El bel canto agita el Garaje San Mamés

Los días 3 y 4 de octubre, a las 19.30 horas, brindarán la ópera de Gaetano Donizetti con Borja Mariño al piano (también se incluirán pasajes de flauta y arpa, con Pilar Constancio y José Antonio Domené). Se trata de una adaptación reducida, que dura 90 minutos en lugar de dos horas y media. No hay orquesta ni coro, pero sí un elenco con buenas voces: la soprano Ruth Iniesta (Lucia), el tenor Shalva Mukeria (Edgardo), el barítono Manuel Lanza (Enrico), el tenor Emmanuel Faraldo (Arturo), el bajo David Cervera (Raimundo) y la soprano Ruth Terán que asumirá un rol de mezzo (Alisa). «Estamos muy orgullosos de contar con profesionales de tanto nivel. Al igual que el año pasado, tenemos un equipo de primera que confía en Emiliano. Es su segunda experiencia como director de escena. El año pasado debutó con 'La Bohème' y ahora, con 'Lucia di Lammermoor' también lo dará todo», recalca Macarena Bergareche, una ejecutiva que apuesta por «los espacios alternativos y sorprendentes» para enganchar a los más jóvenes.

Los cantantes tendrán tres jornadas de ensayos; una en las dependencias de la ABAO y dos en el Garaje San Mamés. No necesitarán más tiempo para refrescar la memoria –todos conocen sus roles a la perfección– y para familiarizarse con los 125 metros cuadrados acotados como escenario en el vetusto aparcamiento bilbaíno. Tendrán que actuar en un espacio rectangular, con el público muy cerca, a modo de ring de boxeo. No habrá butacas sino sillas de tijera, con un mullido cojín. El aforo máximo será de 336 personas y el precio de las entradas se presenta bastante asequible (36 euros, salvo la primera fila que costará 61).

Hay expectación por saber cómo funcionará un título tan primoroso y convulso (de capa y espada en su versión original) en un marco que parece más propio de una película de Batman o el Joker. Ni las vidrieras roñosas ni el surtidor de gasolina se muestran como el atrezzo ideal para un historia que transcurre en la Escocia del siglo XVII, con clanes enfrentados, un amor imposible, noches de boda que terminan a cuchilladas y un suicida que canta divinamente en su agonía. Esto último lo bordaba Alfredo Kraus, un tenor muy serio pero al mismo tiempo muy niño. «Tiene que gustarte jugar para disfrutar de la ópera. ¡Jugar locamente! Hay que liberar lo que llevas dentro con la candidez de los chiquillos», decía el tenor canario.

Una inocencia que también derrocha Emiliano Suárez. Es lo que le permite salir indemne de la aventura de Ópera Garage. Se atreve con todo: empresario y fotógrafo, además de heredero de la reputada saga de joyeros bilbaínos, tiene estudios de canto y muchos amigos en el mundo de la escena. Le sobra aplomo para tomarse, alegremente, todas las libertades del mundo como director de escena de 'Lucia di Lammermoor'. Ofrece una versión personalísima, todavía más rompedora y sórdida que «La Bohème» del año pasado que ambientó en Nueva York. Ahora no solo modifica el argumento sino que cambia el orden de escenas fundamentales. Pero no lo hace con ánimo de polemizar.

«He trabajado a fondo la dramaturgia. Quiero brindar una historia actual y creíble que conecte con el público. Nada más», recalca Emiliano Suárez. Con ese empeño, no ha dudado en situar la historia de 'Lucia di Lammermoor' en el siglo XXI para después convertir a la pareja protagonista en un trasunto de Amy Winehouse y Johnny Depp. Las drogas, y no la enemistad entre familias, serán el detonante de la tragedia. «Es un enfoque respetuoso con la música», insiste el responsable de la dirección de escena, muy crecido por el éxito de su adaptación de 'La Bohème', que de momento ya se ha ofrecido en Barcelona (fábrica de Palo Alto en Poble Nou) y Madrid (Garaje Aida). Hoy se estrenará en Burgos (nave Desguaces Foro).

Se calcula que el 35% de los espectadores que acuden a los montajes de Ópera Garage no han asistido nunca a una velada lírica dentro de un teatro. «Nuestro objetivo es picarles la curiosidad. Que sea una experiencia que les anime a comprarse una entrada y disfrutar, por ejemplo, de la temporada de la ABAO», subraya Emiliano Suárez.

– ¿Qué pensaría Donizetti de los cambios que ha hecho usted en la ópera «Lucia de Lammermoor?

– Donizetti era un culo inquieto. Vendría, seguro. Y se compraría una entrada de primera fila.

– Ya, pero ¿le gustaría?

– Sí. Con las debidas cautelas.