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Bolo promocional y radiofónico (la emisora Europa FM repartió las invitaciones) este miércoles en el Cotton Club (lleno por 130 almas) del madrileño de 44 años David Otero, ex El Canto del Loco, quien comenzó su carrera en solitario con el alias anticomercial de El Pescao. Un bolo retrasado una semana, pues se anunció para el miércoles pasado pero David se puso malo y no podía ni hablar debido una faringoamigdalitis. Pero al fin vino bien de salud y preguntó quién había acudido una semana antes, y hubo quien levantó la mano. El caso es que David Otero dio un recital de 17 canciones en 88 minutos, todas tocadas con la acústica, pues dejó sin tocar en todos los sentidos una bonita eléctrica dispuesta en escena, y el repertorio se repartió entre las canciones de El Pescao (tres), El Canto del Loco (seis) y él en solitario (ocho, de ellas tres de su último álbum, 'Inteligencia natural'). Ejem, ojalá no erremos en las cuentas.
Disfrutamos de un concierto de pop, a veces muy playero y positivo en plan los getxotarras Smile, lo cual demostramos más adelante. Estuvo muy bien, aunque el amigo Óscar Esteban, que es intelectual, manifestó al acabar, camino del metro: «Vaya canciones con letras de adolescente con acné. No lleva muy bien lo de la edad…». Sí, tres veces le hemos visto en tiempos recientes y siempre bromea sobre ello asegurando que tiene 29 años («la chica de la barra me ha dicho 'me encantabas cuando yo era súper pequeña'. Al menos eres joven, otras veces me lo dice un señor mayor que yo y calvo. El tiempo pasa muy rápido...», concluyó tras su flequillo inamovible). Y como defendimos la propuesta de Otero, alegó el tocayo intelectual: «No sé, igual tengo muy reciente lo de Jorge Drexler en Barcelona». ¡Pero si eso fue hace dos viernes! «Ya, pero no se me ha pasado», zanjó.
Bueno, tiene 44 años David, pero aparenta menos. Así lo analizó la profesional Ania López: «Va con ropa informal: unos chinos color beige, deportivas, una camiseta básica negra y chaqueta vaquera. Un estilo de ropa casual y peinado de surfista que le brindan un aspecto juvenil y desenfadado» (surfista, como John Franks, el líder de Smile). Fue muy educado y cercano David Otero. Tras la primera canción consiguió que la gente del fondo no hablara («vengo solo con voz y guitarra», explicó), luego departió con una niña con muletas de la primera fila (al final el esguince lo tenía otra niña, quizá su hermana mayor), y esporádicamente y sin esfuerzo cosechó los coros y las palmas de las 130 almas (bueno de casi todas, y no miramos a nadie, aunque reconoció el ex Pescao: «Yo soy un público horrible, cuando en un concierto piden palmas siempre cruzo los brazos y miro alrededor»).
Repasemos su recital de 17 temas en 88 minutos. Salió, le llamaron guapo (justo antes contó Mister Esteban: «Cuando le he dicho a mi mujer que venía aquí me ha preguntado si Otero era el guapín del Canto, y le he respondido que no lo sé y que guapín soy yo»), y abrió con una versión de El Canto Del Loco (ECDL), 'Tal como eres', un buen pop con coros de la gente. David pidió asertivamente que guardáramos silencio (dijo que había pagado a un tipo 50 euros para que hiciera callar a los parlanchines), informó de que se hallaba «a mitad de una gira preciosa en la que estoy tocando las canciones más o menos como nacieron», e interpretó la novedosa 'Estrellas y fantasmas', un pop de autor con pastillas para no dormir que resonó a Bowie. Y a la siguiente, la pija 'Agua', a lo Arnau Griso, Marlon y tal, pidió coros y palmas de Bilbao («os han invitado, poned algo de vuestra parte, si os apetece», que así escrito parece borde, pero lo solicitó de modo simpático y amable).
A Smile sonó en 'Loco de amor' («ya los coros los hace el 70% del público, ahora el 70…», dijo como ya le hemos oído decir en otras ocasiones), le gritaron guapo por segunda vez antes de la quinta canción, 'Castillo de arena' («¿os acordáis de El Pescao?», ssssiiiiii, «pues esta es la primera canción que cantó y escuché de mí en la radio»), y a la siguiente soltó su primer speech: «En estos conciertos cuento historietas, breves para no aburrir. Yo a los 18 años vivía con mi familia en un piso de tres habitaciones en Madrid. Tocaba la guitarra y componía soñando en subirme a un escenario, y tenía la mala costumbre de inspirarme a las 10 u 11 de la noche, al volver de la universidad. Mi madre entraba en mi habitación y me pedía que parara. Y mi padre un día me regaló un coche, un Ford Sport rojo, el básico. Y yo salía de noche a componer en el coche. Iba con mi guitarra, un cuaderno y una grabadora y aparcaba de noche en la calle. ¿Os suenan canciones como 'A contracorriente', 'Son sueños', 'Qué caro es el tiempo' o 'Una foto en blanco y negro'? Pues las escribí en ese coche. Mi padre se lo compró a un cura y tenía una Virgen en la guantera. También me enamoré por entonces, fue una relación muy bonita, que se acabó. Y a ella la canto casi 28 años después en 'Capó'», otro tema del nuevo disco que sonó a Drexler («ya le gustaría») y que trufó con coros 'pararapá' («si lo llego a saber traigo a mi hijo pequeño», criticó Óscar Esteban, pero la gente lo estaba pasando bien y Otero sabía entretener con canciones, cuentos e interacción).
Recuperó otra de El Pescao ('Azul y blanco', con coros en plan El Rey León y una letra tal que así «Voy buscando un corazón que no me juzgue, que no me haga sufrir, que haga desaparecer el miedo a descubrir lo loco que fui»), la acelerada y nuevaolera 'Una vez más' (la de no puedo, no quiero, no debo besarte) fue de lo mejor de la cita, y seguidamente el contraste con la balada 'Peter Pan' de ECDL no se resintió, pues resultó de lo más coreado y grabado en video. Y al acabarla peroró Otero: «Es un buen ejercicio el de contar tus mierdas. Cuando se rompió El Canto yo tenía pánico absoluto a cantar alguna de estas canciones. Por compararme, por mirarme en el espejo, por pensar que me iban a abuchear… Y años después, en una terapia especial, porque yo siempre he ido a terapia, vi que esa era una herida sin sanar y que debía reconciliarme haciendo lo que hacía cuando estaba yo solo, que cantaba 'Peter Pan' porque me apetecía. Y un día me atreví a cantarlas en público, con un miedo arroz, pero a la gente no le extrañó. Me miraba, me sonreía y aplaudía. Así me reconcilié con lo que había vivido. Yo subo a un escenario a replicar mi vida, no a inventarme un personaje. Subo a cantar lo que cantamos cuando estamos solos».
Y siguió un tropel de canciones de ECDL con la gente del Cotton coreando contenta y filmando: 'Aquellos años locos', apta para la 'Generación Tocata', el hit 'Insoportable' con los coros a pleno pulmón, más coros a tope en 'Volverás', e intercaladas dos muy Smile de David a solas, 'Me enciendes' y 'Buscando el sol' (esta de El Pescao).
Beste bat jaleó el público centenario, y David dio un bis triple de nivelín con otra del disco, 'Cuando no quedan ganas' («si hay suerte las ponen en la radio», dijo al presentarla), 'Baile' sensual (la de «vamos a aprender a bailar en braille», algo Drexler tumbado en la playa y mirando a las estrellas), y otra del Canto, 'Una foto en blanco y negro', colofón de un muy buen concierto que difícilmente se podría hacer mejor a solas.
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