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Joaquín Achúcarro, en su casa. yvonne iturgaiz

«Creo que esto es el canto del cisne, pero espero que dure tanto que el cisne se quede ronco»

Joaquín Achúcarro | Pianista ·

Inaugura este jueves la temporada de la BOS con el Concierto de Grieg, que tocó por primera vez con la orquesta a los 17 años

Martes, 1 de octubre 2019, 00:56

«Creo que mi secreto es una mezcla de buena genética, cuidados y locura y adicción por lo que hago». Joaquín Achúcarro acaba de llegar de Tokio -allí ha obtenido un enorme éxito en un concierto en el que ha interpretado a Rachmaninov-, pasando ... por Dallas, donde apenas si estuvo unos días para impartir unas clases. Repasar la lista de los conciertos que ha ofrecido este año en todo el mundo asombra. A todos, menos a este pianista incombustible que a un mes de cumplir 87 años habla con naturalidad de sus proyectos a medio y largo plazo y asegura sentirse en un gran momento. «Creo que esto es el canto del cisne, pero espero que dure tanto que el cisne se quede ronco». Jueves y viernes de esta semana abrirá la temporada de la Sinfónica de Bilbao con el concierto de Grieg, un pariente lejano, y enseguida regresará a Dallas (el concierto incluye en la segunda parte la Sinfonía Nº 7 de Bruckner, bajo la dirección de Erik Nielsen).

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- Ha sido mi séptimo viaje a Japón y en enero ya había estado otra vez. Al acabar el Segundo de Rachmaninov, me quedé en el camerino ensayando para un recital que tenía al día siguiente y se me hizo tarde. Nadie me había avisado de que en el vestíbulo había una cola enorme de gente que quería hacerse una foto conmigo y que les firmara algún disco.

- Tiene una actividad frenética. ¿Cuál es el secreto para mantenerla a una edad en la que la gran mayoría de la gente se limita a dar paseos y ver la tele?

- Pues tocar lo mejor que pueda, donde pueda, para quien pueda, cuando pueda y mientras pueda. He dejado de andar en bicicleta porque tengo algunos problemas en una rodilla y nado menos que antes. Me he cuidado, pero tampoco en exceso, y he hecho ejercicio suave toda la vida. Mi abuela medio escandinava -la prima de Grieg- murió a los 96 años y sus hermanos, parecido. Así que será una mezcla de genética, cuidados y locura y adicción por lo que hago.

- Una adicción que se manifiesta de muchas maneras. ¿Cuándo fueron sus últimas vacaciones?

- ¿Adicción? Sí, el último día que estuve en Dallas antes de venir me levanté a las cuatro y media de la mañana para tocar el piano. Lo hice durante hora y media y volví a la cama. Y me pregunta por las vacaciones en un año que sí las he disfrutado. Nos fuimos toda la familia a Chile diez días. Pero hacía muchos años que no las teníamos.

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- ¿Estuvo diez días sin tocar el piano?

- No exactamente. En el hotel había un teclado electrónico y toqué varias veces.

- Hace dos o tres años comentó que estaba pensando dejar de tocar algunas obras que piden demasiado esfuerzo físico. Pero acaba de interpretar una obra de Rachmaninov muy exigente en ese aspecto.

- Es cierto, no lo he hecho. Y para dentro de dos años quiero retomar la Sonata Nº 3 de Brahms, también muy dura en el aspecto físico. No sé qué decirle. Soy consciente de que con la muerte de Paul Badura-Skoda quedamos menos de mi edad. Hace unos días hablé con Abbey Simon, que en enero cumple 100 años y sigue en activo. Él es el decano.

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Aprender obras nuevas

- Con la BOS tocará el concierto de Grieg.

- Lo hice por primera vez con esa orquesta a los 17 años. Yo había debutado con la BOS en 1948, con las Variaciones Sinfónicas de Cesar Franck, así que ya ve mi larga trayectoria con la Sinfónica de Bilbao. Luego me iré de gira con la BOS y esa misma obra y en mayo, en el Arriaga, tocaré otra vez con ellos, pero será el Nº 4 de Beethoven.

- ¿Su favorito?

- Ese segundo tiempo... es algo único. Solo con componer eso y la sonara 'Claro de luna' ya estaría Beethoven en la inmortalidad.

- Sus compositores favoritos siempre han sido Mozart, Chopin, Brahms, Ravel... Pero por este concierto de Grieg siente algo especial.

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- Por supuesto, es una obra colosal que he tocado en concierto casi un centenar de veces.

- ¿Sigue aprendiendo cosas nuevas?

- Sí. He tocado hace bien poco las 'Variaciones sobre un tema de Chopin' de Mompou, que no había hecho hasta ahora. No sé si sabe que hace muchos años, cuando Emma y yo hacíamos un dúo de pianos, le pedimos una obra a Mompou y nos dijo: «¿Una obra para dos pianos? Pero si me sobran notas con uno...»

- Llama la atención que, antes de tocar una obra que ha hecho decenas, hasta centenares de veces, siga trabajando la partitura en una verdadera maratón diaria. ¿Es absolutamente necesario?

- Haber ganado un torneo no garantiza a ningún tenista que no lo eliminen en la primera ronda del siguiente. Hay que trabajar, no hay otra forma de hacerlo. Y tienes que estar inspirado un día y a una hora fija. Eso diferencia a los músicos de otros artistas como los poetas o los pintores. Ellos no necesitan que la inspiración les llegue en un momento concreto. Y en un concierto siempre hay mil imponderables que pueden presentarse.

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- ¿Qué obras le piden más? ¿Hay diferencia entre lo que le solicitan en España y fuera?

- Fuera me piden muchas veces algo español, y lo hago encantado porque creo que una de las obligaciones de un pianista español es difundir nuestra música. Aquí me la piden menos, pero de todas formas, dentro y fuera, tengo mucha libertad para elegir. Aunque en un concierto con orquesta debes ceñirte algo más al hilo de su temporada o las obras que llevan tiempo sin hacer.

- ¿Y qué es lo que más le gusta en este momento?

- Cada vez me gustan más cosas porque descubro aspectos nuevos en partituras que llevo décadas manejando. Además, al dar clase, también tienes la sensación de que esa sonata de Mozart que toca un alumno siguiendo tus indicaciones es como si la tocaras tú.

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- Este año está siendo muy intenso. ¿Qué tiene previsto para 2020?

- Tengo que bajar algo el ritmo, soy consciente de ello. Son los impuestos que Cronos el Implacable nos cobra. Haré muchos conciertos en España e Italia, estaré de nuevo en los festivales de Torroella y Verbier, iré a California y muy probablemente otra vez a Tokio.

- ¿Cuál es el concierto más alejado en el tiempo que tiene ya firmado?

- Uno en California para 2022.

Demanda discográfica en Japón

Algunos de quienes escucharon a Achúcarro en Tokio le esperaban a la salida para que les firmara elepés editados hace más de cuarenta años. El sello Sony, propietario ahora de los fondos de RCA, para el que el pianista bilbaíno grabó en lo setenta, ha publicado recientemente en aquel país un doble CD que recoge un puñado de obras de compositores españoles. Y el vicepresidente del sello le habló, al terminar el concierto, de la posibilidad de publicar no solo reediciones sino también de abordar algunas grabaciones nuevas. Esos mismos días, un crítico japonés se refería a la grabación de los 24 Preludios de Chopin, su último disco, como una versión de «una increíble profundidad», en la que el pianista consigue un color y una sonoridad de «gran nobleza».

La frase

  • Longevidad artística «¿Mi secreto? Puede que sea una mezcla de genética, cuidados y locura y adicción por lo que hago»

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