No se habla de otra cosa en la escena musical española: los madrileños Alcalá Norte, salidos de la nada y con un único disco de debut (de título homónimo y editado por el sello vasco Balaunka), están en todos lados y se han convertido en ... el 'hype' de la temporada gracias a unas canciones arrolladoras de inspiración post punk y ochentera, y a una peculiar campaña agresiva en las redes sociales. Gracias a ello, se han colado a última hora en festivales como Tomavistas o Primavera Sound, donde han cosechado sendos éxitos, y han confirmado ya su primera visita a Bilbao, donde pasarán nada menos que por el escenario principal del BBK Live el próximo julio. ¡Hasta Rosalía los escucha!
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Atiende a EL CORREO su 'frontman', Álvaro Rivas, que admite que han dado mucho «el coñazo» con una intensa promo a los medios pero, sobre todo, «con el pesado del bajista en Twitter, que ha dado una brasa muy efectiva» y ha conseguido impulsar a la banda y que incluso superestrellas como Rosalía los recomienden. «Es verdad que ella es un oyente como cualquier otro, pero con la cantidad de cosas que le pondrán en sus oídos, hace ilusión saber que alguna de nuestras canciones ha conquistado su corazoncito», celebra el cantante.
Pero yendo a lo importante, a lo musical, los Alcalá Norte beben de los clásicos del post punk británico como Joy Division o The Smiths, así como de la onda más oscura de la Movida, encarnada por Parálisis Permanente y Derribos Arias. Todo ello con un envoltorio conceptual en torno al distrito madrileño de Ciudad Lineal y una temática letrística que aborda desde la crítica ácida la precariedad, el problema de la vivienda y la falta de oportunidades en general; eso sí, sin caer tampoco en la depresión y desesperanza que encarnaba Ian Curtis.
«A mí lo que me fastidia es que a mi edad mi viejo se pudiese comprar un piso y que yo no pueda. No puedo evitar que ese enfado se me escape en las letras», resume Rivas, que en otro de los cortes del álbum clama por poder agenciarse «un pisito» en la calle Elfo. «Ese piso en concreto es el de mi abuela, que vive en esa calle»; ríe el cantante, que incide en la importancia de la combinación punk-urbanismo que rodea al álbum y lo dota de coherencia: «No es la primera vez que se combinan estos dos factores, no somos tan innovadores, pero sí que es verdad que nos mola nuestro barrio y la historia que hay detrás, la de un chalado arquitecto que se llamaba Arturo Soria y tenía un proyecto urbanístico muy, muy friki». Así, como los tres miembros fundadores de la banda son vecinos de la Ciudad Lineal, «vimos claro que había que aprovechar esa mitología propia y lanzarse a la conquista urbanística de Madrid».
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Esa conquista –musical, que no urbanística– la han conseguido a través del single 'La vida cañón', que ha funcionado como un auténtico hit hasta convertirse en el nuevo himno del indie español. La concepción del tema tiene una historia curiosa que relata Álvaro Rivas. «Nuestro 'batera' encontró un artículo de prensa de 1935 donde un vecino de Lavapiés respondía a la pregunta de un periodista que le decía: '¿Qué harías si te toca el Gordo?'. Su respuesta era muy clara: 'Yo me pegaría una vida cañón'. Y comenzaba a enumerar las cosas que haría como parte de esa vida cañón y eran todas, vistas desde ahora, placeres bastante mundanos. Conocer los pueblos de nacimiento de sus padres en Burgos y Soria, comprar entrada de butaca en el teatro, ir a los toros más abajo de donde iba… Y comprar un gramófono y un mantón para su parienta», explica.
Todo ello muy castizo y de época, lo que aprovecharon para llevarlo a la actualidad a modo de himno generacional: «Hicimos una canción en la que lo mezclamos con las malas perspectivas de futuro y el pesimismo contra el que lucho desde que me despierto, y ha quedado un auténtico mejunje intergeneracional». Pero, más allá de estos sucedidos madrileños, entre los 11 cortes del disco hay sitio también para los matices surrealistas y cómicos, como la figura del repartidor de pedidos de Glovo a camello en Túnez que protagoniza 'Supermán'. «Esto viene de mi propia experiencia, porque trabajé un tiempo en Glovo. Mi puesto no era de repartidor pero sí me tocaba repartir de vez en cuando y sentía el olor a crimen organizado», denuncia Rivas.
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Por último, no es aspecto a obviar el de la estética de la banda en los directos, una mezcla ecléctica de túnicas, chupas de cuero, coronas de espinas y otra serie de elementos variopintos. Su 'frontman' bromea con que es una forma de ocultar su escaso dominio de los instrumentos: «Como no somos grandes músicos, pues teníamos que destacar de alguna manera. Somos muy teatreros, no nos importaba disfrazarnos y salir a hacer el payaso. Y a la gente le gusta». Pues sí, es innegable que al público le ha encantado este 'debut cañón' de Alcalá Norte que puede ser el inicio o el culmen, según como se mire, de una escena que bebe de lo añejo pero conecta a la perfección con el mundo actual.
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