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Sonorama Ribera afronta desde este miércoles su edición número 27 haciendo gala de un modelo exitoso de festival tras vivir años complicados, en los que su supervivencia no estuvo asegurada, durante la pasada década. Y ese modelo por el que ha apostado con acierto el ... evento de Aranda de Duero pasa por ir a contracorriente y diferenciarse de sus competidores apostando netamente por la música en castellano y desterrando los nombres anglosajones que suelen copar los carteles veraniegos.
De esta manera, son los artistas nacionales los que llenan la programación del festival, que además en sus últimos años ha abierto miras y ha dejado de limitarse a la música alternativa, haciendo hueco también al pop, al hip hop y a las nuevas propuestas de música urbana. Así, un evento que empezó con espíritu indie y que todos los años tenía algún cabeza de cartel extranjero ha pasado a convertirse en la gran casa común de la música en español, una fiesta en la que en sus últimas ediciones han tenido cabida desde propuestas contemporáneas como Carolina Durante, Arde Bogotá y C. Tangana hasta clásicos y veteranos como Raphael, Jeanette, Loquillo o incluso el Dúo Dinámico.
La respuesta del público a esta singular apuesta ha sido espectacular, con 'sold outs' en todas las últimas ediciones. De cara a esta edición de 2024, que se extenderá hasta el domingo, resulta difícil hacer una selección de nombres dada la larga lista de propuestas de calidad que propone el festival; entre ellas varias vizcaínas, como Shinova –con el estatus de cabezas de cartel–, Paula Mattheus e Izaro. Tienen cabida también los artistas latinoamericanos, con un escenario Charco dedicado exclusivamente a la música del otro lado del Atlántico.
Javier Ajenjo, director y fundador del festival, explica a EL CORREO que la principal novedad de esta edición es la reducción del aforo en un 10% «para dotar de mayor calidad» a la experiencia. Asimismo, se ha ampliado el recinto de los conciertos principales y el camping. La de Sonorama es por tanto una apuesta a contracorriente en un ecosistema festivalero en el que prima lo masivo y multitudinario, y tiene la comodidad del asistente como objetivo prioritario.
«Había que corregir algunas cosas», señala Ajenjo que, sobre la propuesta artística del evento, destaca lo «ecléctico» del cartel, que «abarca un rango de edad muy amplio». En cualquier caso, el 70% del público del Sonorama es menor de 35 años, «así que intentamos dar cabida a géneros actuales como los urbanos», que van ganando presencia. «En general estamos muy satisfechos y haber hecho un 'sold out' con dos meses de antelación habla bien de nuestra propuesta», resume el director.
Dicha propuesta empieza con bandas indie españolas (que eran las que copaban el cartel en las primeras ediciones), destacando la actuación de los granadinos Niños Mutantes, clásicos del festival que dicen adiós a los escenarios tras 30 años sobre las tablas, y la del Columpio Asesino, otra banda que se despide para siempre en otoño tras triunfar el mes pasado en el Bilbao BBK Live. Habrá también más espacio para la nostalgia alternativa con Los Planetas, inmersos en su revisión de su álbum debut, 'Super 8', y con Standstill, de vuelta a la carretera tras una década de parón.
Pero no todo es indie en Aranda de Duero, con un ambicioso cartel en el que tienen cabida también propuestas como la de Califato ¾, con su extravagante mezcla de flamenco, punk, electrónica y pop; la del cantautor El Kanka, con sus canciones preciosistas que le han llevado al éxito internacional; o la de Natos y Waor, referentes de calidad del nuevo hip hop español. Otro nombre destacado de la fusión es el de Rozalén, entre los cabezas de cartel de la jornada del sábado.
La demostración de que hoy en día Sonorama Ribera es un festival sin complejos es la parrilla de ilustres bandas del siglo pasado que ha seleccionado este año. Para empezar, los veteranos súperventas Hombres G, auténticos héroes del pop desde los 80, que llenarán el escenario principal este sábado. Ese mismo día, pasará también por el recinto Luz Casal, otro de los grandes nombres de la música española en las últimas cuatro décadas.
Dos días antes, en la segunda jornada del jueves, llaman la atención otras dos bandas clásicas del pop y del rock: los vigueses Cómplices, con el ex Golpes Bajos Teo Cardalda al frente, y los madrileños Burning, que necesitan poca presentación. Basta decir con que llevan cinco décadas siendo referentes del rock and roll más castizo con el incombustible Johnny Cifuentes al frente. Pasarán también un mes más tarde por Getxo en el marco del festival solidario Dale CandELA.
Más allá de los veteranos, hay una buena tanda de bandas jóvenes y emergentes en el cartel del Sonorama. Entre ellas, tres propuestas de las más interesantes de la nueva hornada del rock: La Trinidad, presentando su excelente LP 'Sheriff playa'; unos Biznaga en estado de gracia con cada disco que presentan; y unos Cora Yako que se están haciendo un nombre en la escena alternativa con sus canciones redondas de alma pop. Y, ojo, que también hay representación en euskera muy interesante, con la tripleta que conforman Bulego, Chill Mafia e Izaro; esta última pateándose este verano unos cuantos escenarios grandes, como antesala a su concierto en el BEC de la próxima primavera.
Reivindica Javier Ajenjo el abrir camino desde el festival a bandas que cantan en euskera o catalán. «Tienen nuestro apoyo absoluto», recalca, antes de confesar que uno de sus sueños para la edición del próximo año es programar a Fermín Muguruza: «Ojalá las canciones de Kortatu y de Negu Gorriak puedan sonar en el Sonorama».
Hay que tener en cuenta la amplia afluencia de público vasco en Aranda de Duero estos días. «Aquí nos consideramos casi vascos, la verdad que son uno de los pulmones vitales del festival y encima les encanta el vino de Ribera y el lechazo», bromea Ajenjo. Y es que el festival tiene también su vertiente gastronómica y vinícola, con visitas a bodegas y una amplia oferta de restaurantes de categoría en la zona.
Por último, no se puede pasar por alto el escenario urbano de la Plaza del Trigo, que sirve de impulso a nuevas promesas musicales -por allí pasaron Vetusta Morla y Supersubmarina- y, además, propone un concierto sorpresa cada día que, por lo general, acaban siendo una auténtica fiesta de extásis colectivo.
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