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El Guggenheim sabe muy bien que las ruedas ayudan a coger velocidad, sobre todo cuando sostienen una carrocería de lujo. Las exhibiciones de vehículos con empaque siempre disparan el número de visitas. Así sucedió con 'El arte de la motocicleta', que atrajo a 870. ... 000 personas entre noviembre de 1999 y septiembre del año siguiente. La patrocinaba BMW y continúa liderando el palmarés de las más exitosas del museo.
El Victoria & Albert Museum de Londres también se las prometía muy felices con la reciente muestra 'Coches: el motor del mundo moderno'. El propio Norman Foster celebraba en sus redes sociales su inauguración, en noviembre de 2019, con términos muy entusiastas: «Qué alegría ver que el V&A Museum ha retomado mi idea de una exposición de coches que desarrollé con el anterior director, el fallecido Martin Roth».
Eso sí, mientras la muestra británica se centraba en el impacto del automóvil en la sociedad moderna y la industria, la que ahora se proyecta en Bilbao para 2022 -con Foster directamente implicado- profundizará en la relación del coche con el arte, la arquitectura y el diseño. Dos exposiciones de distinto calado y previsiones. Las del V&A Museum no se colmaron porque se clausuró un mes antes de lo previsto, en marzo de 2020, al irrumpir el coronavirus, que obligó a todo el mundo a frenar en seco.
Muy distinto era el ambiente hace 20 años. La muestra de las motos en el Guggenheim llegó a estar nada menos que diez meses abierta (cuatro más de lo previsto), porque la dirección del museo y los patrocinadores de BMW no dudaron en ampliar el periodo de exposición. Ese verano de 2000 se celebraba el 700 aniversario de la fundación de Bilbao y no se podía desaprovechar el tirón de público. A mediados de abril se habían alcanzado ya 400.000 visitas y no era descabellado pensar que se podía duplicar la cifra. Y se consiguió sin problemas.
La pinacoteca no reparó en gastos para montar una exposición en la sala donde descansa 'Snake', la escultura colosal y sinuosa que Richard Serra concibió para ese espacio. Es un recinto de 3.000 metros cuadrados que siempre da juego. El Guggenheim pagó cerca de 120 millones de pesetas de la época por los trabajos de construcción y montaje de un gigantesco 'scalextric' diseñado por Frank Gehry.
La idea era situar en isletas y pedestales, a lo largo del recorrido, los 120 vehículos seleccionados para la muestra. Todos ellos modelos muy valiosos, provenientes de la exhibición que el Guggenheim de Nueva York había montado en la Quinta Avenida la temporada anterior.
En la exposición de Bilbao, comisariada por Thomas Krens, director entonces de la Fundación Solomon R. Guggenheim, se podían admirar lo mismo velocípedos a motor de 1868 que máquinas tan sofisticadas como la MV Augusta F4, de la que se destacaba que solo existían 300 unidades y una de ellas pertenecía al rey Juan Carlos. Tampoco faltaban guiños a los cinéfilos como la Harley-Davidson que llevaba Peter Fonda en 'Easy Rider' y joyas que apreciaban enormenente los aficionados, como la Derby con la que Ángel Nieto ganó el campeonato del mundo en 1968 y la Honda CBR de Crivillé.
El Guggenheim llegó a fichar a estrellas como Dennis Hopper y Jeremy Irons para calentar motores antes de la inauguración. Se había pensando en montar un desfile de celebridades en moto, entre Bilbao y Gernika, pero el mal tiempo, nieve incluida, frustró los planes. Aun así, se consiguió lo que se buscaba. Al final todo salió rodado.
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