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Robe, ex de Extremoduro, en una foto de archivo. Efe
Todo bien con Robe en Miribilla

Todo bien con Robe en Miribilla

En un pabellón deportivo lleno por 9.000 almas, el ex de Extremoduro dio un largo concierto en dos partes: la primera muy buena y, tras un descanso de media hora, la segunda cursó colosal

Domingo, 20 de octubre 2024, 08:07

Se podía barruntar que, si no fallaba la acústica del pabellón baloncestista, todo saldría bien en Miribilla durante el concierto del exlíder de los disueltos Extremoduro, Robe, alias o apócope del extremeño Roberto Iniesta Ojea, nacido en Plasencia hace 62 años, localidad donde vuelve a vivir tras muchos años residiendo en Gernika. Y así fue porque el pabellón sonó bien, la banda (un septeto) se reveló engrasada, se entendieron bastante las letras, y sólo se podría protestar por los 15 minutos de retraso (aún había largas colas para entrar al recinto) y por el excesivo intermedio de 32 minutos entre las dos partes del macroconcierto, y quejarse levemente por parte del público que fumaba (era de esperar) y porque las entradas de grada no estaban numeradas, con lo cual no era fácil encontrar un sitio libre si se apuraba la llegada.

A partir de ahora, ni una pega. Robe vino a Bilbao en la gira llamada 'Ni santos, ni inocentes', y en Bilbao tocó 22 temas en tres (sí, 3) horas y seis minutos (incluyendo los 32 de intermedio), de ellos unos 7 de los 10 que componen su cuarto y último disco a su nombre, 'Se nos lleva el aire' (diciembre 2023), y seis de Extremoduro, que fueron de lo más coreado por la concurrencia, mixta y con más jóvenes en la pista que en las gradas. Ah, y fuera había vendedores piratas de cervezas, y mucho más alejados del pabellón, vendedores de camisetas no oficiales del artista oficiante.

Fue muy buena la primera parte del show de Robe, de 11 temas en 75 minutos. Muy progresiva y variada, con un violín que recordaba a menudo al folk rock de los Waterboys (más que al de los Celtas Cortos, ¡vive Dios!). Una progresividad evidente desde el arranque con 'Destrozares' (y Robe apareciendo debajo de un foco celestial, como los que iluminan a Raphael), y sobre todo al principio con la voz puro Josele Enemigo ('Adiós, cielo azul, llegó la tormenta', la aflamencada 'Contra todos').

Una progresividad propensa a la épica. Ambiciosa y rompedora de parámetros, y es que por qué Robe no va a imaginar que podría hacer su propio 'Sargento Pimienta' como los Beatles ('Puntos suspensivos', con su voz en un tono pueril), o soñar con que es el Springsteen de la dehesa (el saxo de 'Nana cruel', una nana dedicada «a los menores que viven en zonas de conflicto, en especial a los que viven en Gaza», o el soul optimista con el reverso de la letra en 'A la orilla del río').

Temas de Extremoduro

Y llegó la trilogía de Extremoduro, y la gente cantó cuando más: en 'Standby', en 'Buscando una luna' y en una 'Si te vas...' comenzada como rock de cámara primaveral y rematada con intensidad guitarrera roquista. Y despidieron ese primer set con deje Albert Pla ('El hombre pájaro', con ese violín tan intenso, tan incisivo…) y la creciente 'El poder del arte' («en esta canción hay metáforas más reales que las personas que pasan por la calle», presentó Robe).

Cuando acabó la del arte dijo «me encanta el olor a napalm por la mañana» (o sea que le gustaría ser el Coronel Kilgore de 'Apocalypse now'), anunció que habría un descanso de 5, 10, 15, 20 minutos (al final fueron 32), y que podríamos aprovechar para beber o mear. Y cuando regresó el septeto se marcó una segunda parte impactante, arrasadora (¿el napalm?), más transgresiva que progresiva, con el violín más Ara Malikian que Waterboys, por ejemplo en ese reinicio con el instrumental 'Mussorgsky. Pictures at an Exhibition. IX: The Hut on Chicken's Legs', del ruso Modest Mussorgsky, que nos recordó a Focus y estuvo precedido por un solo de batería que casi nos mata del susto de lo alto de volumen y explosivo.

Los músicos de Robe se movían mucho por el escenario y en este segundo set lo hicieron más todavía mientras encadenaban un transgresivo y frenético 'Haz que tiemble el suelo', el andalusí a lo Derby Motoreta's Burrito Kachimba 'Poema sobrecogido' (el cuarto tema de Extremoduro), el violín a lo Malikian prendiendo el 'Segundo movimiento: Mierda de Filosofía', un largo y torrencial 'Cuarto movimiento: Yo no soy el dueño de mis emociones', con Robe apoyándose en el telepromper (y con coros en caída libre de la segunda voz, masculina como todo el grupo de acompañamiento, aunque algunos llevaran falda), la copla llevada al paroxismo de 'Coda feliz' (con Robe dando una patada al pie del micrófono, que se fue al suelo), o ese híbrido entre los Derby Motoreta's y Black Sabbath que fue 'Viajando por el interior' (ay-ay-ay-ay...).

Y no se desinflaron, ni se quedaron sin energía, aunque se notaban parones entre tema y tema (quizá por elegir el repertorio sobre la marcha, ya que cambia bastante de concierto a concierto). Robe y los suyos prosiguieron felicitando a su 'paisano' (sic) el Txingurri por su buena labor del sábado (el Athletic de Valverde ganó 4-1 al Espanyol a la hora de comer) antes de la punki y noventera 'Esto no está pasando', la gente cantó cuando más en la muy influyente en Estopa 'Jesucristo García' (la quinta de Extremoduro, y qué maestría guitarrística demostró Robe en su introducción), 'Nada que perder' nos siguió sonando a otra canción anterior y famosa que no identificamos, y acabaron con 'Ama, ama, ama y ensancha el alma' (la sexta de Extremoduro), con momentos Lynyrd Skynyrd mientras Robe recorría la delantera del escenario despidiéndose de la audiencia de corazón, como si fuera…, Raphael (¡que estará en el mismo escenario el sábado 16 de noviembre!).

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