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bruno pardo porto
Martes, 30 de octubre 2018, 10:19
Quizá la belleza de 'La Gioconda' no solo sea misteriosa, sino también patológica. Al menos, eso es lo que concluye la última investigación de Mandeep R. Mehra, profesor de la Escuela de Medicina de Harvard, que achaca los enigmáticos rasgos de la retratada a un problema de tiroides. «El enigma de la 'Mona Lisa' puede resolverse mediante un simple diagnóstico médico de una enfermedad relacionada con el hipotiroidismo.
En muchos sentidos, es el atractivo de las imperfecciones de la enfermedad lo que le da a esta obra maestra su misteriosa realidad y encanto», escribe el doctor en una carta al editor publicada en la revista 'Mayo Clinic Proceedings'. Para Mehra, la hinchazón del cuello (señal de un posible bocio) es un claro síntoma de este trastorno, que se caracteriza por la disminución de la actividad orgánica global.
También afirma que el característico color amarillo de la pintura podría no ser solo la pátina del tiempo, sino también un reflejo (en sepia) de su tiroides. «Más de un tercio de las pinturas y esculturas de la época representaban a individuos con esos problemas (...) Hay muy pocas posibilidades de que ella no estuviera enferma», señala el investigador.
Cabello. 'Defluvium capillorum' (alopecia universal) oculto por una cuidada peluca. Tesis reforzada por la ausencia de pestañas y cejas.
Ceja y ojo del lado izquierdo Contractura muscular por una parálisis de Bell, en la ceja. Xantelasma (pequeño tumor benigno o levantamiento graso), en el ojo.
Sonrisa y rostro Ausencia de dentadura, dentadura negra por un tratamiento mercurial contra la sífilis, disnea, sordera o síndrome de Tourette explicarían la sonrisa. Espasmos faciales en el rostro.
Cuello Posible bocio por hipotiroidismo.
Manos. Lipoma de tres centímetros, en la derecha, y temblor de tipo parkinsoniano, en la izquierda.
Esta es, según él, la causa más probable de su aspecto, sobre todo si aceptamos que detrás del cuadro se esconde la identidad de Lisa Gherardini, que vivió hasta los 63 años. El autor argumenta que, si hubiera sufrido, como propusieron en 2004 varios reumatólogos y endocrinólogos, un trastorno lipídico y una enfermedad cardíaca, no hubiera fallecido a una edad tan avanzada, pues los tratamientos de la época eran muy limitados para estos trastornos.
Ya en 1989, K. K. Adour vio en su mueca una contractura muscular, causada por una parálisis de Bell solo parcialmente recuperada. Fue el mismo experto quien sugirió que una sincinesia secundaria, causante de constantes movimientos faciales involuntarios, habría obligado a Leonardo a dejar sus rasgos sin definir: una técnica que, por otra parte, se repite en la mayoría de retratos del genio renacentista.
Treinta años antes de esta rocambolesca teoría, el especialista K. D. Keele coligió que nuestra protagonista estaba embarazada, pues tenía, a su parecer, todas las marcas que generan los cambios hormonales durante la gestación. Ahora, en cambio, Mehra sostiene que esta ya había dado a luz cuando comenzó a posar, pues en algunos casos la tiroides se inflama en el año posterior al parto, reforzando así su nueva conjetura.
Pero los doctos han ido mucho más allá. Alzando la vista, han llegado a adivinar un lipoma (tumor benigno de tejido graso) en su ojo derecho, y un xantelasma (levantamiento graso) en el izquierdo. Y, fijándose en su cabello y en su ausencia de cejas y pestañas, decidieron que sufría una alopecia universal (ocultada, claro, con una peluca) debido a un gran estrés emocional.
Pero no se detuvieron en la parte superior. En ese gesto de sujetarse la mano izquierda con la derecha -en la que tendría un lipoma de tres centímetros-, 'descubrieron' un intento de la 'Mona Lisa' por controlar un temblor de tipo parkinsoniano. Sin embargo, la pose era propia del protocolo de la época, tal y como señala el 'Decor puellarum', un tratado de moral femenina publicado en Venecia en 1471.
A los numerosos adjetivos que los historiadores y los artistas han colocado a la sonrisa de la 'Mona Lisa', los galenos le han sumado los de «gravídica, desdentada, sifilítica, bruxista, etílica, distónica, oligofrénica y paralítica», tal y como resume el doctor A. Martínez García. La lista de achaques no se detiene ahí y continúa en un reguero de tecnicismos que se estira tanto como la imaginación de los médicos y que convierte el hipotiroidismo en el último de los males de 'La Gioconda', que a pesar de todo sigue sonriendo.
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