcusa, que no anda descaminado en su recomendación, y dejémonos llevar por el sublime Mormon Tabernacle Choir, en directo en Temple Square.
'Silent Night' se ha convertido, de alguna manera, en un clásico de la música negra: artistas de gospel, de soul o de funk la han incorporado a su repertorio. The Temptations, grandes defensores del espíritu navideño, tienen una versión editada en 1970, con Eddie Kendricks como solista, y otra de 1980, que es la de este vídeo.
Menos canónica es la interpretación del grupo Boyz II Men, que editó en 1993 un álbum navideño en el que brillaban sus armonías vocales. Con 'Silent Night' lo bordaron.
¡Hay tantas interpretaciones instrumentales de 'Silent Night' que resulta difícil elegir solo un par! El armonicista Charlie Musselwhite, por ejemplo, sale airoso de su intento de darle al villancico un inequívoco tono de blues.
¿Agotados ya de la melodía de 'Silent Night'? El organista de jazz Jimmy Smith nos proporciona cierto descanso con su versión de 1964, en la que el villancico no tarda en convertirse en una excusa para la improvisación cargada de 'groove'.
¿Enya o Sinéad O'Connor? He ahí el dilema. Las dos intérpretes irlandesas firmaron versiones de aire similar que subrayan la espiritualidad de la canción, esa pureza de la noche silenciosa. Vamos a optar por la primera, porque su interpretación es menos conocida y está, además, en gaélico: 'Oíche Chiún'.
Pensar en Manowar cantando 'Noche de paz' puede dar un poco de miedito, pero, en realidad, el grupo heavy estadounidense siempre ha sido muy respetuoso con sus clásicos: no hay más que escucharlos interpretando por ahí el 'Nessun dorma' de Puccini. En 'Silent Night', ni siquiera se intuye que son ellos hasta que pasa un minuto y 52 segundos. Después ya sí.
A partir de aquí, vamos a zambullirnos de lleno en la heterodoxia. Nos servirá de puente una versión de extraños resultados, que quizá no fueron voluntarios: William Shatner, el capitán Kirk de 'Star Trek', grabó 'Silent Night' a medias con el mismísimo Iggy Pop. Ya lo dice un comentario al vídeo en YouTube: «Si Shatner y Pop viniesen a mi puerta cantando villancicos, no tengo claro si les daría dinero».
Quizá por su vinculación con la idea de una vida ordenada y sosegada, siempre ha existido la tentación de desbaratar este villancico, como una manera fácil de subvertir simbólicamente ese equilibrio social. Hay muchas maneras de trastocar el sentido de la canción. La más sencilla es interpretarla con guitarras y deje despectivo, al estilo punk: es una receta que aplicaron con mayor o menor exactitud los argentinos Sumo, los ingleses The Boys (bajo el seudónimo ocasional de The Yobs), los estadounidenses The Dickies, los alemanes Die Toten Hosen (también con nombre para la ocasión, Die Toten Rosen) o el español Manolo Kabezabolo. Su 'Noche de punk', con 'picolos' en lugar de pastorcillos, es el improbable representante nacional en esta 'playlist' obsesiva.
La vanguardia ha parido curiosas versiones de 'Silent Night', como las de Can o Robert Fripp, pero quizá la más extraña de todas sea la que se marcaron las pasadas navidades los alemanes Faust, nombre referencial del 'krautrock', junto a la vocalista Natalie Sharp (Lone Taxidermist). Lo hicieron en los estudios de la BBC, con hormigonera y todo.
Puede que eso que acabamos de escuchar sea la versión más insoportable de 'Silent Night'. Puede, sí, pero tiene un duro competidor en lo que hace el ruso-estadounidense Alexander Zlatkovski armado solo con su piano. «Si la música navideña no te ha vuelto loco todavía, este arreglo puede que lo consiga», presenta él mismo. Su idea es interpretar cada verso del villancico en una tonalidad distinta: le va al pelo, porque la canción tiene doce, tantas como las claves de la escala europea. «El efecto es extraño, pero interesante e incluso pegadizo, ¿o debería decir embriagador?», dice el juguetón Zlatkovski, que remata su experimento con una interpretación 'normal' en Do mayor. Pese al empacho de 'Noche de paz' que llevamos encima, seguro que todos agradecemos el reencuentro con el villancico de toda la vida después de esta versión mareante.
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