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El miércoles el madrileño de 50 años Coque Malla, ex Los Ronaldos, llenó el Teatro Arriaga (900 almas) en la segunda fecha (la primera tuvo lugar el sábado en Salamanca) de la gira de su nuevo disco en solitario, '¿Revolución?' (Warner), y dio un conciertazo, ... el bolo 526 que vamos en lo que de 2019, que no entrará en la lista de lo mejor del año por estas cinco razones, algunas muy leves, que no caprichosas: el orden de las canciones (alternando aparentemente al tuntún raptos intensos con marasmos apaciguadores), el volumen ensordecedor (demasiado para un teatro; en el epílogo, en la fila 6, al ponernos en pie casi nos vuela la cabeza), las luces a veces también excesivas para un teatro («la próxima vez vengo con gafas de sol», protestó la dama de nuestra izquierda), los discursos de un Coque actuante pero asaz nervioso (todo lo demás lo hizo bien, desde cantar hasta bailar y tocar la guitarra) y las meras butacas del teatro (una jaula en muchos momentos de un concierto que superó de largo al disco presentado, como debe ser).
El caso es que fue un conciertazo de 23 canciones (al menos cuatro de Los Ronaldos, de las más celebradas del repertorio) en 120 minutos, dos horas exactas hasta que Coque hizo mutis del escenario el último, a solas, tras regalar una púa a un niño de la primera fila que se acercó a pedírsela. Había triunfado, sí, pero había arbitrado un batiburrillo de sensaciones sin orden, agitadas a la brava y frenadas bruscamente. El público predispuesto lo gozó a fondo y le jaleó (desde el «¡guapo!» que le gritó una chica a la izquierda hasta el «gracias, Coque» que le soltó un chico del fondo a la derecha), el madrileño presentó a menudo a sus seguros escuderos, y teniendo en cuenta que era la segunda fecha de la gira de '¿Revolución?', Coque y los suyos se pueden dar por más que satisfechos. En su primer parlamento Coque informó que llevaba un año sin tocar y que había envejecido 10 años, que esperaba rejuvenecerlos durante el show, y sí, creemos que lo logró.
Fue un show brillante, con momentazos como estos: 'Sólo queda música', pop en plan The Cars que parece fusilado de El Capitán Elefante de Barakaldo; 'Escúchame', por su modo de templar el rock-roul; 'Un lazo rojo, un agujero', de aire soul pero más británico y acid jazz; 'La carta', con sus remolinos Nick Cave («¡qué intenso, Coque! ¿En qué estaría pensando cuando escribí esta canción? Qué tormento», ironizó en su discurso teatral más natural); 'El último hombre en la tierra', por inspiradísimo y domésticamente soulero a lo The Divine Comedy o Elvis Costello; la versión de 'La sangre de tu tristeza' de Gabinete Caligari escogida porque Jaime Urrutia colabora en el disco '¿Revolución?' (en la canción 'Polvo cósmico', que no sonó en el Arriaga); la interpretación sentimental y cimera para la ranchera 'Hace tiempo' (con cascada de guitarras y pose final de serenata); la cima de la cita que fue el rock and roll 'Guárdalo' de Los Ronaldos que puso a la gente en pie a bailar (jo, esa pulsión constante del teclista a lo Joe King Carrasco, esa batería tipo Johnny Comomollo y sus Gángsters del Ritmo...); el adiós arropador con 'La señal' y la gente sentada de nuevo; y el bis triple destacable por entero, con Coque vistiendo una camisa más discreta que esa primera negra con flecos y brillos horteras, un bis muy bien redondeado con la novedosa 'El árbol' (en la estela de Tom Petty), el soul emocionante 'Hasta el final' (que la gente escuchó sentada) y el adiós definitivo con 'No puedo vivir sin ti' de Los Ronaldos (lo más coreado del miércoles).
Antes de esta última canción Coque Malla despidió en público a su road manager, Txisko Velasco, un vasco que abandona las giras porque se siente agotado. En nombre de todo el equipo, Coque le regaló una guitarra de caja de puros, como las del blues antiguo, y le dedicó un discurso tal que así: «Ha sido un padre, un hermano y un amigo para mí. Siempre con sentido del humor, amor, cariño… Si estoy hoy aquí con el Arriaga lleno es muy, muy, muy en gran parte gracias a este tipo que nos deja porque está cansado de la carretera. Txisko Velasco, que además es de aquí».
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