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Hay que grabarse el nombre de ambos. Se llaman Beñat Muniozguren y Markel Intxaurbe. Tienen apenas 15 y 16 años, pero ya apuntan maneras de maestros de la guitarra. Se conocieron en el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao, trabajan duro bajo la tutela ... de su profesor Jesús Melchor y desbordan talento. Ambos acaban de ganar en la categoría de 'Joven Promesa' el primer premio en el XXII Concurso Internacional de Guitarra José Tomás-Villa de Petrer, en Alicante. «No es el primer certamen que ganan. Son grandes músicos y buenos amigos. La vida da muchas vueltas, pero tienen facultades. Esto no se va a quedar aquí...», certifica el maestro que les guía y anima.
Markel y Beñat ensayan juntos y hasta se presentan en la modalidad de dúos a los concursos. En esta ocasión, han competido por separado. Bajo el brazo llevaban partituras de obras de gran dificultad, como 'Sevilla' de Albéniz y 'La fantasía húngara' de Mertz, que habitualmente se estudian en el Grado Superior, con 18 años, porque no solo exigen virtuosismo sino madurez interpretativa.
En definitiva, que van sobrados porque todavía se encuentran en el Nivel Profesional, que abarca seis cursos. Este mismo año, Markel se las ha arreglado para sacar adelante 3º y 4 ºde Profesional y Beñat ha terminado 4º. «He hecho dos cursos porque así podré acabar los estudios del Bachillerato y el Conservatorio al mismo tiempo. Empecé un poco tarde a estudiar música, por eso iba con retraso. Ahora voy a la par y luego quedaré libre para seguir con la música en el Grado Superior», razona Markel. Su opción más cercana es Musikene, el Centro Superior de Música del País Vasco con sede en San Sebastián.
Lo mismo sucede con Beñat, que sueña con alternar la docencia y los conciertos, «además de hacer muchas cosas más», como su modelo, el guitarrista riojano Pablo Sáinz Villegas, que impulsa proyectos filantrópicos. Pero no hay que precipitarse. De momento se encuentra en Laredo, disfrutando de un merecido descanso, «aunque no hay que pasar demasiados días sin practicar». Son brillantes no solo por su destreza o inspiración, sino también por la disciplina que les lleva a practicar incansablemente, «te apetezca o no te apetezca». Nada, sin embargo, que les haga sufrir, porque los resultados compensan «todos los sacrificios». El premio de este último concurso se ha traducido en accesorios para guitarras y la posibilidad de ofrecer dos conciertos en las localidades alicantinas de Petrer y Elda.
A estas alturas, no conciben su vida sin un instrumento que cayó en sus manos sin más pretensión que ser un hobby. Pero el gen musical pudo más. La madre de Beñat estudió piano, igual que la abuela de Markel, que cantaba en el coro de la ABAO. La pasión estaba latente y en cuanto se despertó les arrastró. «Es como la bici, que también me encanta. Soy miembro de la Sociedad Ciclista Bilbaína y entreno siempre que puedo...», admite Markel con un suspiro. Lo cierto es que no se puede quejar, porque le da tiempo a todo. Es un alumno destacado de la ikastola Urretxindorra, cerca de su casa, en Miribilla. Tiene una capacidad de asimilación tan rápida como Beñat, que está matriculado en el Instituto Saturnino de la Peña, en Sestao. Los dos coinciden desde hace siete años en el Conservatorio y así seguirán dos cursos más. ¿Y luego? El futuro, como la guitarra, está en sus manos.
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