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Eran los tiempos en que Vicente Blanco, 'El Cojo', debutaba en el Tour de Francia y el tenor Duguen de Eguileor dejaba turulato al público del Liceo de Barcelona. Cuentan las crónicas que una señora dio a luz mientras cantaba el divo. En definitiva, los ... paisanos del Gran Bilbao en su línea de siempre. Dejando huella. Con ese espíritu, nació en 1903 la Masa Coral del Ensanche, impulsada por aficionados –en un principio exclusivamente hombres– que se reunían en el caserío Etxerre y tenían debilidad por los conciertos al aire libre. Infatigable y popular, con las mujeres en paridad y puestos de responsabilidad, la Coral del Ensanche sigue en la brecha con 115 años. La zarzuela es su pasión. Siempre dispuesta a vibrar con 'El caserío' o 'La tabernera del puerto'. Pero ya no bastan las ganas. Corre peligro. Más serio que nunca.
Necesita un local para ensayar y mantener en las mejores condiciones el atrezzo, los decorados y vestuario que utilizan en las actuaciones. Hasta el 1 de enero tiene garantizada la sede de Alameda de Rekalde (entrada por Labayru), con dos plantas y más de 400 metros cuadrados. «En 1999 se acordó que pagaríamos durante 20 años un alquiler simbólico (80 euros al mes). Ahora, la familia Beitia, propietaria de Circuito Coliseo y dueña del local, tiene previsto subir la renta. Está en su derecho. El problema es que no podremos pagarla. ¡3.000 euros todos los meses!», exclama Toño Rodríguez, director técnico de la agrupación, en el despacho del inmueble. Allí se organiza la agenda de los coralistas, que lo mismo cantan en el Teatro Campos y el Euskalduna que en Amurrio Antzokia.
En la pared principal tienen colgada la foto de la inauguración de las instalaciones, con la presencia de Iñaki Azkuna, en calidad de alcalde de Bilbao; el expresidente de la Coral del Ensanche, Carlos Rioja; y un sacerdote en primer plano, listo para bendecir el local que tendrán que abandonar en breve. Cuesta aceptar la realidad. Son poco más de 30 coralistas. Tienen 100 socios y la cuota anual que pagan no supera los 35 euros. Eso sí, apenas 40 personas aportan esa cantidad, porque los mayores de 70 años están exentos. Conclusión: a duras penas llegan a 1.500 euros al año. Una cantidad que habitualmente reservan para una fiesta. Nada más.
«Sin el apoyo de las instituciones, no vamos a ninguna parte. Somos una entidad sin ánimo de lucro. ¿Cómo nos mantenemos? Con la recaudación de las actuaciones, más alguna subvención del Ayuntamiento y la Diputación Foral de Bizkaia, sin olvidar el apoyo de la BBK y Caja Laboral. Así afrontamos los 80 euros de alquiler, los costes fijos (luz, mantenimiento, agua y servicios de comunidad) y los sueldos de cuatro personas», detalla Rodríguez. La plantilla que cobra en la Coral es mínima: un director musical, una experta en técnica vocal, un responsable de escena y una pianista. Un equipo de profesionales que arrima el hombro por amor al arte. No reciben más de 300 euros y comparten la ilusión de los entusiastas que acuden martes y jueves (de 19.30 a 21.45) para trabajar las partituras y la parte escénica.
Los coralistas son 'amateurs' pero muy perfeccionistas. En las pausas de los ensayos, reponen fuerzas en el txoko de la primera planta. En esta ocasión, Toño Rodríguez se ha saltado el ensayo para atender a EL CORREO. Una lástima. Habría merecido la pena oírle. «Soy tenor pero también podría cantar como barítono. Tengo una tesitura así de grande....».
– Como Plácido Domingo, salvando las distancias.
– Ja. ¡Ya le gustaría a Plácido Domingo! Soy experto en plásticos.
– ¿Plásticos?
– Je, je, trabajé en una multinacional. Me encantaba. Lo mío eran las ventas y el ámbito comercial.
Quien no se ha saltado el ensayo es Merche Martínez, vicepresidenta de la agrupación. Es profesora de Dibujo en un instituto de Castro Urdiales y tiene voz de mezzosoprano. «Es una actividad que te llena la vida. Pisar el escenario te carga de energía», recalca con una sonrisa, antes de coger un pintxo y una copita de vino. «No es lo mejor para las cuerdas vocales pero a estas horas nos viene de maravilla». Son cerca de las ocho y media de la tarde. Hay barullo y mucha alegría en el bar de la Coral. Eso sí, nunca pasa desapercibida Carmen Sánchez, mujer de Toño Rodríguez y presidenta del conjunto. Tiene unos ojos claros que dan vida. Trabajaba como enfermera en Neurología de Cruces y ahora se vuelca en los cuidados de la Coral.
«Me paso horas cosiendo y cosiendo. Tenemos material que no se puede llevar a una lonja cualquiera. ¿Por ejemplo? Las guerreras de 'Los gavilanes', las faldas con corpiño de 'El caserío', los esmókines... ¡No deben coger humedades!», advierte la máxima responsable del grupo, junto al nuevo director musical. Se trata de Daniel Garay, reputado músico y jefe de sección de Traumatología de Galdakao. La supervivencia de la Masa Coral del Ensanche está en juego.
6 de agosto de 1903. Se funda la Masa Coral del Ensanche. «Desprovista de todo carácter político, tendrá por objeto el cultivo de la música (..)». Su centro de reunión era el caserío Etxerre, en la manzana delimitada por Henao, Alameda de Rekalde, Ajuriaguerra y Heros.
'Los Bocheros'. En la década de los 30 se popularizan las 'bilbainadas'. Uno de los grupos más carismáticos, conocido hasta en América, nació en el seno de la Coral del Ensanche.
El tenor Pedro Lavirgen. En 1994 compartieron escenario con el intérprete cordobés en Barakaldo. Uno de los grandes de la lírica mundial.
Zarzuela. Atesora seis primeros premios en concursos nacionales, entre 1963 y 1999.
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