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Con 13 minutos de inexplicable retraso comenzó el sábado en un Palacio Euskalduna con tres cuartos de entrada (1600 personas) el concierto en dos partes que ofrecieron los leoneses Café Quijano. En total tocaron 22 canciones en 132 minutos (dos horas y cuarto, media más ... de lo que aseguraba la web del Euskalduna, y le sumamos el cuarto de hora de demora….), y el hermano líder, Manuel, pareció ronco, cantó reservándose, a menudo pareció que le tapaba el acompañamiento musical y el muy charlatán abusó del rol de monologuista humorista, algo pesado sobre todo para los que nos conocíamos los chistes: lo de románticos empedernidos lo usamos de titular hace año y medio y la historieta de él haciendo la colada, preparando la cena y fregando se la hemos oído al menos tres veces.
El concierto, muy profesional y meditado, tuvo dos partes, la primera, bolerista y descendente, con los tres hermanos trajeados y con pajaritas, y la segunda, popera y de nuevo ascendente pero a trompicones y con dilaciones, para la que los Quijano reaparecieron con playeras y camisetas. Curiosamente, aunque Café Quijano llevan 22 años de carrera, el público promediaba una edad muy avanzada (por una vez, Azpiazu y mi persona éramos de los benjamines), y es que las entradas eran bastante onerosas (a ojo entre 43 y 66 las de abajo), pero este público entró a saco también en la parte más roquera y eléctrica, cuando se puso a dar palmas, a cantar y a bailar.
Con el mentado retraso salieron Café Quijano y empezaron boleristas y descendentes: mucho mejor en quinteto desnudo que con la banda, en total un octeto que difuminaba las emociones de modo artificioso. El ronco Manuel contó que se habían pasado seis años cantando boleros (y recordemos que el lustro previo el grupo estuvo en el dique seco) y los leoneses se lucieron en las piezas más desnudas, como las inaugurales y en quinteto 'Qué será de mí' (con las voces tan bien armonizadas) y 'Qué más da' (con Manuel como excelente requintista genuino), y también el 'Te matan los celos' (en septeto más diluido). Y entre los discursos de Manuel (que si son romántico, que si el amor por eterno siempre…), subrepticiamente derivaron hacia el pop latino ('Me enamoras con todo') y hasta al pop a lo Taburete, grupo al que los Quijano influyen descaradamente ('Robarle tiempo al tiempo', con el hermano contrabajista Óscar dando saltos y pidiendo palmas en escena).
Habían tocado ya siete temas y, tras un cambio de ropa y de equipo sin avisar que duró unos cinco minutos y donde se intentó distraernos con un instrumental abrupto de fondo, los Quijano reaparecieron más deportivos para una segunda parte eléctrica y descaradamente comercial que generó un ambiente poco apropiado para el Euskalduna, con sus butacas y distancias. Sobre un escenario que continuó con humo, pocas luces, ninguna pantalla de fondo y sombras premeditadas para sus cinco músicos de acompañamiento (no se les veía: ¡el baterista igual era un muñeco!), Café Quijano reiniciaron con 'Tequila', mejor les quedó un 'Cerrando bares' a tres guitarras y cuya letra parece una diatriba contra alguien (quizá alguno de ellos mismos), y se volvieron a poner melosos: «el hilo conductor es el amor, lo que rige absolutamente todo en nuestras vidas», contó Manu.
Y prosiguieron el espectáculo con su batiburrillo irregular de pop-rock comercial, un cancionero que cuenta historietas de amor y juergas que a muchos les han sucedido. En eléctrico les quedaron por la parte baja la al principio country y fitera y al final ska 'Sólo te puedo decir', el pop de consumo español 'Jamás, jamás', la afectada y con reverb y disposición escénica pedante (quiero) 'Saber si estoy a tiempo', una 'Lola' superalargada de mil maneras (coros iniciales, prólogo instrumental, Manuel tocando sobre el foso…), y un pusilánime 'Perdóname' que han grabado con Willy de Taburete (es que Manuel cantó muy bajito todo el rato; un Manuel que se quitó la chaqueta en esta penúltima canción y observó Azpiazu: «esta mazas, ¿eh?, mejor que nosotros»).
Y durante esa segunda parte dilatada, eléctrica, irregular y comercial con muchos ganchos para el oyente normal o transversal, Café Quijano se anotaron dianas como la reguetonera a lo Shakira y con uh-uhs tribales 'Habanera', la equívocamente sensual 'Dame de esa boca' que según Manuel se trata de una botella (de alcohol se supone), el reguetón rock 'La vida no es la la la' (título de su último disco y que pareció muy estridente para el solemne Euskalduna), el 'No tienes corazón' que cantaron con Sabina y que les quedó algo zíngaro, la tropicalona 'Mina' y dos más del bis, un bis que Manuel ralentizó con el monólogo de la colada (quizá con tanto parón descansaba la garganta), dos rocks taberneros: algo Dire Straits 'Nada de nada' y literalmente hostelero el cierre con 'La taberna del Buda', dos temas que pusieron a cantar y a bailar a las 1600 personas, que salieron encantadas del Euskalduna por la melaza amorosa, los halagos de los oficiantes, tantas canciones reconocibles y la predisposición positiva y participativa de los Quijano, al principio preguntando qué tal estábamos y al final pidiendo que no nos sentáramos. Para fiestas de Bilbao, en Abandoibarra, estarían muy bien.
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