Ceses en la Euskadiko Orkestra: «En los últimos meses me han preguntado: '¿Dónde está Treviño?'»

El director del festival donostiarra, Patrick Alfaya, aseguraba «no saber mucho. Lo que he leído en el DV. Ha sido algo deliberado por mi parte porque vengo del mundo de las orquestas y no me gustaba que opinaran desde fuera». Admitía haber enviado un mensaje de apoyo a Oriol Roch, pero prefirió no llamarle por discreción. No obstante, desde hace unos meses a Alfaya le había «llamado la atención» el hecho de que «algo pasaba con Robert Treviño en el sentido de que no venía a dirigir. Desde noviembre, ha cancelado dos programas, mientras dirigía a otras orquestas en otras ciudades».

De hecho, no han faltado los abonados a la OSE que le han llamado para preguntarle por estas ausencias, a lo que no supo responder. Lo que sí intuyó y ha confirmado a la vista de los acontecimientos, es que «esto se ha debido cocinar antes porque no es habitual que el director titular de una orquesta delegue en otros, mientras actúa con otra agrupación musical. Posiblemente ya había algún problema, cuya naturaleza ignoro», señalaba.

Sobre los rumores que apuntaban a un cierto desencuentro entre Treviño y los músicos de la OSE, Alfaya no tiene noticia, pero sí reconoce que «las orquestas tienden a cierta 'democratización' de sus estructuras. Antes el director era el dictador absoluto, incluso es algo que menciona Elías Canetti en 'Masa y Poder'». En este sentido, considera posible que el director texano «funcionara a la antigua usanza y esto le haya generado problemas. Los directores de orquesta son cada vez más un primus inter pares –el primero entre iguales–, mientras que antes no había más iguales que los propios músicos y aparte estaba el director».

El responsable de Quincena recuerda que hace algún tiempo «un director podía despedir de forma inmediata a un músico, pero la legislación laboral les ha cortado las alas. Estamos en un mundo en el que todo esto se lleva cada vez peor, lo cual habría que ver si es bueno o malo –añade– para algo que tiene que durante dos horas, debe funcionar como un reloj».

Asegura que se ha mantenido «muy al margen» de las vicisitudes que haya podido atravesar la Euskadiko Orkestra. «Creo que sé más de otras orquestas que de la OSE. Hemos tenido una relación buena, distante en el sentido de que Oriol y yo nos llevábamos bien, pero no teníamos un vínculo cercano. No tengo ninguna queja respecto a la Euskadiko Orkestra».

También considera que Roch «hizo muy bien en cambiar hace unos años la dirección artística y ahí incluyo al concertino. En los últimos años han ido de gira. Bien, pero a mí me gusta verlas desde el punto de vista económico y no sé si han costado dinero. Sería absurdo si lo hubieran hecho poniendo millones». Por otra parte, concluye Alfaya, «diez años empieza a ser el momento de hacer un cambio. Todos se van quemando con rapidez».

«Nosotros con la OSE hacemos algunas actuaciones cada año, pero a quién suben o a quién bajan no sabemos nada», aclara José Antonio Sainz Alfaro, quien sí apunta que «hoy en día estos movimientos son muy comunes en las orquestas. Demasiados años han estado porque se lleva otra línea».

El responsable del Orfeón indica que «al director que viene lo trae alguien y si ese alguien ha sido el gerente, lo normal es que se vayan los dos cuando se cesa a uno de ellos». Resta importancia a un relevo que, a su juicio, «es muy normal aunque no sé si está tomando visos de tragedia». En este caso, Robert Treviño fue la apuesta de Oriol Roch. «En la OSE cada gerente ha tenido su director, más allá de los invitados. Es ya muy raro que un director supere un período de ocho años al frente de una orquesta», al margen de cualquier otro hipotético problema que haya podido surgir, «que yo de eso ni me entero», recalca el responsable del Orfeón.

Sobre la etapa que ahora se cierra en la OSE, explica que «como todas las orquestas, la de aquí tiene muy buenos músicos. Lo más importante para un director es crear su sonido. Nosotros interaccionamos con la OSE bien poco, aunque desde hace muchos años, y siempre la hemos visto crecer. Es una de las quince orquestas con las que trabajamos cada año, siempre con una muy buena relación. Normalmente, ellos hacen sus programaciones y sus cosas, y nosotros somos unos contratados». Yconcluye con otra aclaración:«No somos del mismo sector. La OSE es una orquesta y nosotros, un coro. Y van totalmente aparte unos de otros».

Lo primero que manifiesta quien fuera director general de la Orquesta Sinfónica de Euskadi entre 1996 y 2005 es de «respeto y prudencia. Me imagino que habrá motivos para tomar esa decisión, pero cada época tiene sus características». Recuerda Germán Ormazabal que «también viví junto a Gilbert Varga estas situaciones de tensiones inherentes, como en cualquier otro trabajo».

A su juicio, en este ciclo de la OSE«se ha hecho una buena labor, ha entrado mucho músico joven y ahí está la hemeroteca con la actividad realizada y la proyección», afirma, antes de aclarar también que ignora a qué obedece la decisión de cesar a Roch y Treviño.

Sobre la proyección internacional que la Euskadiko Orkestra se marcó como objetivo, indica que «esa vocación está desde su inicio. En mi época, fue la primera orquesta del estado español que hizo una gira por Inglaterra o por Sudamérica. Estuvimos en Berlín, en Lucerna... Es algo que siempre ha caracterizado a la Orquesta y sin duda se han hecho salidas importantes con Treviño, pero también en otras épocas».

Y abunda en el tema: «No sólo se trata de hacer giras. En la del año 2001 en Latinoamérica y con el patrocinio del BBVA, se grabó parte del programa con Joaquín Achúcarro. Eso no quita para que en estos diez años se han hecho salidas importantes».

Y al igual que el resto de los consultados, considera que, con excepciones como Víctor Pablo en Tenerife o en Galicia, «es habitual que a los diez años se produzca un relevo. Pretender resultados diferentes con los mismos actores es algo que difícilmente se puede conseguir». Y entiende que esto es fruto de una evolución en el funcionamiento de las orquestas. «Hay grandes maestros que estuvieron en sus orquestas muchos años, lo cual permite conseguir un sonido propio, algo que se está perdiendo a consecuencia de la globalización. El mundo es cada vez más uniforme, con todo lo bueno y malo que eso conlleva».

Con todo, Ormazabal cree que «lo del tiempo es relativo. Lo fundamental es que funcione el tándem formado por la dirección general y la dirección artística. Si va acompañado de resultados, puede durar muchos años».

¿Y el tándem formado por dirección artística y músicos de la orquesta? «Bueno, esa realidad en las orquestas viene como contestación al poder absoluto que tenían los Toscanini, los Karajan... Era un estilo de liderazgo direfente». En este punto, matiza que «una orquesta es una organización muy jerarquizada, incluso desde el punto de vista retributivo entre los propios músicos. Son responsabilidades diferentes» y eso se refleja en los salarios.

También considera que la figura del director artístico es «clave porque no sólo se trata de dirigir orquestas, sino de hacer orquesta. Son actividades diferentes. Hay mucho director titular que se convierte en un director invitado asiduo porque una de las dos labores implica más esfuerzo y entrega: qué repertorio se aborda y por qué, qué se quiere conseguir... Son intangibles en los que radica qué significa 'hacer orquesta'».