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Dolores Redondo.
Dolores Redondo | Escritora

«Soy una mujer del norte; he jugado, bailado y vivido bajo la lluvia»

Publica 'La cara norte del corazón', en la que sitúa a Amaia Salazar en una Nueva Orleans azotada por el Katrina

Martes, 1 de octubre 2019

Son las nueve y media de la noche y Dolores Redondo acaba de llegar a su casa de Cintruénigo procedente de Madrid, donde ha pasado el día firmando mil ejemplares de 'La cara norte del corazón'. Pero cualquier posible rastro de cansancio desaparece de ... su rostro cuando comienza a hablar de su nueva novela y del personaje de Amaia Salazar, que la ha convertido en la escritora de más éxito en la literatura española de hoy. A punto de comenzar un período frenético de presentaciones, esta donostiarra cercana y cordial explica que está construyendo un mundo propio en el que hay relaciones entre unas novelas y otras, aun cuando no tengan los mismos personajes. Un mundo entre cuyos signos de identidad está la lluvia. Siempre llueve en sus novelas, y en esta última en cantidades desbordantes, porque está ambientada en Nueva Orleans durante el paso del Katrina. «Yo soy una mujer del norte y he vivido bajo la lluvia», dice a modo de explicación.

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– Recupera el personaje de Amaia Salazar pero lo coge antes de la Trilogía del Baztán, cuando ella tiene 25 años y va a EE UU a hacer un curso. ¿Por qué ir hacia atrás?

– De alguna manera, tenía una deuda con Nueva Orleans, porque en las novelas anteriores había conducido a los lectores hasta allí a través de personajes que iban apareciendo. Y luego, la idea de ambientarla durante el paso del Katrina se relaciona con lo que todos sentimos en 2005, cuando vimos y leímos la información sobre lo sucedido, la desidia que sufrió la población, que fue tratada como si fueran ciudadanos de segunda en la mayor potencia mundial. Ahí está el germen de la novela.

– Cuando cerró la trilogía dijo que volvería con el personaje, pero quizá no se esperaba tan pronto. ¿Ha habido presiones de sus editores o de los lectores, o se ha cruzado algo inesperado?

– Los lectores querían que siguiera con el personaje y yo de alguna manera les pedí permiso para contar otras historias y crear otros personajes. Cuando se publicó 'Todo esto te daré', ya estaba escribiendo otra novela que no es esta, para la que me había documentado mucho y que tenía relativamente avanzada. Pero entonces surgió ese recuerdo del que le hablaba: Nueva Orleans.

– ¿Y paró la otra novela?

– Sí, pese a que todos me decían que siguiera con ella porque la mayor parte del trabajo previo ya estaba hecha y de esta no tenía nada. Antes de tomar la decisión, me fui quince días a Nueva Orleans y empecé a escribir. Allí mismo. Creo que los lectores entenderán, como yo, que este es el orden que debía llevar.

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El paisaje

– Los escenarios son muy importantes en sus novelas. ¿Cómo indagó en ese aspecto para la parte que transcurre en esa ciudad estadounidense?

– En total he estado como mes y medio allí, en tres viajes. El primero fue el más importante. Quería estar con alguien que me pusiera en contacto con supervivientes del Katrina, con gente que lo vivió muy directamente. Y encontré un chico catalán que conocía a médicos y personal de salvamento que trabajó esos días. Me llevó a muchos sitios y pude hablar con la gente pese a que son bastantes reticentes a hacerlo, sobre todo con extranjeros.

– ¿Qué sacó de todo ello?

– Fue ir allí y enamorarme de todo: de su cultura; de lo que han conservado de su Historia, incluidos los vestigios de la época de la esclavitud; de lo orgullosos que están de su pasado. Es curioso que en la catedral tengan colocadas las banderas de los países de los que Luisiana ha formado parte, incluida la de Castilla. En ese primer viaje hice todas las visitas de la ciudad que necesitaba, para ver museos, restos del paso del Katrina que ahora ya son solares vacíos; hasta conocer clubes de jazz me permitió adquirir información para la novela.

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– ¿Ha sido una gran preocupación durante la escritura no entrar en contradicciones con lo que ya se sabe del personaje?

– Requiere repasar todo lo escrito, que eran mucho más de mil páginas construidas a lo largo de varios años, y poner también los cimientos para las próximas historias. He tenido que volver a meterme en la trama. Pero a cambio de ese esfuerzo, me ha permitido explorar otros personajes que habían quedado muy reducidos. También es cierto que en la parte de verificar datos de los personajes para no incurrir en contradicciones me han ayudado. Creo que se ha comprobado todo.

– Si en todas sus novelas llueve, aquí es como el día del juicio final.

– Hay cosas que están en mis novelas: los ríos, la lluvia. Soy una mujer del norte: he jugado, bailado y vivido bajo la lluvia. Eso tiene que ver también con el concepto mismo de la cara norte del corazón que da título a la novela.

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– Ambienta la novela durante una circunstancia excepcional que todo lo condiciona: el paso de un huracán enorme que arrasa con todo.

– La acción se divide en dos partes claramente diferenciadas: la primera mitad es antes del huracán; la segunda, durante y después. La primera parte es más técnica y transcurre en los escenarios que hoy son habituales en la novela negra: análisis de pruebas, despachos, cruces de información, búsquedas informáticas...

– Pero llega el Katrina y lo cambia todo.

– Aquello fue como el Apocalipsis. Además de la destrucción por el viento y el agua, hubo una violencia extrema, saqueos, justicieros que disparaban desde los tejados, nubes de mosquitos, una peste enorme. Ahí la novela coge un ritmo distinto porque los teléfonos no funcionan, no hay luz en muchos lugares, no se pueden recoger pruebas. Los policías persiguen a un asesino mientras la gente les pide ayuda para sobrevivir. He disfrutado mucho escribiendo una novela victoriana, en la que no hay que explicar que los móviles no funcionan y todo debe fiarse al instinto. Por eso necesitaba un escenario así.

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Un caso real

– El caso criminal en el que se inspira como punto de partida fue real. ¿Cómo lo encontró?

– Viendo un documental sobre casos criminales, que es algo que hago muchas veces. A partir de ahí, busqué los datos y me resultó muy llamativo que consiguió eludir a la Policía durante muchos años manteniéndose a la vista y con una vida muy similar a la que hacía hasta que mató a toda su familia. Lo atraparon porque en un programa de TV sobre casos sin resolver un experto 'envejeció' su retrato y una vecina lo identificó.

– ¿No teme que ambientar la mayor parte de la acción en EE UU desarraigue la serie del Baztán?

– No, porque ya había ido adelantando cosas. Creo que la novela contesta a dos preguntas que estaban en el aire: por qué Amaia sale del Baztán y qué le une a Dupree. También quería ajustar cuentas con el padre de Amaia, porque había hablado de su madre, loca y malvada, pero él había quedado un poco al margen. Luego, la historia fluye entre los dos lugares, porque exploto los paralelismos existentes, que van desde la forma de algunos enterramientos a aspectos mágicos como la santería.

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– Un personaje habla de algo así como un síndrome: el de la 'novia mojada', la novia que si el día de la boda llueve quiere retrasar la ceremonia para que no quede deslucida porque le importa más eso que el proyecto vital en sí. ¿De dónde lo ha sacado?

– Eso es una teoría propia a partir del conocimiento de casos en los que ha sucedido. En Donosti llueve y yo me he casado dos veces allí y llovió en ambas. Pero supe de una novia que quiso aplazarlo. Eso también lo llevo a la novela.

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– Un policía se apellida Verdon y el retrato que hace de él lo acerca mucho al escritor americano. ¿Es un homenaje?

– Sí, claro. No lo conozco personalmente, pero me gustan mucho sus novelas. También hay otro policía que se apellida Harris, por el autor de 'El silencio de los corderos'. Son pequeños guiños.

– ¿El personaje de Dupree, el mentor de Amaia Salazar, daría para otra novela con él de protagonista?

– Sin duda y lo he pensado, por supuesto. A ella le falta habilidad para manejarse en los despachos pero él descubre que hay algo especial en ella, su talento para ver el mal allá donde esté.

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– La serie de Amaia Salazar no termina aquí, está claro. ¿Dónde se situarán las próximas novelas?

– El personaje me gusta mucho y esta novela me ha abierto muchas puertas, de tal manera que tengo ganas de continuar por el lapso de tiempo entre esta y 'El guardián invisible'. De todos modos, antes de seguir terminaré la que dejé empezada que, como le decía antes, tiene otros personajes.

Que no les cambie la vida

Hace seis años, a punto de sacar el segundo volumen de la Trilogía del Baztán, Dolores Redondo confesaba, sentada en el mismo lugar de su casa en el que tiene lugar esta entrevista –aunque en este tiempo haya cambiado la decoración– que su vida se había transformado por completo. En solo ocho meses había pasado de ser una desconocida a figurar en todas partes como la escritora de moda. Ahora, cuatro novelas, decenas de traducciones –en EE UU ya han comprado 'La cara norte del corazón' tras vender en pocos meses 50.000 ejemplares de 'Todo esto te daré'–, una película y un premio Planeta después, asegura que en este tiempo los cambios no han sido tan llamativos. «Entonces el impacto fue muy fuerte, tuvimos que plantearnos el trabajo, teníamos hijos aún pequeños y había proyectos que estaban en el aire. Desde aquellos días han seguido cambiando las cosas, pero con mucha tranquilidad».

No es una pose. Por eso desgrana de forma natural las cosas relevantes de su vida que se han mantenido inalterables: «Seguimos viviendo en el mismo lugar, tenemos las mismas costumbres, los mismos amigos y hemos tratado por todos los medios de que la vida de los hijos no se viera afectada por nada».

¿Y la fama? «Todos me conocen en el pueblo, claro, pero son gente poco dada a estridencias, lo que es estupendo. De todos modos, la fama de un escritor es diferente. Puede que te hayan leído pero no conozcan tu cara. Y aunque lo hayan hecho, se acercan con discreción a saludarte o comentar tu libro, y eso nunca es una molestia».

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