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Óscar Cubillo
Lunes, 5 de diciembre 2022, 08:19
Es una gozada ver un recinto con asientos lleno hasta los topes, ya sea un teatro o una plaza de toros. Cuando una sala con el público en pie se llena es otro asunto más incómodo (a menudo conciertos en salas que van mal de ... ventas anuncian falsamente que quedan pocas entradas, para presuntamente estimular a los potenciales interesados, aunque así se disuade a los dubitativos y a muchos de los acérrimos, ¿verdad?). Pero no divaguemos: el domingo el uruguayo Jorge Drexler colgó el no hay entradas en el Arriaga y la víspera tres cuartos congregó en el Kursaal donostiarra. En el segundo dijo que nunca había metido tanta gente como hasta ese sábado en San Sebastián, y en el primero aseguró que nunca en Euskadi había agotado las entradas con tanta antelación.
El amigo Óscar Esteban, que presenció desde la primera fila ambos conciertos, informa que musicalmente fueron muy parecidos (aunque en el Kursaal no tocó la canción de C Tangana 'Nominao', que improvisó en el Arriaga debido a un petición espontánea desde las localidades altas, las de la gente con menos ingresos, como ironizó empático) y que en San Sebastián el público estuvo más implicado y cantarín, pareció más joven y abundaban los latinos con sus banderas nacionales.
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Jorge Drexler recaló en Euskadi en la gira de su 14º disco, 'Tinta y tiempo', recién ganador de siete Grammys Latinos: mejor álbum cantautor por 'Tinta y tiempo'; mejor canción de lengua portuguesa por 'Vento sardo' junto a Marisa Monte; mejor canción pop por 'La guerrilla de la concordia'; mejor canción alternativa por 'El día que estrenaste el mundo'; grabación del año por 'Tocarte', con C. Tangana; canción del año por 'Tocarte' con C. Tangana; mejor arreglo por 'El plan maestro', con el getxotarra Fernando Velázquez (espectador en el Arriaga, por cierto).
En el Arriaga Drexler cantó (¡y bailó!) 25 canciones en 130 minutos en septeto sobre un escenario desnudo muy marcado por el diseño que se trajo David Byrne al BBK Live: ni plataformas para la batería, ni amplificadores porque los actuantes se oían por auriculares, ni fondos más allá de la tela desnuda de color cambiante según los focos… En esta escena sin nada más que instrumentos, luces y telón de fondo, Drexler cantó a solas, hizo dúos (con el guitarrista bonaerense y además director musical Javier Calequi, con la corista cubana Miryam Latrece y con la teclista catalana Meritxell Neddermann), tríos y lo que hiciese falta. Siempre en conexión con el respetable que le admiraba, le sonreía feliz y daba palmas cuando se lo apuntaban desde el tablado y levantaba las manos cuando le preguntaban si había uruguayos, o menores de 30 años, o venezolanos, o microbiólogas, que son muy tímidas (en Bilbao había de todo excepto microbiólogas, que son muy tímidas, avisó el doctor otorrino uruguayo, aunque una levantó la mano en San Sebastián).
El domingo feliz sonaron las 10 canciones de su disco 'Tinta y tiempo'. Fue un concierto estupendo aunque los arreglos sintéticos y las programaciones restaron calidez al encuentro (que no calidad) y sumaron artificiosidad a veces beneficiosa, y además algunos cambios de formato necesariamente generaron altibajos en un show en el que Drexler interactuó con la gente que hasta le gritó «¡te queremos!». «¿Hablas por ti o en nombre de los demás?», replicó el cantante al vehemente espectador.
¿Las mejores canciones entre las 25 que entonó Jorge el domingo, la misma cifra que cantó Raphael en un cuarto de hora menos este viernes en Miribilla. La octava, 'Inoportuna' (un blues con maestría guitarrística de Jorge); la 18ª, 'Movimiento' (la de «yo no soy de aquí, pero tú tampoco», con fondo amarillo y con el cantante corriendo en círculos por el escenario y hasta recitando); la 20ª, 'Telefonía' (pop-rock orgánico a lo Sergio Makaroff); la 21ª, la última antes del bis, cuando se despidió en falso diciendo «gracias a ustedes, Bilbo, ha sido una noche preciosa, un privilegio tocar aquí», y cantó 'Silencio' (¡la cima de la cita, con los tres momentos con los actuantes convertidos en estatuas inmóviles!); más la 22ª y primera del bis, el duduá afro 'La guerrilla de la concordia' (esa que asegura que amar es cosa de valientes y odiar de cobardes).
El concierto estuvo muy bien, Drexler fue cercano, ingenioso y como siempre intelectual y sensibilizado. Arbitró mucho soul en español, bailó y se movió por un tablado con muchos trucos de teatro y de musical, defendió una cosa y su contraria (el no conformarse con ser una media naranja en 'Corazón impar' y luego la ósmosis amorosa de 'Fusión'), y fue balsámico (la dulce 'Me haces bien'). A pesar de afirmar no ser muy dado a celebrar efemérides, recordó que hace treinta años de su primer álbum y cantó 'Era de amar' (de sus pinitos, cuando como dijo buscaba el virtuosismo y en esa canción alterna una melodía a cinco tiempos con un ritmo a cuatro). Quizá sobró 'El día que estrenaste el mundo' porque su voz trucada y multiplicada mediante los teclados de Meritxell pareció una artimaña sin más, o infantil en el peor de los casos. 'Tocarte' fue un hallazgo danzón muy influido por su amigo Pucho, alias C Tangana.
Y en los bises (dos para cuatro canciones) fue optimista a lo Juan Luis Guerra en 'La luna de Rasquí' (allá donde encontró un punto ciego para la pena, o sea que la pena que domina y ve todo el mundo ahí no le localizaba, y Jorge contó que luego se dio cuenta de que en las dos horas de sus conciertos no había pena, lo cual desde la fila 7 este enviado especial ya lo había pensado antes viendo sonreír y aplaudir a una espectadora de la fila 6, de la parte de las butacas impares), y se despidió con los siete actuantes en pie al borde del escenario con un 'Amor al arte' cuasi a capella.
No hemos dicho que el batería sigue siendo Borja Barrueta, el músico que más tiempo lleva tocando con Jorge Drexler: 17 años, dijo su jefe. Y 15 lleva con el productor del disco 'Tinta y tiempo', Carles 'Campi' Campón (bajo y programaciones). Y citemos al séptimo componente del concierto, la afrocorista portuguesa Alana Sinkëy, originaria de Guinea Bissau, vecina de Madrid y vocalista de Cosmosoul y de Patax. Jorge Drexler nos animó a buscar en redes a sus músicos, que tienen carreras propias.
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