Han pasado dos días desde la muerte de Aute y Massiel no tiene ánimos para entrevistas, «prefiero hablar del tirón de lo que ha sido para mí Luis Eduardo», dice por whatsapp. Se conocieron en la adolescencia, «antes de que yo empezara ... a cantar, y está presente en toda mi vida. Teníamos una relación de gran hermandad e intimidad. Nunca ha habido una intención amorosa ni de coqueteo por mi parte, ¡que no hagan leyendas! Siempre he contado con él y él conmigo. Hubo un tiempo en el que hablábamos varias veces al día. Luego en la vida hay épocas que te separan, olvidas cosas y te vuelves a reunir».
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La despedida les ha pillado a distancia, como todos estamos ahora. «Soy bronquítica y no salgo, me han sacado al perrito y me han ido a comprar las medicinas. Si me da un ataque de tos no te preocupes, no tengo el corona, estoy con catarro». Pero su voz suena inconfundible y cada vez más firme. Sobre todo para «desmontar leyendas» en torno a 'Rosas en el mar', una canción que se convirtió en un himno y que muchos tenemos en la cabeza desde la muerte de Aute. Y sin embargo, pasó todo un año «guardada en un cajón».
Cuando era un joven «tímido que no quería cantar, quería componer y, sobre todo, pintar», le dio a Massiel una cinta de las de entonces, «redonda y muy grande porque tenía un magnetófono bueno». Ella se la entregó a la compañía Zafiro, pero los temas no gustaron. «No los entendían. Bien es cierto que las mejores canciones las hizo después». Al cabo de un año, «alguien escuchó 'Rosas en el mar' y decidió que yo podía cantarla». Para entonces, había animado a Aute a perder el miedo a su voz. «Conseguí que firmara con la RCA Víctor y a él también le pidieron que la grabara. La sacamos al mismo tiempo, él con 24 horas de adelanto». Pero la gente se quedó con la versión de Massiel. «Él me contaba que en América pensaban que la había escrito yo».
«Voy pidiendo libertad y no quieren oír...». Lo de canción protesta disfrazada de canción de amor, que tantas veces se ha dicho, le suena a etiqueta. «Aquí decían que era un himno a la revolución cubana y en Cuba que era una protesta contra el Gobierno de Franco, ya ves que todos los extremos son parecidos», dice. «Aute nunca pensó en hacer esa canción con una idea política, siempre ha sido muy ácrata. La concibe como una canción de amor y de esperanza un poco basada en la estructura de 'Blowing in the wind', un poquito country. Lo que pasa es que yo la llevo a otro terreno».
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Festival de Varadero, Cuba, 1967. Ella presentó su versión el día en que los pioneros, «los niños vestidos de rojo», iban a tirar rosas al mar en memoria de Camilo Cienfuegos, el líder revolucionario «hijo y nieto de asturianos» que desapareció «de forma misteriosa» en un avión. Llevaba un vestido rojo «de modista de barrio», le dieron un ramo de rosas y tras cantar lo depositó en el suelo y dijo unas palabras, «el arranque improvisado y poético de una niña de 19 años. De ahí nace la leyenda de que pertenecía al partido comunista y era protegida de Fidel. Ya me habían calificado como cantante protesta con mi primera canción. Di que no, di tú también que no...», entona. Del catarro ya ni rastro.
Ella ha perdido a un amigo, todos «a un gran autor pero también a un cantante irrepetible», por mucho que le costara creérselo. «Ese falsete, esa afinación, esa calidez que no tiene nadie... porque todos van a cantar a gritos y un poco afónicos. Yo que le conocí con un pitillo en la mano y en la misma mano un chupito de Fundador o de Veterano, y nunca se quedó afónico». Otra señal de que era «un prodigio de la naturaleza, grande entre los grandes. Sobre todo, diferente. Muy elegante, muy exquisito, muy educado, con un físico que gustaba mucho a las señoras».
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En esta extraña despedida, con todos sus amigos confinados, «no podemos darle el homenaje que merece, pero todos se los hemos dado en vida y más que le quedan. Para mí a partir de que entró en coma ya se fue, pido por favor que si un día entro en coma no me saquen. Siento mucho la muerte de Aute, pero los grandes creadores nunca se mueren y, como él dice, siempre queda la música».
La muerte de Luis Eduardo Aute ha vuelto a poner en circulación la versión de 'Al alba' interpretada por Marisol y Camarón de la Isla. La grabación, que parece realizada en una reunión informal, apareció como inédita en 2016, en la web veoflamenco.com. Le cambiaron buena parte de la letra aunque Marisol mantuvo el estribillo de la canción, el «quiero que no me abandones amor mío al alba».
Los dos eran muy amigos, muy cómplices. La artista ayudó económicamente en los malos momentos, que fueron muchos, al cantaor al que los flamencos siguen venerando, casi treinta años después de su fallecimiento.
Fue una amistad que quedó en su intimidad y que sólo conocen de cerca sus círculos más próximos. En la grabación, Marisol muestra su voz adulta, la que ya se adivinaba en los setenta, antes de que se retirase; y Camarón, la que le hizo un mito.
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