Bilbao se convierte en el zoco del negocio musical

Y es que cualquier cosa relacionada con la música se vende, se compra, se comercia o se publicita estos días en el encuentro internacional del sector organizado por Last Tour en el Palacio Euskalduna, que da cita a alrededor de 4.500 profesionales de la industria en un entorno propicio para generar conexiones, contratos e inversiones, convirtiéndose así en una suerte de zoco del negocio musical.

El BIME Pro, el meollo del evento que cuenta también con su sección Live de conciertos en salas, es un auténtico hervidero de gente que se mueve en torno a decenas de stands, marcas, visuales, estímulos... No hay quien quiera quedarse al margen de toda esta locura, ni de los corrillos que se forman en torno a la barra central, con cervezas y cafés siendo testigos de conversaciones y encuentros que quizás sellen futuros lanzamientos de artistas que el gran público no conoce todavía.

Todo este clima provoca una sensación un tanto abrumadora, a la altura de uno de esos grandes congresos empresariales, donde destaca además la juventud de los 'bimers', evidenciándose así que hay una nueva generación apasionada no solo ya por la música, sino por los entresijos de una industria compleja y que ha superado los altibajos de principios de siglo.

También tiene a veces el BIME aire de Fitur, con stands musicales de Murcia, la Comunidad Valenciana o incluso de Chile. Y es que la conexión con Latinoamérica es muy fuerte en el terreno musical en una época en la que 'el charco' no es ya una frontera insalvable, y en la que artistas españoles y latinoamericanos se retroalimentan a diario. Basta recordar que, además de Bilbao, el BIME tiene también como sede Bogotá, a donde se traslada todos los años en primavera.

Una cuestión esencial sobrevuela todos los años la cita de la industria musical: ¿Cuál es el futuro del mercado de la música? Casi nada. Pero para ello están las decenas de expertos conferenciantes, haciendo análisis, cábalas y vaticinios sobre el devenir de la escena artística y de todo lo que conlleva. Y es que las conferencias, coloquios, encuentros y talleres son la espina dorsal del BIME, con una complejísima y exhaustiva agenda de charlas con temáticas para todos los justos. Pese a que pueden celebrarse cuatro o cinco encuentros a la vez, destaca la organización al milímetro, empezando por la puntualidad británica con la que empieza y acaban.

Apuesta uno por entrar en la de Villano Antillano como podía haber ido un rato antes a la de Albert Pla. Y la intervención de la artista trans portorriqueña se convierte en una apología del reguetón, desterrando que tenga per sé componentes machistas y defendiéndolo como un estilo propicio para reivindicar las identidades queer y no binarias. Se esté o no de acuerdo, es un discurso que no deja indiferente a nadie.