El público bilbaíno vibra con el intenso y pasional concierto de Asier Etxeandia

Jugando en casa con la platea predispuesta, Asier se mostró sobrado de voz como el animal escénico que es pero, parafraseando una de sus letras, volvió a transmitir la sensación de 'haberse tomado el doble de lo que el médico le recetó'. Y es que el prófugo artista bilbaíno siempre parece sobreactuar al dramatizar la intensa, ambiciosa y pasional, pero también algo deslavazada y pretenciosa, combinación de ópera rock setentera, cabaret y electro pop hedonista que parece su teatral espectáculo de estética algo barroca que, con vocación trascendente, propone un viaje vivencial con el que apela a superar miedos y encarnarse en 'mastodontes que se liberan de sus cadenas para expresar su exclusiva belleza'. Su público, eso sí, siempre le reconoce su entrega incondicional.

Respaldado por el bajista, guitarrista y productor italiano Enrico Barbaro, con quien sintonizó representando 'El intérprete'. Asier arrancó con ostentosa túnica roja «la noche más hermosa, porque no hay nada mejor que estar en casa» emulando a Lord Byron para ir suscitando afinidades con el Tino Casal mas ostentoso o el ambiguo Bosé de 'Salamandra' en temas como en 'Blues de niño' o el 'Bilbao' que le vio nacer 'junto a la ría como rata de ciudad'.

Entre cortos infantiles línea Pink Floyd y épica con falsete muy Bowie, Asier fue alejando el recuerdo de su iniciática opereta rock 'Feromona Feliz' para derivar hacia el electro rock y al pop sintético al apelar al baile ('quiero veros botar' repitió) en temas con funkero pulso neoromántico como 'Hacer' o la muy glam 'Este amor'.

Dedicada a su madre y 'a todas las mujeres tengan coño o pene' se desmelenó el interprete como 'Su forma de andar' que puso al personal en danza al verle bailar como un poseso, con su indumentaria veneciana, el tema central 'Mastondonte'. Fue el cenit de su reducida transfiguración y 'experiencia sensorial' que, con una gigantesco paquidermo inflable plateado, culminó con un hedonista crescendo bailable ochentero. «Esto es puro Bilbao», sentenció Etxeandia que, con el recuerdo de pasionales borracheras de madrugada, se entregó a girar con un derviche en una rave noventera en 'Redención' con la que cerró su triunfo jugando en casa con el apoyo de la afición a la que animó a «quemar Bilbao». «Os lo habéis ganado Pichichis». Se despidió en vena futbolera el siempre excesivo, entregado, lisonjero y colega Etxeandia.