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Se vendieron todas las entradas este viernes en el Teatro Campos Elíseos, que tiene 805 asientos, para ver a Bustamante (David Bustamante Hoyos, San Vicente ... de la Barquera, 43 años) en la gira de su undécimo álbum, 'Inédito' (Universal, octubre de 2024), que repasó entero, pues sus diez cortes se infiltraron en su concierto de 17 temas (uno fue en popurrí acústico) en 91 minutos, diez menos de los prometidos, ya que el bueno de Busta se saltó varios títulos del setlist: seguro que faltaron 'Miente' y el primero previsto para el bis, 'Ya no puede esperar', y no pondríamos la mano en el fuego pero del popurrí acústico podaron 'Hoy tengo ganas de ti'. Conocemos las ausencias porque el amigo Óscar Esteban, cual francotirador, desde el segundo piso y con el teleobjetivo sacó una foto del setlist dispuesto a los pies del bajista.
Bustamante actuó en sexteto y se impuso por su carisma y su llana simpatía (aunque sobraron un par de palabrotas). No obstante, el concierto, el espectáculo, no fue bueno, pero no por su culpa, sino por los condicionamientos técnicos del Campos (como está sin insonorizar tiene un limitador de volumen, ya saben), y quizá porque trajeron un equipo de sonido insuficiente, y es que no era normal que no se oyera casi nada de la música en el por eso tema más flojo de los 17, 'Cerca de mi piel' (el 14.º), y desde el principio la batería sonara capada, como diría el amigo Azpiazu, o sea sofocada (a veces parecía que ni estaba amplificada).
Falló el sonido general, por su volumen risible, no la banda (tocaban bien, y se certificó en el solo de bajo, cuando alguien del público pidió que sonara más alto, ¡y eso que sería un profano del patio de butacas!), ni el repertorio (buenas canciones comerciales la mayoría, temas ora de pop global transversal, ora melódicos y amorosos, ora movidos y movedores en distintos estilos), ni siquiera el bueno de Bustamante, que avisó en su primer parlamento que hacía diez días estaba en un hospital con covid, y se curó en salud: «perdonadme por si no estoy al cien por cien».
Y no llegó a su cien por cien. Tosía disimuladamente y bebía de un termo y de una jarra llena con lo que parecía agua de limón. Como observó Óscar Esteban, «voz sí tiene, pero parece que le falta el aire». Así fue, pues intercalaba algunos alardes vocales, y se movía ocasionalmente por el escenario, pero en general, además de los títulos consignados en el setlist que ya hemos dicho que se saltó, el bueno de Busta no cantó muchísimos versos (hizo como el veterano Rafael Basurto, el bolerista de Los Panchos, que deja cantar al público para dosificar fuerzas) e hizo varios mutis inesperados (en uno, para cubrir su ausencia, se puso a cantar la corista, que le apoyó bien con las segundas voces).
Pues ya explicado el panorama general, repasemos el repertorio. Bustamante abrió con la novedosa 'La siberiana' y el feble volumen de la sala y el asmático sonido de la batería nos pusieron en lo peor. A la segunda, 'Devuélveme la vida', se notó que la gente cantaba tanto que lo tapaba todo. A la tercera, 'Feliz', se marcó una coreografía cuádruple (él, la corista y los dos cordofonistas, o sea el guitarrista y el bajista). A la cuarta la gente le gritaba «Busta, mira para arriba» (a los palcos) y coreaba «ese Busta, ese Busta, eh, eh…». Y el bueno de Busta se secaba el sudor con una toallita, como hacía Elvis, y es que tuvo muchos detalles presleyanos: la pose inicial estatuaria, el secarse el sudor, el lanzar las toallitas a las fans, el tupé envidiable, la camisa desabrochada dejando ver el pecho lampiño, algunos pasos de baile, el hablar como William de Los Brazos (otro fan del rey del Rock), y la propensión hacia las baladas ampulosas.
Antes de la cuarta dio su primer parlamento. Saludó en euskera («gabon, Bilbao, zer moduz»), prometió que se pondría las pilas en las redes sociales (que las tiene desatendidas, dijo), informó de que hacía diez días estaba en el hospital por covid y soltó lo de «perdonadme por si no estoy al cien por cien», anticipó un 'menú debustación' (sic) en el que encajarían bien las nuevas canciones con las antiguas, y cantó la balada 'Derramando verdad', entre Sergio Dalma y el Mario Biondi que había vendido más de 700 entradas a esa misma hora en el Arriaga (en septeto y con buen sonido, qué diferencia...).
Antes de la quinta le gritaron 'artista' y él replicó «artista tú», y se puso a denunciar el odio en las redes, eso que tanto sufre (es por envidia, David: 'Que se mueran de envidia', como diría Dani Martín) y que le ha inspirado para componer una pieza del nuevo disco, 'Soy capaz'. Y prosiguió con más temas del disco 'Inédito', un larga ristra con 'Gracias' (muchos versos se saltó aquí; ah, Busta no cantaba mucho, pero cuando lo hacía no desafinaba), 'Calma' (y tosía todavía más, disimuladamente; desde el segundo piso veíamos todos los detalles), el pop-rock animado a lo Aitana y 'El día que te vayas', donde echó varias carreras por el escenario (en esta el flojo volumen limitó el potencial de una canción mejor resuelta en vivo que en disco), la balada itálica 'Hacerlo mejor' (cuando hizo mutis y le sustituyó la corista, anónima para nosotros porque al presentarla chilló su nombre, como un heavy, y no se le entendió nada), la canción a solas 'Se acabó' (ésta una balada en plan Pecos en la que demostró su valía a la guitarra), y las dos unidas en el popurrí acústico ('Suma perfecta' y 'Hola qué tal').
La gente estaba contenta y cantarina. La mayoría del público era femenino y se habían repartido globos que, al explotar, se les oía, lo cual no debería suceder en un concierto con el volumen lógico y necesario. Y por el epílogo avisó el cantante cántabro de que venían curvas, y encadenó éxitos transversales como 'Dos hombres y un destino' («por el amor de esa mujerrrr…»), el rock 'Cobarde' (flojo y demasiado suave por el volumen escaso, perdón por la insistencia), o la última, 'No soy Superman', con las fans de la primera fila bailando la coreografía, y alcanzando antes una cima de la cita con 'A contracorriente'.Bustamante merece volver con mejor salud y a con un sonido o volumen que haga justicia a su voz, su cancinoero y a su banda.
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