El apocalipsis según Vangelis y Demis Roussos
DISCOS QUE CUMPLEN 50 AÑOS ·
El tercer y último álbum del grupo griego Aphrodite's Child, '666', horrorizó a su sello y se quedó más de un año en un cajón, pero hoy es un clásico del rock progresivoSecciones
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DISCOS QUE CUMPLEN 50 AÑOS ·
El tercer y último álbum del grupo griego Aphrodite's Child, '666', horrorizó a su sello y se quedó más de un año en un cajón, pero hoy es un clásico del rock progresivoPara cuando los griegos Aphrodite's Child editaron '666', en junio de 1972, la banda ya se había disuelto y sus dos miembros más conocidos estaban a otras cosas. Vangelis Papathanassiou, el teclista y líder, había grabado un par de bandas sonoras y un «poema ... sinfónico» e iniciaba así una carrera en solitario que le convertiría en uno de los grandes nombres de la música electrónica, y lo de 'nombre' le viene al pelo porque pronto prescindiría de su difícil apellido: como Vangelis firmaría, por ejemplo, sus composiciones para películas como 'Carros de fuego' o 'Blade Runner', por citar dos de sus trabajos más populares. Por su parte, Demis Roussos, el bajista y cantante de emocionante voz aguda, ya había publicado un exitoso álbum de debut y estaba a un paso de convertirse en una superestrella europea, con una cadena de hits melódicos y sentimentales que hicieron de él una figura de cabecera en la tele de los 70.
Los dos llegaron a ser tan conocidos que su brillo ha ocultado de alguna manera el grupo del que provenían, pese a que Aphrodite's Child estuvo muy lejos de ser un proyecto fracasado: se afincaron en París y vendieron millones de copias de sus dos primeros álbumes, de pop agradable y psicodelia más bien prudente. Suya era, por ejemplo, la canción 'Rain And Tears', inspirada en el 'Canon' de Pachelbel y regrabada años después por Demis en solitario. Y sin embargo, pese a ese tirón masivo que habían demostrado, '666' fue un tercer disco muy difícil de grabar y todavía más difícil de editar.
Aphrodite's Child habían recuperado en aquel momento su formación original de cuarteto, con el batería Loukas Sideras y el guitarrista Silver Koulouris, que se había perdido la fase internacional de la banda por culpa del servicio militar. Pero entre ellos no reinaba la armonía artística: '666', un doble álbum conceptual basado en el Apocalipsis bíblico, era un disco de vocación experimental concebido por Vangelis en complicidad con el letrista Costas Ferris, pero los demás miembros del grupo no veían con buenos ojos ese desparrame vanguardista y habrían preferido seguir confeccionando canciones bonitas. Quienes asistieron a las sesiones de estudio, a caballo entre 1970 y 1971, han relatado que prácticamente no se hablaban hasta que empezaban a tocar: en ese momento, brotaba espontáneamente la vieja química y se sonreían como los colegas de largo recorrido que eran.
El disco se completó, pero surgió el siguiente obstáculo: los responsables de su sello, Mercury, se negaron a lanzar al mercado un álbum que consideraban invendible, blasfemo y pornográfico. En primer lugar, solo seis de sus veinticuatro cortes se ajustaban al concepto convencional de canción, como oasis en un páramo comercial de instrumentales y recitados. En segundo lugar, el disco tenía un aire sospechosamente sacrílego, al combinar las visiones de San Juan con mensajes contraculturales: «Tenemos el sistema para joder el sistema», avisaba el primer tema. Y, para redondear, había una canción concreta que obsesionaba a los capos de la discográfica: se titulaba y se titula '∞' (el símbolo de infinito), en su primera versión duraba casi cuarenta minutos y es una alucinante interpretación vocal de la actriz Irene Papas, que combina recitado y clímax sexual. Los elepés también contienen, por supuesto, temas mucho más tradicionales (como la maravillosa 'The Four Horsemen', todo un clásico setentero), pero la compañía escondió en un cajón aquel disco rarito de los barbudos griegos, que hasta le organizaron una fiesta de cumpleaños cuando pasaron doce meses y seguía sin salir.
Mercury lo publicó, finalmente, en su filial Vertigo, más abierta a excentricidades, pero para entonces Aphrodite's Child ya no existían y la promoción fue escasa. Con el tiempo, los aficionados al rock progresivo han encumbrado '666' como uno de los logros más apabullantes de aquel movimiento. Con influencias que van desde la música bizantina y diversos folclores hasta el funk y el rock duro, es una propuesta abrumadora y difícil de asumir en una primera escucha, pero muy gratificante si se le dedica tiempo y atención. Es, sí, un disco conceptual, emparentado con óperas rock como 'Tommy' y con los ciclos de canciones de compositores griegos como Theodorakis, pero no hace falta profundizar en su significado último (un poco espeso, con un 'argumento' que combina una representación circense del fin de los tiempos y, en fin, el apocalipsis real) para disfrutar de un viaje repleto de sorpresas.
Uno de los grandes valedores de '666' fue Salvador Dalí, que acudió a aquella sarcástica fiesta de cumpleaños y se enamoró de un disco que le recordaba a la Sagrada Familia. De hecho, llegó a escribir el guion de una gran 'performance' para presentar el álbum en Barcelona. Su planteamiento, que seguramente no hizo mucho por tranquilizar a la discográfica, incluía soldados nazis, cisnes con dinamita introducida quirúrgicamente en sus vientres y un bombardeo final del templo de Gaudí con «elefantes, hipopótamos, ballenas y arzobispos». Costas Ferris, el letrista, se atrevió a preguntarle si se refería quizá a muñecos vestidos de cura. «No, joven –respondió el artista–, me refiero a arzobispos reales, vivos. ¡Va siendo hora de acabar con la Iglesia!».
Mientras Aphrodite's Child cantaban al Apocalipsis, el mundo empezaba a preocuparse por el final de los tiempos de una manera más práctica: el 5 de junio de 1972 arrancó la Conferencia de Estocolmo, convocada por Naciones Unidas para discutir las amenazas medioambientales que se cernían sobre nuestro planeta. Fue la primera reunión de este tipo centrada en la ecología. Dirigida por el primer ministro sueco, Olof Palme, la conferencia se concretó en 26 principios y 109 recomendaciones.
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