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Lo reivindicaba el escritor Ramon Saizarbitoria a comienzos de semana, al recoger el Premio Pluma de Oro-Urrezko Luma Saria en la Feria del Libro de Bilbao: está bien haber echado de menos a los taberneros, los momentos de socialización en los bares, pero ... deberíamos valorar más el trabajo de otros profesionales que durante lo peor de la pandemia -en realidad, siempre, aunque haya quien se ha dado cuenta en el último año y medio- han estado compartiendo, vendiendo, recomendando y encontrando lecturas que a más de uno le han servido como refugio ante la crisis.
Parece que el lectorado bilbaíno ya estaba rumiando esta idea y que se ha sumado al apoyo casi sin necesidad de que lo convoquen, o al menos eso es lo que se desprende del balance que hacen quienes han montado stand estos días en el Arenal. Contentos, satisfechos, animados con la respuesta del público están libreros y libreras. Porque esta 51 edición de la feria, que termina hoy, está siendo muy buena, «mucho mejor que otros años». Y porque la anterior, que tuvo que celebrarse fuera de fecha (en octubre), también lo fue. Por el medio ha habido un Día del Libro en el que, de nuevo, salió la gente a la calle a hacerse con unos cuantos títulos para seguir capeando el temporal.
fernando fernández
El primer fin de semana fue muy bueno en asistencia y en ventas, explica el coordinador de la feria, Asier Muniategi. La misma pinta tenía este, ayer a primera hora de la tarde. A lo largo de la semana en las presentaciones, tanto en la carpa del Arenal como en la Biblioteca de Bidebarrieta, ha habido lleno («con limitaciones de aforo, sí, pero lleno en cualquiera de los actos, que han sido de lo más variopinto»). «El buen tiempo ha acompañado muchísimo y había ganas», continúa. Fernando Fernández, de Etxean, dice que entre los 'feriantes' se suele comentar que si el primer fin de semana funciona, «la Feria funciona y así ha sido». «Seguimos viendo el gran apoyo de los lectores a las librerías de proximidad, ese cariño al librero que ya sentimos durante los tres peores meses de 2020. Y están la necesidad de tocar el libro, de escuchar la recomendación de los profesionales y de encontrarse con los escritores. El que viene a firmar, vende más», resume.
Entre los títulos en euskera de esta edición, los más vendidos son 'Jende likidoa', de Nerea Arrien; 'Minan', de Amets Arzallus e Ibrahima Balde -una crónica del difícil camino de la inmigración-; 'Malthusen ezinegona', de Asel Luzarraga; y las novelas negras de Jon Arretxe, que hace poco vendía los derechos a una productora para que las aventuras de Touré en la Pequeña África bilbaína sean convertidas en serie. También 'Jenisjoplin', de Uxue Alberdi, ha seguido atrayendo a los lectores cuatro años después de su publicación.
En cuanto al castellano, en el stand de Consonni -productora y editora «de cultura crítica» que ha traducido este libro de Alberdi y el de Alaine Agirre 'X ha muerto'- celebraban su primera vez en la feria con una buena acogida del público. No es mala noticia, ya que para las editoriales locales, explica Beñat Arginzoniz, de El Gallo de Oro, este encuentro directo con el público es muy importante. «Te evitas el distribuidor, que se lleva un 55% de la venta, y eso hace que la feria sea un pulmón para nosotros». Arginzoniz está contento; «en octubre y ahora ha subido la venta», dice señalando sus títulos de temas locales y selecciones de la obra de Miguel de Unamuno, además del cómic sobre su vida de Borja Crespo y Alex Orbe que los autores firmaban ayer por la mañana a los interesados. «Ya llevamos siete u ocho. Eso en la Feria de Madrid es nuestra media», se reía Crespo.
Los más vendidos, y esto ocurre con y sin feria, son Dolores Redondo (con la publicación en castellano y en euskera de 'Los privilegios del ángel'), el ensayo 'El infinito en un junco' de Irene Vallejo, el último 'thriller' de Mikel Santiago, 'En plena noche', y 'La anomalía', de Hervé Le Tellier, ganador del Goncourt 2020.
Las premiadas en esta edición de la feria bilbaína Najat El Hachmi y María Dueñas -con 'El lunes nos querrán' y 'Sira', respectivamente- también han despertado un gran interés. Y Javier Díez Carmona, autor de 'Justicia', una novela negrísima ambientada en Bilbao y alrededores, se mostraba ayer sorprendido por la buena acogida, comprobaba in situ mientras firmaba ejemplares.
No solo del hierro ha vivido Bilbao y 'Comerciantes e industriales', del catedrático de Historia Manu Montero, recuerda la importancia del comercio para la ciudad a finales del XIX y comienzos del XX. «Era comercial desde el siglo XVI, o antes, pero en estos años crece rápidamente la población urbana y el puerto tiene que adaptarse a esas necesidades de avituallamiento». En vez de en minas, hay que pensar en fábricas harineras y en proyectos de crecimiento de los muelles del Arenal a Zorroza para recibir arroz, trigo, medicinas... «Quería contar esa transformación fundamental». No es el único libro que ha llevado a la feria; ahí está 'Los montes de Triano', del que fuera trabajador de EL CORREO Juan Cordón, fallecido poco después de entregarle su tesis. «La he adaptado para publicarla ahora. Es un buen libro sobre nuestra Historia». Se presentará en el Ayuntamiento de Trapaga el próximo jueves.
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