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Alfonso Losa y Paula Comitre. Óscar Cubillo
La Compañía Alfonso Losa modernizando sin pedantería el jondo
El Bafle

La Compañía Alfonso Losa modernizando sin pedantería el jondo

El bailaor madrileño presentó su premiada coreografía 'Alter ego' en los Viernes Flamencos del Teatro Barakaldo

Sábado, 19 de octubre 2024, 00:36

Un tercio de entrada ayer en la cuarta jornada del 28º ciclo Viernes Flamencos del Teatro Barakaldo. Fue una sesión de baile bautizada 'Alter ego', puesta en escena por la Compañía Alfonso Losa, y galardonada por partida triple en el también 28º Festival de Jerez de este 2024, donde se hizo con los Premios del Público, de la Crítica y a la Mejor Composición Musical.

El plantel de Barakaldo fue quíntuple: dos bailaores (el capitalino Alfonso Losa y la sevillana Paula Comitre; la titular del estreno y además coreógrafa fue la granadina Patricia Guerrero, y se notó su impronta en varios gestos con las extremidades en 90 grados de ella-), un guitarrista (El Peli, del cual no encontramos su filiación en Google), y dos cantaores (la onubense Sandra Carrasco y el sevillano Ismael de la Rosa, alias 'El Bola').

Y con cuatro sillas y apenas nada más (un foco delante para hacer sombras al fondo), durante 78 minutos al principio a oscuras y luego más iluminados ofrecieron una obra sin argumento (ni siquiera abstracto) que comenzó y acabó modernista: primero la estética estática, el rascar la suela por el tablao, el silencio, los movimientos rectilíneos de Losa vinculando a Vicente Escudero con Israel Galván, al final los movimientos robóticos sobre fondo naranja que nos hicieron pensar en 'Dune' al que suscribe y a Óscar Cine, cada uno por su cuenta y quizá telepáticamente.

Un modernismo sin los fallos y pecados de lo contemporáneo, y una parte central que sin chocar con lo citado reveló más tradicionalismo. Por ejemplo en los movimientos de la bailaora, técnicos como los de Sara Baras y curvilíneos como los de Carmen Amaya, los zapateados de ambos sin paroxismos, un lapso con los dos bailaores a solas en escena, sin música, con la percusión del calzado y los golpes en el cuerpo, el primer fondo naranja evidentemente deudor de las películas de Saura, un cante de ida y vuelta de Sandra con Alfonso arrebatado a lo Farruquito (y obteniendo una ovación intercalada), y guiños subliminales al yoga, al musical ('All that jazz') y, menos evidentes, al ballet clásico, todo en un corpus nada pedante (a pesar de los momentos de metabaile o trasunto de un ensayo), flamenco pero no jondo, y con los cinco elementos participantes aportando sus mimbres en un ensemble o proyecto en el que todos destacaron lo mismo, o casi. O sea los cinco igual de bien.

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