Montaje de 'Lohengrin', con el sello de Katharina Wagner, que acoge estos días el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. A. Bofill

Abucheo unánime en el Liceu para Katharina Wagner por un enfoque delirante de 'Lohengrin'

El estreno mundial del montaje de la bisnieta del compositor desata la indignación de uno de los públicos más devotos del músico germano

Martes, 18 de marzo 2025

Un abucheo unánime en un estreno mundial, máxime cuando hay mucha expectación y todo el mundo te conoce, puede hundir a cualquiera. Pero la directora ... de escena Katharina Wagner (Bayreuth, 1978) no pertenece al colectivo del común de los mortales. A la bisnieta del compositor alemán, la colosal pitada del pasado lunes, después de la primera representación de su montaje de 'Lohengrin', no le hizo encerrarse amargamente a llorar en su camerino del Gran Teatre del Liceu. Cuentan los testigos que salió muy relajada y con una sonrisa, como quien se siente en casa. No había colas de fans con un ramo de flores y tampoco le pidieron autógrafos. Es una mujer que impone, tanto en la victoria como en la derrota.

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El enfoque polémico de 'Lohengrin', una ópera basada en leyendas medievales y sobre todo en el romance 'Parzival' de Wolfram von Eschenbach, no solo causó estupor entre los aficionados sino que ha llegado a considerarse una tomadura de pelo. Todo se reduce a poner patas arriba el argumento. En definitiva, en palabras de la directora de escena, «los malos se convierten en buenos y los buenos en malos». Conclusión: Lohengrin, el caballero misterioso que llega a lomos de un cisne blanco, no es más que «un psicópata de manual, un personaje tóxico y un paranoico que ve fantasmas», sin ninguna intención de salvar a la joven Elsa que ha implorado ayuda a Dios en un mundo atestado de maldad y traición.

Instintos asesinos

Lohengrin ya no se presenta como una figura angelical que hace honor a su condición de guardián del Santo Grial, sino que actúa erráticamente con instintos asesinos. La música y las palabras siguen unos derroteros, mientras que la puesta en escena de Katharina Wagner va a su aire. Todo es mentira y pantomima. La mayor parte de los personajes no expresan ni sienten nada verdadero. Los teóricamente villanos (Ortrud y Telramund) son los únicos que intentan ayudar a Elsa, que se muere de curiosidad por conocer la identidad de Lohengrin. ¿Qué oculta el enigmático caballero? ¿Es un héroe o un criminal?

El caballero de coraza inmaculada pide confianza a la joven. Le ruega que no le pregunte por su origen. Solamente debe importarles el presente y el futuro. Un tema que se repite en muchas historias con halo mítico –el propio Clint Eatswood le saca partido en 'El jinete pálido–, pero que Katharina Wagner ha resuelto poner en cuarentena, porque le parece «algo sospechoso y ridículo». Es una directora de escena que abomina de la tradición y no hay nada que le guste más que una buena polémica. Como máxima responsable del Festival de Bayreuth, el sanctasanctórum de los devotos de su ilustre antepasado, nunca se ha plegado a las convenciones.

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Se ha acostumbrado a estar en el punto de mira de los custodios de las esencias wagnerianas, entre ellos los propios aficionados de Barcelona, que en su día vivieron la 'Reinaxença' al compás de la música de Wagner. El nacionalismo catalán sintonizaba con el enaltecimiento de la identidad, la lengua y la historia que preconizaba el compositor alemán con mucha solemnidad y liturgia. Hace cinco años que debía haber estrenado en Cataluña este nuevo montaje de 'Lohengrin', pero la pandemia desbarató los planes. El proyecto ha salido adelante con una escenografía eficaz y hasta clásica, que tiene un bosque y un lago como referentes y tres cubículos elevados como habitaciones.

Se han vendido más del 90% de las entradas para todas las representaciones y quedan cinco hasta el día 30. El éxito musical ha sido incuestionable, con una espléndida dirección de Josep Pons al frente de la orquesta del Liceu y un elenco muy competente, especialmente Miina-Lissa Värelä (Ortrud) y Elisabeth Teige (Elsa), seguidas de Klaus Florian Vogt (Lohengrin) y Ölafru Sigurdarson (Telramund). Más allá del abucheo, la première ha sido un éxito y la bisnieta de Wagner ha dado que hablar. Lo lleva en la sangre.

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