Andrés cantó y tocó guitarra y piano Óscar Esteban

Andrés Suárez: achispado, alegre y satisfecho en el Teatro Campos

El cantautor pop gallego soltó algunos monólogos y repasó su noveno disco, 'Viaje de vida y vuelta', ante más de 400 almas que de repente le regalaron una ovación de tres minutos que le hizo llorar

Viernes, 19 de mayo 2023

Este jueves el cantautor gallego Andrés Suárez, ferrolano de 40 tacos, actuó achispado («me pasé con los pinchos y vengo de cañas, y lo digo. Llegué a las 2 y estoy muy feliz», reveló poco antes de las 9, en pleno bolo, en su primer ... parlamento) en un Teatro Campos ocupado por 420 superfans que ondeaban globos en las primeras filas y le dedicaron en el bis, casi sin venir a cuento, una honda ovación de tres minutos que le hizo llorar y le empujó a besar el suelo que pisaba, como un Papa («no lo subáis a las redes, por favor», dijo sobre las lágrimas). Vino al principio de la gira para presentar su noveno álbum, 'Viaje de vida y vuelta': «para quien no me conozca, han sido ocho discos para mi ex y uno alegre, que es éste», el cual compuso para cumplir la promesa que hizo durante la pandemia a su madre, sanitaria, la de que iba a escribir el álbum «más alegre posible».

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El concierto, de unas 23 piezas en 125 minutos, en sexteto vestido de blanco (Andrés Litwin a la batería) y sobre un escenario enmarcado con unas luces un poco como las de la película de ciencia ficción 'Tron', tuvo momentos de monologuista graciosete, arrancó con el sonido feble e insuficiente que lastra habitualmente al Campos (por defectos del aislamiento de obra tiene un limitador de volumen) aunque menos mal que por el final no es que nos hubiéramos acostumbrado sino que se le insufló electricidad extra, el público no dejó de participar (a veces espontáneamente, como cuando dio palmas por primera vez, encendió en masa y por sorpresa las luces de sus móviles o cuando en pie basculó sus cuerpos ondeando al unísono, otras de modo pastoreado, como cuando le pidieron palmas o que ondeara los brazos en alto a lo Enrique Iglesias), casi todas sus canciones remitieron a otros, caso de Revólver, Quique González e Ismael Serrano, o de Alex Ubago, Antonio Orozco y Pablo López, por el epílogo la gente se puso en pie para danzar las canciones, y el gallego acabó encantado: «os quiero muchísimo, gracias de corazón», dijo en uno de sus halagos postreros.

Poteando desde las dos estuvo Andrés Óscar Esteban

A ver, vayamos por partes. Las letras de las primeras canciones parecieron bastante prosaicas, básicas ('A través de los ojos', y de seguido 'No diré', la de «porque quiero un aguacero / de caricias y te quieros»; bueno, quizá la falta de complejidad sea el secreto de su éxito), y varias de ellas fueron sociales: sobre el Parkinson de una joven madre ('Valientes', un reggae algo Macaco), sobre cómo ve el mundo una niña ciega ('Moraima'), y la dedicada a los esforzados sanitarios de la pandemia ('Pienso en ti'). Pero en general Suárez se enfocó en el amor, en lo de te vas y vuelves, regresas, retornas. Ah, tampoco le dio corte al tirar de localismos compartiendo el sentimiento norteño con el cántabro Nando Agüeros (la inaugural 'Herbeira', donde habla de albariño y Cedeira), y tanto en canciones como en parlamentos nos habló y cantó sobre Sabina, Milanés y Aute, aparte de reconocernos que le va muy bien y que puede pagar las facturas mediante la música.

Su propuesta de pop rock comercial, de rock suave a menudo a lo Revólver (aparte de la locuacidad monologuista del achispado Andrés el radar puedo captar ecos líricos de 'Calle Mayor' en 'Nuestra generación', y de 'Eldorado' en 'Teresa y Andrés', que son sus padres…), picó en el vibrato cantautoril de Ismael Serrano ('No te quiero perder', el dúo con la teclista 'Tal vez te acuerdes de mí', el reguetón orgánico 'Por no decir tu nombre', que no es de amor sino un sutil zasca a los haters, o 'Benijo', tras el cual le regalaron la citada y emotiva larga ovación de tres minutos, que le sorprendió de verdad), se igualó al mejor Álex Ubago ('Pienso en ti', 'No saben de ti'; ah, hace un par de semanas vimos a Ubago en el Kafe Antzokia en trío, y nivelón, ¿eh?), alguna letra le quedó bastante bien por ambiciosa ('Números cardinales'), fue enfático a lo Pablo López ('Nina'), y abrió el bis cantando en euskera 'Haika, mutil', de Mikel Laboa, leyendo del atril, claro, pero de modo sentido e intenso, a dúo con su violinista.

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