Juan Jesús Rodríguez ha cantado en grandes teatros europeos y americanos, incluida la Metropolitan Opera House de Nueva York ya en tres temporadas, y debutará en breve en el Covent Garden londinense. Este barítono onubense, que dice de sí mismo que hace «muy bien de ... malo», es el protagonista junto a Jessica Pratt e Ismael Jordi de 'Lucia di Lammermoor', la ópera de Donizetti que abre la temporada de la ABAO. La crítica especializada lo considera una de las diez mejores voces verdianas de hoy. Además destaca por otra cosa: analiza el estado actual de la lírica sin pelos en la lengua. Y su diagnóstico no es bueno.
- Alguien dijo que el argumento de cualquier ópera es que el tenor trata de acostarse con la soprano y el barítono quiere impedirlo. Usted representa tan poco simpático papel.
- Los barítonos solemos serlo sí. Claro que los bajos son ya el demonio (se ríe). En 'Lucia' soy un malvado que vende a su hermana para recuperar su reino. Yo hago muy bien de malo. Lo bueno es poder hacerlo en el escenario y no en la vida.
- Ahora en serio. Usted comenzó a estudiar Filología Inglesa y en un momento cambió radicalmente y se encaminó hacia el canto. ¿Qué sucedió?
- Empecé a estudiar Filología pero desde siempre fui el cantante de la familia, nací para esto y un día tomé la decisión de dedicarme al bel canto. Me trasladé a Madrid, donde hice una prueba en la Escuela Superior de Canto, me aceptaron y así empecé. Luego estuve dos años en el coro de RTVE, y también en el del teatro de la Zarzuela, donde tuve la oportunidad de compartir escenario, cantando roles pequeños, con Kraus y muchas de las grandes figuras del momento. Debuté en este mismo teatro con un pequeño papel en 'Eugenio Oneguin' en 1994 y ya como barítono principal en 2000, en Oviedo, precisamente con el rol de Enrico de 'Lucia di Lamermoor'.
- Especializado en papeles de Verdi, Bellini, Donizetti... parece un barítono pensado para el repertorio de la ABAO.
- Hago mucho Verdi, sí, y cerraré la temporada próxima el 'Tutto Verdi' con 'Alzira'.
- A los 50 años, ¿considera que está en el momento álgido de su carrera?
- Siento que estoy en un momento óptimo, porque han madurado mi voz y mi técnica, y domino los grandes roles verdianos, el verismo y el bel canto. Como artista me siento muy tranquilo al salir al escenario y la respuesta del público es muy buena. Creo que mi momento álgido todavía no ha llegado.
- Cantantes aún jóvenes están teniendo problemas de salud, y hay una generación llegando casi a los 80 que sigue en activo. ¿Por qué ese contraste?
- Hay una parte del mundo del negocio que gira alrededor de la ópera que no tiene piedad con los artistas, los explota. Antes se cuidaban mucho las voces, existían personas que ayudaban a los artistas y cuidaban sus carreras porque se reconocía el inmenso valor de un intérprete hasta llegar a su grado de maduración. Ahora se coloca prematuramente en lo más alto a algunos cantantes que no están preparados para la presión de los grandes teatros, las agencias y las críticas. Es preocupante que estén muriendo artistas a una edad tan temprana.
Este mismo año durante su actuación en 'Falstaff' en la Metropolitan Opera House de Nueva York.
Motivos
- ¿Cuáles pueden ser las causas?
- El estrés y la automedicación. Antes de cancelar, toman lo que haga falta porque creen que si no les retirarán de la primera línea o desaparecerán.
- ¿Está apuntando que en su gremio se abusa de la medicación?
- Conozco quienes viajan con un maletín lleno de medicamentos y en cuanto tienen un moco se inyectan cortisona sin ningún tipo de control profesional para estar perfectos. Es una parte muy fea de los que mercadean con la lírica, pero existe. Si alguien dura solo cinco años, da igual. Siempre hay otro nombre en la lista de espera.
- Hace poco denunció que la ópera en España es terreno de corrupción, vetos y favoritismo. ¿Qué está pasando?
- Hablo de teatros públicos, sostenidos con dinero de todos. Ahí los artistas españoles, e incluyo a los extranjeros que se han afincado aquí, no somos considerados ni aunque hayamos demostrado nuestra calidad fuera, solo hay que ver las programaciones de los grandes teatros de nuestro país. Y luego están quienes empiezan y no tienen la menor oportunidad. Eso no pasa en Italia, Francia, Inglaterra o Alemania con sus jóvenes. Nuestros políticos tienen que tomar cartas en el asunto, y no pienso parar hasta que les llegue lo que pasa y protejan lo nuestro. La opinión pública también es importante .
- ¿Hay vetos a ciertos artistas en determinados teatros?
- Los hay porque algunos directores de teatro tienen otros intereses que nada tienen que ver con dar visibilidad y cuidar a los artistas, la lírica y al público. Puede ser algo personal o que tengan colaboración con algunas agencias. ¿Qué explicación hay si no para que artistas españoles consagrados no sean contratados aquí? No hay más que estudiar las programaciones de algunos centros líricos para ver que unas pocas agencias se reparten los artistas hasta para los pequeños papeles.
- Usted ha dicho en concreto que está vetado en el Real.
- Sí, he dicho que siento que estoy vetado por Matabosch (director artístico del Real). Ellos lo niegan y a veces aluden a que el problema es que no tengo hueco en mi agenda. No es cierto. Ha habido veces que me han ofrecido un rol con meses de antelación, y así no se trabaja. Ya tienen la programación hasta 2024 y compromisos con artistas para esas temporadas. Lo digo alto y claro: mi prioridad es trabajar en mi país, en el Real, el Liceo y los otros coliseos españoles. Ya me sucedió algo así cuando empezaba.
Hacer la maleta
- ¿Qué?
- Me dijeron que si me quedaba en el Real solo haría partiquinos de lujo y, si se producía una baja, alguna sustitución. No lo acepté, fui a Hannover, me hicieron una audición y me dieron un papel protagonista en el inicio de temporada. Aquí, si los jóvenes quieren trabajar, deben estar dispuestos a hacer la maleta.
- ¿Por qué se denuncia esto tan poco?
- Por miedo. Cuando digo algo, al día siguiente recibo centenares de mensajes de colegas que me dicen que soy muy valiente y que digo la verdad, pero no acaban mojándose. Existe una mafia que da miedo y eso permite que las cosas sigan como están, pero hay que denunciar la situación y pedir responsabilidades a nuestros representantes.
- ¿Pasaba algo así en los años cincuenta o sesenta?
- En esa época, al menos por lo que conocemos de las grabaciones, todos eran buenos. Ahora además de buenos también hay artistas que rozan la mediocridad cantando en grandes teatros y magníficos artistas que están en su casa.
- ¿Teme represalias por sus opiniones?
- La penalización es no contratarme, ya lo hacen y ya me lo han dicho directa e indirectamente: si hablas, no te contrataremos. Pero no tengo miedo. El agente más importante de este pais, que es el que abre la puerta a los agentes extranjeros, ha llegado a mandar un emisario a mi agente internacional para que prescindiera de mí aludiendo a que soy una persona «conflictiva». Es increíble a dónde pueden llegar. Como decía, no tengo miedo. Es una forma de proteger mi libertad como artista y poder entregarme al público. Soy un artista honesto, una persona normal, como hay tantas.
«Sufrí un acoso por parte de un cargo importante»
- Además de la corrupción en las contrataciones de las que habla, la lírica está sacudida ahora por las acusaciones de acoso sexual. ¿Conoce usted casos?
- Han sucedido y suceden, como en otros ámbitos. Los he visto y los he vivido en mis propias carnes. En el Real, hace unos veinte años, sufrí un acoso por parte de un cargo importante, que me dijo que no cantaría ni en ese ni en ningún otro teatro «si no me portaba bien».
- ¿Lo denunció?
- No lo hice en el juzgado porque tenía un solo testigo y me dijeron que podía no ser suficiente. Pero escribí una carta contándolo y la envié a la dirección del Teatro, el Ministerio, la Fundación y el Ayuntamiento de Madrid; ahí consta en sus registros. No tuve respuesta alguna. Y ese alto cargo dirige hoy un teatro.
- Usted dio la cara en esa carta. ¿Entiende que haya denuncias anónimas?
- Entiendo que tengan miedo, pero creo que eso se combate uniéndose y sacando a la luz lo sucedido. Yo con esa carta creé un precedente para futuras denuncias en el caso de que esta persona siguiera en su intento de abuso de poder con otros artistas. Ahora algunas denuncias quizá parezcan exageradas pero es lo que sucede cuando ha habido impunidad durante tanto tiempo.
- ¿Cómo puede dañar a la lírica todo esto?
- Si tú contaminas esa pureza del arte, esa belleza que la gente espera en la ópera, estás destruyendo algo sagrado como es conmover, sensibilizar, tan necesario en este momento. Como público entiendo que es difícil diferenciar la parte personal de la artística. Sin duda, ante un artista acusado de un comportamiento así que ha sido demostrado será complicado conectar con el arte, con la magia. Ahora bien, no debe condenarse la lírica porque alguien lo haga mal. Lo necesario es limpiar todo esto.
Las frases
Corrupción en los contratos
«Hay directores de teatro que tienen intereses particulares o colaboran con agencias»
Escasez de denuncias
«Existe una mafia que da miedo y eso permite que las cosas sigan como están, pero hay que contarlo»
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