Bunbury es un animal de escena. Necesita subirse a un escenario para sentir que está vivo. Cerró la gira de su disco superventas 'Hellville de Luxe' en México DF, en el Estadio Azteca, ante 90.000 personas, en noviembre de 2010, y al de pocos ... meses, sin que se le cayeran los anillos, se subió a un autobús para apostar por pequeñas salas estadounidenses. «Hay lugares en que me pagan mejor, pero no necesariamente es lo mejor en mi carrera repetir eso», opinaba un Bunbury que evita repetirse de tour a tour: ha viajado con una carpa de circo, con escenografía de nave espacial, con los resucitados Héroes del Silencio… Su anterior gira mundial la dio con el disco 'Expectativas' (2017) y atestiguamos su primer show en Santander y su escala en Mundaka. Siempre hecho un dandy bajo los focos, elegantísimo con trajes que en cada concierto acaban empapados y ajados por el sudor, irradiando poses que le convierten en una suerte de Raphael astral (ora señalando al horizonte ora sacudiéndose por una descarga eléctrica imaginaria), dotado de una pelambrera rizada que enmarca su rostro pálido de artista en trance, Bunbury en vivo ejerce de showman natural, canta estilos diversos (blues, ranchera, cabaré…), habla lo justo siempre tratando de usted al público global, y hasta camina sobre las cabezas de su gente como Jesucristo sobre las aguas en genuinos baños de masas.

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