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Los mil años de la abadía del Monte Saint-Michel, la imagen del Paraíso

Los mil años de la abadía del Monte Saint-Michel, la imagen del Paraíso

Situada en una isla, y en la cima de una montaña de piedra en Normandía, una exposición redescubre a partir de 30 objetos la historia de su singular construcción y simbolismo

Domingo, 4 de junio 2023, 00:05

Este lugar fascina a los hombres desde tiempos inmemoriales», explica François Saint-James, guía-conferenciante de la abadía del Monte Saint-Michel, en la región francesa de Normandía. Tras Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela, el singular enclave figura como el cuarto gran lugar de peregrinaje de la cristiandad, presumen los responsables del Centro de Monumentos Nacionales (CMN), primer operador público cultural y turístico de Francia y gestor del majestuoso edificio que ahora celebra su milenario.

Desde la Edad Media, los peregrinos llegaban a pie, a caballo o en barco al islote desde distintos puntos de Francia y de Europa, principalmente Inglaterra, Alemania e Italia. Cuando la marea estaba baja atravesaban la bahía a pie hasta llegar al Monte Saint-Michel. Los hombres medievales veían la abadía como una representación de la Jerusalén celeste sobre la Tierra, la imagen del Paraíso.

La abadía, desde otra perspectiva. Damien Meyer

«Aquí no están claros los límites entre el mar, la tierra y el cielo», observa Saint-James desde la terraza del oeste de la abadía mientras contempla el horizonte. Cuando la marea está baja, el mar se sitúa a 15 kilómetros de la costa. Cuando sube, el Monte Saint-Michel se convierte en una isla, solo durante unas horas y en fechas señaladas.

Fue Auberto, obispo de Avranches, quien fundó en el año 708 un santuario sobre el Mont-Tombe, como entonces se llamaba, después de que el arcángel San Miguel se le apareciera tres veces. El mensajero celestial ordenó a Auberto de Avranches construir un oratorio en esa isla rocosa, situada en la desembocadura del río Couesnon, en Normandía. San Miguel, a menudo representado con una espada y una balanza, es no sólo jefe de la milicia celeste, sino también quien conduce a los muertos y examina las almas en el día del Juicio Final.

La primera piedra de la iglesia de la abadía se colocó hace ahora 1.000 años por orden del abad benedictino Hidelberto II. Teniendo en cuenta la forma piramidal del monte, los constructores medievales dispusieron los edificios en torno al peñasco. Al margen de su belleza, es una auténtica proeza arquitectónica. El presidente francés, Emmanuel Macron, visitará este lunes el lugar y pronunciará un discurso sobre la historia de Francia para conmemorar la efemérides.

Visitantes contemplan la maqueta de la exposición. Damien Meyer

La iglesia abacial, situada en la cima del monte, reposa sobre varias criptas que aguantan el peso del edificio. Las piedras de granito provienen de las cercanas islas de Chausey y fueron transportadas en barco hasta la isla. El claustro, lugar de oración y meditación para los monjes benedictinos que lo habitaban, está situado en la cima de un edificio al que llaman la Maravilla, construido a principios del siglo XIII.

Símbolo de identidad nacional

Tras la Guerra de los Cien Años (1337-1453), la devoción a San Miguel tomó una nueva dimensión. Sus murallas y fortificaciones, que resistieron todos los ataques de los ingleses, lo convirtieron en símbolo de la resistencia y de la identidad nacional. El coro románico, derrumbado en 1421, fue reconstruido en estilo gótico flamígero tras esta guerra que enfrentó a Francia e Inglaterra.

La Revolución Francesa (1789-1799) marcó la disolución de la comunidad religiosa del Monte Saint-Michel. El edificio pasó a ser propiedad del Estado. La abadía, que desde el siglo XV había albergado también prisioneros, se transformó en prisión del Estado entre 1789 y 1883. Unos 14.000 prisioneros pasaron por la 'Bastilla de los mares'. La reconversión de la abadía en prisión supuso curiosamente su salvación, porque evitó que fuera destruida durante la Revolución, según François Saint-James.

Claustro de la abadía de Saint-Michel, cuya primera piedra se puso hace mil años por por orden del abad benedictino Hidelberto II. En el año 708, el obispo de Avranches había santuario sobre en el mismo lugar después de que el arcángel San Miguel se le apareciera tres veces. Damien Meyer

El XIX fue un siglo de devoción a San Miguel. En pleno clima anticlerical, el arcángel caballero se convirtió en garante de la fe y en protector de la nación durante la guerra franco-prusiana de 1870-1871. En 1862 el Monte Saint-Michel fue incluido en la lista de monumentos históricos protegidos. El Estado, convertido en propietario, ordenó la restauración del edificio. Su inconfundible silueta se la debemos al arquitecto Victor Petigrand, responsable de la construcción en 1897 de la flecha neogótica de la abadía,

Nunca vistos por el público

La exposición 'La morada del arcángel' permite hasta el próximo 5 de noviembre redescubrir la historia y la arquitectura de la iglesia, instalada en la cima del peñasco a ochenta metros sobre el nivel del mar. Este edificio es fruto de construcciones, reconstrucciones y restauraciones a lo largo de los siglos, en los que ha ido sufriendo varios derrumbes e incendios.

Estancia de la exposición Pascal Biomez

A partir de una treintena de objetos, la muestra cuenta la historia del templo. «Varios de estos objetos nunca han sido vistos antes por el público ni incluso por los especialistas», cuenta Brigitte Galbrun, comisaria de la exposición. Por ejemplo, la representación del Monte Saint-Michel sobre la placa de fundación de Saint-Jean-des Camps, realizada en torno al año 1770, o un cáliz de cristal de roca esmaltado del siglo XVII que formaba parte del tesoro de la abadía, y que estaba guardado en una caja fuerte hasta su redescubrimiento.

En la exposición también se pueden ver algunos de los capiteles medievales que decoraban el coro románico, hoy desparecido, y una maqueta del Monte Saint-Michel, reproducción de la realizada a finales del siglo XVII para el rey Luis XIV.

La muestra permite descubrir el magnífico relicario del santo Auberto y la historia de la estatua dorada de San Miguel, que corona la flecha de la abadía de 32 metros de altura. Fue realizada en 1897 por el escultor Emmanuel Frémiet a petición de Petigrand, quien prefirió culminar el edificio con la estatua del arcángel, en vez de una tradicional cruz.

Detalle escultórico del claustro. Espada de oro, perlas y piedras precisas, datada en 1878. Escudo de finales del siglo XIX, realizado por Jean-Alexandre Chertier con plata dorada, granates, amatistas, cuarzo, aguamarinas y cristalería. Alexandre Poirier
Imagen principal - Detalle escultórico del claustro. Espada de oro, perlas y piedras precisas, datada en 1878. Escudo de finales del siglo XIX, realizado por Jean-Alexandre Chertier con plata dorada, granates, amatistas, cuarzo, aguamarinas y cristalería.
Imagen secundaria 1 - Detalle escultórico del claustro. Espada de oro, perlas y piedras precisas, datada en 1878. Escudo de finales del siglo XIX, realizado por Jean-Alexandre Chertier con plata dorada, granates, amatistas, cuarzo, aguamarinas y cristalería.
Imagen secundaria 2 - Detalle escultórico del claustro. Espada de oro, perlas y piedras precisas, datada en 1878. Escudo de finales del siglo XIX, realizado por Jean-Alexandre Chertier con plata dorada, granates, amatistas, cuarzo, aguamarinas y cristalería.

También se pueden admirar las maravillosas joyas de Saint- Michel: una corona, una espada encendida, un escudo y collares. La mayoría de estas joyas fueron fabricadas en el siglo XIX por la prestigiosa casa de joyería Mellerio.

Junto a ellas, se exhibe una estatua realizada en plata sobre madera de San Miguel, gemela de la dorada de la flecha del Monte Saint-Michel. Procedente de la catedral gótica de Coutances, tuvo que ser transportada en helicóptero hasta la abadía.

Damian Meyer

Monjas, monjes y más de tres millones de visitantes al año

En la abadía viven actualmente once religiosos, cuatro monjes y siete monjas, de la Fraternidad Monástica de Jerusalén, presente en el Monte Saint-Michel desde 2001.

También, desde hace 1.000 años, el Monte acoge entre sus muros a los peregrinos, que visitan este islote para pedir a San Miguel, el arcángel del Juicio Final, la seguridad de la eternidad. Muchos peregrinos, llegan a pie por los llamados 'caminos del Paraíso'.

No son los únicos 'habitantes' de este peculiar enclave. Incluido desde 1979 en la lista del patrimonio mundial de la Unesco, el Monte Saint-Michel es un imán para los turistas. El islote atrae a unos tres millones de visitantes al año. Pero en 2023 con las celebraciones del milenario de la iglesia de la abadía se espera que se batan todos los récords.

El pasado 19 de mayo acogió en sus estrechas calles a 33.000 turistas en un solo día, coincidiendo con el puente de la Ascensión. Se espera una gran afluencia de visitantes el 23 de junio, día en el que Monte Saint-Michel celebra el solsticio del milenario con un espectáculo de luces. En Francia, estos días muchos se preguntan si no se debería limitar el número de visitantes con el fin de evitar la masificación turística y hacer la visita más agradable para todos.

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