
Los cantantes salvan 'El rapto en el serrallo'
Euskalduna ·
La ópera de Mozart se ofreció anoche con un reparto que dinamizó la lectura de Lucía Marín al frente de Euskadiko OrkestraSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Euskalduna ·
La ópera de Mozart se ofreció anoche con un reparto que dinamizó la lectura de Lucía Marín al frente de Euskadiko OrkestraEl desafío era mayúsculo. Todos los cantantes abordaban por primera vez 'El rapto en el serrallo', igual que la directora de orquesta. Se enfrentaban a ... una obra trufada de pequeñas y grandes dificultades. Es una ópera cómica (en alemán y con muchos diálogos hablados) plena de una alegría juvenil que el genio de Salzburgo no volvería a mostrar en escena nunca más. Mozart tenía 26 años cuando la estrenó y vivía un momento especialmente dulce. Estaba a punto de casarse. Lástima que la batuta de Lucía Marín, al frente de Euskadiko Orkestra, se mostrara poco incisiva, con una lectura necesitada de más chispa y vuelo expresivo. Faltó un ensamblaje sólido entre los cantantes y la orquesta. Nada que no se pueda remontar en las próximas funciones. El público dio anoche un voto de confianza, sin llegar a aplaudir efusivamente.
Lo que no tiene vuelta de hoja es el montaje. La dirección escénica de Mariano Bauduin recrea un harén turco idealizado y esquemático que cae en la atonía. Pasados unos minutos, no hay nada que seduzca. Bien es verdad que en manos de otros profesionales más temerarios y polémicos el montaje muy bien podría haberse convertido en una orgía perpetua, con odaliscas y efebos desnudos, pero ni tanto ni tan poco. En este caso la indumentaria y la escenografía, concebidas por los veteranos Nicola Rubertelli y Odette Nicoletti, no solo fueron recatadas sino también monótonas. En la actualidad se espera más de una representación operística, máxime cuando se ofrece la versión íntegra.
No se cortaron los largos diálogos hablados y tampoco piezas musicales con muchas repeticiones. Más de tres horas duró el espectáculo, descanso incluido, y se hizo largo, con momentos en los que el interés decaía y costaba retomar el hilo. Pese a todo, hay que reconocer el compromiso y la osadía de los intérpretes que se repartieron el protagonismo y peso de la ópera. Hay arias y dúos con rangos vocales brutales. Agudos y graves muy expuestos, que en este caso hicieron sufrir enormemente a Moisés Marín. El tenor granadino bordeó la catástrofe en la piel de Belmonte, un personaje muy arriesgado salvo que seas un fenómeno como Fritz Wunderlich. Ya en el primer acto, con el aria 'O wie ängstlich' ('Oh, con cuánta angustia), se le notó apurado y la sensación de inseguridad fue recurrente. Tampoco estuvo afortunado el bajo polaco Wojtek Gierlach como Osmín, con graves de muy poco fuste.
Noticia relacionada
Conste que el peligro planea sobre la cabeza del reparto en su integridad. No hay divos o divas que se lleven todas las flores y parabienes. Es una ópera de equipo. Las sopranos Jessica Pratt y Leonor Bonilla, junto al tenor Mikeldi Atxalandabaso, fueron quienes asumieron sus roles con más solvencia en esta obra maestra a medio camino entre la comedia y la fábula. En definitiva, cualquier cosa menos plúmbea. Tiene un enfoque tan ingenuo y sentimental –con moraleja incluida– que solo admite el enfoque bufo.
Recordemos que la heroína de la historia se llama Konstanze (Jessica Pratt) y, pese a verse reducida a esclava del pachá Selim, se las arregla para mantenerse fiel a su enamorado, Belmonte (Moisés Marín). Ambos son nobles españoles y sus respectivos criados, Blonde (Leonor Bonilla) y Pedrillo (Mikeldi Atxalandabaso), actúan como el contrapunto chistoso y jacarandoso. La guinda la pone el guardián de la casa de Selim, un tipo muy primitivo llamado Osmín (Wojtek Gierlach). Y por cierto, una curiosidad: el personaje del pachá no canta sino que únicamente habla. Una decisión muy personal de Mozart, que viniendo del genio de Salzburgo se acepta y punto. En este montaje el pachá lo encarna Wolfgang Vater con menos empaque del que uno se imagina en un dignatario tan poderoso. Se le vio medroso.
Hacía casi tres décadas que no se ofrecía esta ópera en Bilbao. Es un título muy popular en la escena germana pero, desde luego, nada en España. En los últimos tiempos, eso sí, cada vez que se monta, se plantea con mimo. El Teatro Real ofreció en 2006 una desternillante versión con escenografía de Miquel Barceló, mientras que el Liceu apostó fuerte en 2010 por el carisma y voz de Diana Damrau. Ahora le tocaba a la ABAO, con la baza de Jessica Pratt, muy querida tras haber protagonizado (y triunfado) en cuatro títulos ofrecidos en las temporadas bilbaínas. Reputada especialista en roles de bel canto más bien ligeros, la cantante anglo-australiana se está decantando ahora por papeles de más peso vocal. Quiere dar cabida en su repertorio a óperas como 'Norma', 'Lucrezia Borgia' y 'Roberto Devereux'.
Su debut en 'El rapto en el serrallo' –una elección en sintonía con esta nueva etapa de su carrera– se saldó con una ovación. Inyección de moral que le vendrá bien en su siguiente parada, precisamente con el rol de Konstanze, que la llevará en breve a La Scala. Su modelo a seguir para el personaje da la impresión de que es la gran Edita Gruberova, no particularmente idónea como Konstanze, al menos en las grabaciones. La soprano eslovaca sonaba más a la Aida verdiana –sutilmente verista– que a la linajuda heroína mozartiana.
El timbre algo ingrato de la voz de Jessica Pratt se hizo anoche más evidente por el afán de cargar las tintas en la capacidad de sufrimiento de la dama española. Superó los agudos y coloraturas de 'Martern aller Arten' ('Todo tipo de torturas'), pero se echó en falta más solidez en los graves. Como contrapartida, pese a que nunca ha estado sobrada de calidez vocal, se esmeró y destacó en 'Welcher Kummer herrscht in meiner Seele' y 'Traurigkeit ward mir zum Lose' ('Cuánto dolor reina en mi alma' y 'La tristeza es mi recompensa').
La luminosidad de la partitura de 'El rapto en el serrallo' (que tiene o debería tener a raudales) afloraba cada vez que abría la boca la soprano sevillana Leonor Bonilla. Hace unos días tenía miedo de sonar «a Chiquito de la Calzada en versión alemana» y el resultado no ha podido ser más satisfactorio. Aquello sonaba a 'gut Deutsch', con el salero de una intérprete capaz de sacudir a todo el mundo del letargo. El rol de Blonde, criada de Konstanze, está llamado a procurarle muchas satisfacciones. Ya desde su primera aparición, con 'Durch Zärtlichkeit' ('A través del cariño'), se ganó al público con una línea de canto muy atractiva. Por contra, su antagonista, el bajo polaco Wojtek Gierlach que encarna a Osmín, no llegó a dar la medida de su personaje. Se quedó a media res, sin la rudeza y poderío necesarios en la voz. Eso explica que pasara sin pena ni gloria un aria tan lucida como 'Ha, wie will ich triumphieren' ('Ah, sobre vosotros triunfaré').
Mención aparte merece el tenor bilbaíno Mikeldi Atxalandabaso, un lujo en cualquier reparto. No solo se marcó un baile en 'Vivat Bacchus' y sacó músculo con 'Frisch zum Kampfe!' ('¡Listos para el combate!'), sino que todavía mejor: en ningún momento se salió del estilo mozartiano. Verle y escucharle fue un disfrute. El genio de Salzburgo le habría dado un abrazo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
El ciclista vasco atropellado en Alicante murió tras caer varios metros al vacío
Alejandro Hernández y Miguel Villameriel
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.