![Las cuentas de Xabi Aburruzaga](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202007/27/media/cortadas/cubillo1-kLiG-U110912034539AgB-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Como son malos tiempos para la lírica (miedo, mascarillas, la competencia del verano en un día festivo de playa…), sólo unas 60 personas acudieron el domingo a ver al trikitilari portugalujo Xabi Aburruzaga en el marco del Aurrera Fest!, esa maniobra antipandémica mediante la cual el Euskalduna cede sus salas a cambio de un porcentaje de taquilla descontados impuestos. Además, la BBK propone descuentos de 5 euros en cada entrada a modo de generoso patrocinio mediante su iniciativa 'Kreoenti'.
Si calculamos que el domingo 50 asistentes pagaron los 18 euros (olvidémonos de los gastos de distribución de cada ticket en la venta anticipada, que son 1,50 € para la BBK), se recaudaron 900 €. Descontando impuestos (10 % de IVA de cada entrada) y la SGAE (otro 10 %), quedarían 720 euros. A este neto se le resta el 15 % del trato con el Euskalduna y quedan 612 lereles. En este caso a repartir entre seis: los tres músicos, los dos bailarines y el técnico de sonido. Pero aún hay otro descuento importante: los grupos deben alquilar por su cuenta el sonido y las luces, pues el equipo del palacio sólo sirve para conferencias.
Vayamos con el arte: Xabi Aburruzaga presentaba su quinto disco, titulado 'Bost' y editado el pasado noviembre. Dispuso de cinco trikitixas a sus pies, y flanqueado por el guitarrista Eriz Pérez (de Orduña) y el percusionista Aitor Uribarri (de Algorta), en 88 minutos suministró 17 piezas, la mayoría instrumentales, con una actitud bastante canónica, sin prender la fiesta hasta llegar a la parte postrera, eso que el público se mostró predispuesto y daba palmas cuando se lo sugerían desde arriba.
Todo marchó a mejor, aunque el principio del concierto resultó muy frío y descorazonador por el ataque demasiado pulcro al cancionero que parecía de banda sonora de un documental televisivo, el volumen general escaso en el que la guitarra y la percusión opacaban a la trikitixa, y la esporádica pero abundante intervención de la pareja bailarina vestida como en un ensayo de la serie 'Fama' y formada por Arkaitz Pascuas y Nagore de las Cuevas. Fueron coreografías demasiado modernas en sus primeras salidas: revolcándose por el suelo, tirando de la cuerda invisible al modo de Kukai y apostando por un exotismo moruno que desvirtúa la condición de baile vasco hasta extremos califiquémoslos de chocantes (lo de infiltrar mestizaje y baile contemporáneo a los números dantzaris de toda la vida es un grave error que aleja al público natural; comparen los bailes de apoyo de Korrontzi con los ultramodernistas del Alos Quartet y nos darán la razón).
Menos mal que los bailes cada vez apostaron más por la tradición de las plazas. No en vano, al público le gustaron más y aplaudió más fuerte. La primera mitad del concierto expuso el disco 'Bost', con el que Aburruzaga viaja desde Palestina hasta el norte de Palencia, pasando por el tren Bilbao-La Robla. Con aires entre la polka y lo andalusí, las piezas con más chicha fueron las más puristas, las más vascas, a saber: 'Hauspoaren infernotik', la toponímica 'Mekoleta' (con letra suavita y melódica de Unai Iturriaga), la seria trikitixa 'Nadirren giltza' (sobre la visión del mundo de una chica palestina), y la nostalgia junkeriana del 'Campeonato del 88' (referido al concurso trikitilari). Y entre lo menos aprovechado fue el 'Reel québécois', con arpa de boca pregrabada, tap dance y palmas de público, pero poca fiesta intrínseca.
En la segunda parte se mejoró un tanto: se conjugaron un sonido más equilibrado en favor de la triki, coreografías menos rupturistas, canciones con más potencial (gracias a la influencia céltica de su anterior disco, 'KeltiK' -sic-), y el mero calentamiento espiritual del líder Aburruzaga, que prendió más la fiesta hasta que el concierto pareció menos un compromiso laboral o una audición a modo de examen. Y también tengan en cuenta que cuando hay poco público en cualquier concierto (rock, blues, flamenco, folk...) el músico se resiente por dentro y se expresa peor.
Y así, entre mazurkas de fondo y tímidos homenajes a la totémica Maurizia, en esta segunda parte descollaron temas como el instrumental junkeriano 'Fandankeltik' (este fue sin duda la cima de la cita), la fiesta con palmas del público al compás de 'Martxoak 17', y en el bis la también junkeriana 'Maestro Zubeldia' y la despedida con 'Breakfast in Belfast y su invitado sorpresa, el panderetero down Asier Aspuru, el mismo que en un concierto benéfico Agus, el líder de los trikitilaris Korrontzi, le preguntó por su músico favorito y respondió Asier: Malú y Kepa Junkera (un saludo a Kepa y que se recupere cuanto antes).
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