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«Busco darlo todo, que la gente vea que nos hemos empleado a fondo, que no nos queda ni una nota por tocar, nada por ... dar. Creo que en esto los de la música clásica tenemos que aprender de los artistas del rock, de Metallica, por ejemplo; o de Raphael, por qué no: te pueden gustar más o menos, pero sabes que en esas tres horas de concierto lo dan todo», explica el director de orquesta asturiano Aarón Zapico, que está al frente del Concierto Participativo de la Fundación la Caixa previsto para hoy en el Palacio Euskalduna a partir de las 19.30 horas.
Este 'Mesías' de Händel suena con la participación de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, la Coral San Juan Bautista de Leioa, la soprano Jone Martínez, la mezzosoprano Luciana Mancini, el tenor Jorge Navarro y el bajo José Antonio López. Se escucharán las voces, desde el patio de butacas, de 320 personas no profesionales en partes corales del concierto como el 'Aleluya'.
Poner en pie algo así -la reunión de cantantes amateurs y amantes de la música con orquestas, solistas y batutas de prestigio internacional para interpretar obras cumbre de la música clásica- no es cosa fácil. La Caixa lleva haciéndolo desde 1995 y Zapico ya estuvo en el proyecto el año pasado, con actuaciones en Madrid y Granada. «Es algo mastodóntico, con una organización interna complicadísima en la que cualquier cambio en un detalle puede convertirse en una onda expansiva brutal. Pero es lo máximo para mí, lo máximo a lo que puedes aspirar como artista, porque une la parte artística (una obra maravillosa) con la parte social, didáctica y con impacto en la ciudad».
- ¿Ese es el plus de este tipo de trabajos?
- Desde luego. Esa mezcla de los profesionales, como los de la BOS, con los amateurs es muy bonita. Y cómo lo vive la gente, cómo se implica. Te devuelve tantísimo... Esto no es un deporte, así que medir el resultado no es posible como si ganas una copa. No es cuantificable. El calor de la gente es el premio.
Claro que para llevar a buen puerto un proyecto como este, que mezcla el aspecto musical y pedagógico que ha recorrido una veintena de ciudades por toda España, el director tiene que tener muy claro qué es lo que quiere. «No solo tienes que ser un buen director, sino saber qué versión es la tuya, seducir a la gente para llevarla por ahí... y gestionar egos», se ríe un Zapico recién salido de uno de los últimos ensayos y a unas horas de entrar en el primero en el que se reúnen todas las piezas.
Fruto de este trabajo se podrá escuchar un Mesías «cárnico, con todas las pasiones, afectos y emociones de un ser humano que realiza un viaje como el suyo. Suena desesperado cuando le puede la desesperación y si lo desprecian, suena dolido por eso», describe su versión del clásico. «Creo que no debemos abordar la música religiosa como si no se pudiera tocar ni manchar, sino al contrario: este Mesías tiene que ser emocionante porque está realizando un viaje agotador a través de la música».
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