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JOSU OLARTE
Jueves, 14 de noviembre 2019, 11:40
El domingo se cumplen dos décadas de la desaparición de malogrado cantante, líder y compositor de Los Secretos Enrique Urquijo y su hermano y preservador del grupo Álvaro anda ultimando el homenaje benéfico y coral que en el Wizink Center madrileño le rendirán colegas ... como Miguel Ríos, Amaral, Mikel Erentxun, Alejo Stivel, Andrés Suárez o Vicky Gastelo.
«Esto requiere muchos ensayos y preparativos, Porque, además de las canciones que cada invitado ha elegido, actuará la Jazzville Band de Rafa Higueras, el inductor de todos los homenajes a Enrique que se vienen haciendo desde su muerte. Y también habrá toda una orquesta para una adaptación sinfónica de algunos temas. Hemos tirado la casa por la ventana para este gran concierto dividido en partes. Nosotros solo tocaremos al final. El protagonismo lo tendrán los invitados y las canciones de Enrique», explica el cantante y guitarrista del quinteto madrileño en vísperas de la presentación este viernes en el Teatro Campos (20.00 h 32 €) de 'Mi paraíso', nuevo cancionero que da continuidad a la carrera de cuatro décadas recapitulada en la antología con documental incluido, 'Una vida a tu lado'.
-¿Anticiparán en Bilbao algún recuerdo a su hermano antes de gran homenaje colectivo del domingo en Madrid?
- Sí, pero nada especial porque nuestras propia trayectoria desde que mi hermano se fue es un homenaje perpetuo a su figura y sus canciones que siguen siendo el espinazo de nuestros conciertos y las mantenemos vivas interpretándolas. Hasta ahora este tipo de homenajes los dejábamos para otras bandas que lo vienen haciendo regularmente sin nuestra participación en la sala Galileo de Madrid.
-Están iniciando las presentaciones de su nuevo álbum. ¿Funcionan en vivo sus nuevas canciones entre los clásicos del grupo?
- Sí, la de Bilbao será la tercera. Veníamos probando alguna como 'Lejos' porque desde hace 20 años no teníamos las canciones acabadas antes de grabar pero las demás están funcionando fenomenal y creo que la gente siente que no desmerecen a las que conocen.
-Llevaban ocho años sin sacar canciones nuevas. ¿Cuando se adquiere el estatus de banda clásica componer material nuevo deja de ser una prioridad? ¿Se pierde el impulso creativo?
- Tenemos la suerte de que nuestras canciones de siempre son muchas más que las 13 o 14 que todo el mundo conoce, tantas que hemos hecho experimentos de todo tipo con el repertorio, incluyendo una gira de caras b. Nunca hemos compuesto con un calendario o por imperativos de una discográfica pero como músico hacerlo es algo natural. Estás tranquilo en casa y surge una canción. Claro que los tiempos han cambiado. Cuando en los 90 vendíamos 120.000 discos podíamos vivir de los derechos de autor y dedicarnos a componer en invierno. Ahora tocando unos 80 conciertos por año hay menos tiempo para crear.
-¿Qué pierde y qué gana un músico o un grupo con los años?
-Si te has cuidado y has practicado ganas más que pierdes. Te puede faltar frescura pero lo que has vivido y aprendido deja un gran poso. Aprendes a consolidar un estilo y a tener una mayor expresividad con menos recursos. Gracias a eso y a tener mucha dedicación hemos logrado mantenernos contra todos los pronósticos y sin ayuda de nadie. Al principio me sentía raro cantando las canciones de mi hermano como un intruso. Tuve que aprender a tocar y cantar bien al mismo tiempo. Pero hemos llegado hasta aquí solo gracias a nuestro empeño en hacer bien lo que hacemos y a la fidelidad del nuestro público.
-¿A qué paraíso alude el título?
-Es un poco genérico. Por un lado, habla de lo afortunados que somos por contar con un huerto propio en el que no precisamos de nada ajeno para hacer discos variados con rancheras, americana, pop a medio tiempo... Por otro lado, es una crítica a lo que pasa en este mundo raro que no entendemos quienes hemos crecido siendo amantes del rock, la cultura y la información. Las canciones hoy parecen prescindibles a los dos meses. Y no digamos los discos. Impera el consumo fácil lo superficial.
-Les suelen catalogar como un grupo tristón ¿Lo son?
-Y tienen razón, no somos la alegría de la huerta, pero depende con quién nos compares. No cantamos 'vamos a la playa', recreamos otro tipo de sentimientos porque imitamos las canciones que nos gustan. Y tanto las rancheras, como los boleros, el blues o el country hablan de lo mismo. Siempre hemos contrastado con un rock festivo y desenfadado que se ha primado aquí y con el que daba igual tocar mal o no saber cantar. Eso ha crecido hasta extremos insoportables con el dichoso autotune que tanto daño está haciendo. Me gustaría que un virus informático acabara con él.
-¿Qué cambiaría de la industria musical actual si pudiera?
-No lo sé, creo que nada. Lo que haría es que la génesis de la música o la magia de una canción no fuera desvirtuada por el negocio y el dinero.
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