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El concierto número 404 de lo que vamos de 2024 ha sido el de Su Ta Gar (Eibar, 14 de agosto de 1988, cuando dieron ... su primer bolo en Ondarroa) este viernes en las fiestas de Portugalete, en San Roque, en el tinglado montado por las txosnas, donde dieron un bolazo de 23 canciones (tres con llamaradas tipo Rammstein, otras tres con chispazos a lo Ana Mena, muchas de su último álbum, 'Alarma', el decimosegundo, lo que tiene su mérito) en 115 minutos (contando los más de dos que se tiraron al final saludando o despidiéndose) y donde su líder, Aitor Gorosabel, se mostró como un titán del metal euskaldun, aleando presencia escénica, fuerza física (esas venas marcadas en el cuello, esos brazos fornidos mostrados por la camiseta negra sin mangas), habilidades varias (qué facilidad al puntear, buen nivel a la voz: sin dejar de emitir sostenidos y hasta chillidos casi todo el tiempo), y liderazgo (cómo miraba al público).
Aitor fue el centro de la escena, no le hizo sombra el otro guitarra y miembro desde 1988 Xabi Bastida (en el bis reapareció con camiseta del Hell Dorado vitoriano), permitió al bajista Igor Díez que se arrimara al núcleo sutagaresco para unir su mástil a los de las dos hachas, y ahí al fondo del escenario batía el doble bombo y recorría los timbales el genial baterista Galder Arrillaga.
Lo de Sutagar fue una descarga de energía sin nada de cháchara y sin apenas interrupciones: a las 11 y 12 minutos pararon un minutillo para quitarse el sudor e hidratarse (¡llevaban 53 minutos y 11 canciones dale que te pego!), y por el final infiltraron en el repertorio alguna balada ('Itxaropena', una de las coreadas) y algún acercamiento pop (en los bises 'Infinitoan', de la novedad, antes el más antiguo 'Hitz margotuak').
Quizá el mejor tema de la noche del viernes fue otro de la novedad, 'Ezkertza', el relato de una batalla naval de la guerra civil como podrían hacer Iron Maiden. Y en general fue un concierto sin fisuras, una muralla eléctrica de heavy metal moderno (¡Sutagar son los Metallica vascos!, se pudo llegar a pensar), una red de guitarras y redobles con momentos progresivos tipo suite (la fragmentada y vigorosa 'Angra do Heroísmo'), con rock (la inaugural 'David eta Goliath', al poco 'Astindu hegoak'), power metal ('Jainko hilen uhartean'), speed metal ('Etsi gabe', 'Harrapaturik gaude', 'Rotaflexa garraxika' con los mástiles al cielo, el himno 'Mari' con las primeras filas coreando con rabia… ), metal contemporáneo basado en el riff ('Agur jauna', entre Tool y Pi L.T.), cabalgadas ('Erraietan betirako') y los coros de la peña más participativos por el epílogo, aunque igualmente aplastados por el fragor que emitía el escenario ('Jo ta ke').
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