Dos solistas de lujo para terminar una temporada muy complicada. Las orquestas sinfónicas vascas cierran sus ciclos de abono con sendos programas de los que se consideran favoritos del gran público, y cuentan con el pianista bilbaíno Joaquín Achúcarro y el violinista y violista israelí ... Pinchas Zukerman para darles lustre. Es la mejor forma de poner el broche final a un ejercicio que comenzó muy mal, con limitaciones de aforo que obligaron a duplicar funciones y a prescindir de la posibilidad de sacar localidades a la taquilla, y que ya ha recuperado la normalidad en casi todo. Casi todo porque la pandemia deja un efecto colateral muy preocupante, al que los gestores de las entidades musicales deberán hacer frente: los abonos se han reducido por encima del 20% desde 2019.
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De momento, en lo que atañe a la temporada 2021/22, los últimos conciertos de la Euskadiko Orkestra tendrán lugar martes (Vitoria) y miércoles (Bilbao), y los de la Sinfónica de Bilbao, jueves y viernes. En estos últimos, Joaquín Achúcarro podrá revivir la pequeña gira por España que hizo con la formación sinfónica en 1948, con solo 15 años. Tras su debut con el Concierto Nº 20 de Mozart dos años antes, fue invitado a participar en esos conciertos precisamente con las 'Variaciones Sinfónicas' de Cesar Franck, la pieza que tocará esta semana. Pese a que la incorporó tan pronto a su repertorio, el pianista bilbaíno explica que «no es una obra que haya interpretado demasiadas veces», aunque lo ha hecho «en Londres y en varias ciudades de Estados Unidos, además de distintas capitales españolas».
Euskadiko Orkestra. Wagner: 'Lohengrin' Acto I. Preludio; Bartók: Concierto para viola; Elgar: Sinfonía Nº 1. Pinchas Zukerman, viola. Robert Treviño, director. Vitoria (Principal, día 7) y Bilbao (Euskalduna, 8).
Sinfónica de Bilbao. Holmès: 'Andromède'; Franck: Variaciones Sinfónicas; Mussorgski/Ravel: 'Cuadros de una exposición'. Joaquín Achúcarro, piano. Giancarlo Guerrero, director. Euskalduna, días 9 y 10.
Guarda un especial recuerdo de dos de ellas: cuando en 2007 la hizo en Bilbao con la propia BOS, dirigida por Juanjo Mena, y cuando la tocó en Sevilla, tres años antes. En aquella ocasión salió al escenario con muletas porque tenía roto el tendón de Aquiles. Puro azar: ahora se recupera de la rotura de unas fibras musculares de los gemelos, causadas por un pequeño accidente tras su último recital en Chicago. Nada que le impida lograr su muy personal sonido en una obra que califica de «difícil» y que, de alguna forma, por su estructura en forma de variaciones, ve emparentada con una de sus partituras fetiche: la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Rachmaninov.
Lo de Pinchas Zukerman con la Euskadiko Orkestra es diferente: de entrada, porque aunque la mayor parte de su carrera como solista -también es director- la ha desarrollado con el violín, en esta ocasión tocará el Concierto para viola de Bartók, una pieza que el compositor dejó inconclusa, escrita al 85%, como apunta el propio Zukerman, «y se nota». El solista destaca las fuentes germánicas de la obra en cuanto al ritmo y el toque húngaro, «absolutamente mágico» que se observa en la relación con la naturaleza. «Es un concierto muy bueno para la viola -concluye- aunque su orquestación podría ser más fuerte».
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Su trabajo como violista no difiere apenas en nada del que asume cuando tiene en sus manos un violín. «Los toco indistintamente, incluso en un mismo programa. No es difícil, lo coges en cinco minutos». Y usa un ejemplo muy gráfico para explicar cómo al final la diferencia entre los dos instrumentos es poco más que una cuestión de tamaño. «Es como conducir un coche más grande o más pequeño, que te obliga a coger la curva más o menos abierta», dice entre risas.
«Las 'Variaciones Sinfónicas' son una obra difícil que cabe enmarcar en el año Cesar Franck, que se celebra este 2022»
«Si interpretamos el concierto para viola siguiendo su ritmo conseguiremos el sonido húngaro, el sonido de Bartók»
«Hoy soy más optimista que hace ocho meses respecto de la recuperación del público»
«Estimamos que necesitaremos dos temporadas, al menos, para volver a las cifras de espectadores de 2019»
La parte artística de los ciclos sinfónicos de ambas formaciones no se ha visto alterada en estos dos años más allá de la imposibilidad durante un tiempo de abordar obras que requirieran de muchos músicos sobre el escenario, al tener que mantener entre ellos una distancia mayor de la habitual. El problema ha estado en el público. Las dos formaciones -es la norma general en todo el mundo- no han recuperado aún el volumen de público que era habitual antes de la pandemia. La Euskadiko Orkestra habla de una reducción de los abonos algo superior al 20%, desigualmente distribuida: bastante menor en Vitoria y sensiblemente mayor en Bilbao. La BOS estima que ha perdido en torno al 30% de la suma de taquilla y abonos. Más de aquella y menos de estos, en parte por la buena aceptación que han tenido los abonos cortos (seis y nueve conciertos), que ha contribuido a paliar el recorte en los completos (17 programas). «Estimamos que necesitaremos dos temporadas, al menos, para recuperar las cifras» de 2019, asegura Ibon Aranbarri, director general. En la Euskadiko Orkestra no hablan de plazos, pero su director general, Oriol Roch, es «hoy más optimista que hace ocho meses respecto de la recuperación del público». El objetivo, asegura, es lograr el 'no hay billetes' en todas las funciones, dada la calidad de la oferta que ponen en cartel, pero no se puede olvidar que Euskadi cuenta con «auditorios estupendos, que son la envidia en muchos lugares, pero de dimensión muy grande».
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Ambos coinciden en que durante la primera parte de la temporada hubo aficionados que no pudieron conseguir entradas por la limitación de aforo, mientras algunos abonados, por temor, se quedaban en casa. Recuperar el hábito de ir al concierto es el reto. Roch confía en la fidelidad del público vasco pero apunta que «es posible que al final haya más aficionados 'flotantes'» que van a unos conciertos sí y otros no. Aranbarri cree que está cambiando el modo de relacionarse con la orquesta, fruto en parte de «un cambio cultural más profundo, generrado por el incremento de la oferta cultural y de ocio».
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