La estrecha relación de Getxophoto con su entorno es el principal activo del festival, según Jon Uriarte, recientemente nombrado comisario de sus próximas dos ediciones. «Ha conseguido traer temas a discusión con la gente de la calle mediante novedosas maneras de exponerlos. Los festivales, a ... diferencia de los museos, deben tratar temas que sucedan en el momento y no tanto llevar a cabo una mirada retrospectiva», alega. «También me parece importante que nos haga pensar sobre la imagen, tan presente en nuestro día a día, aunque no le prestamos atención».
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El autor y gestor hondarribitarra, reside en Londres donde dirige la sección digital de The Photographers' Gallery, primer espacio del Reino Unido dedicado a la disciplina, y ha exhibido su obra en PhotoEspaña, el Círculo de Bellas Artes de Madrid y Studio 304 de Nueva York, entre otros espacios.
- ¿Qué capacidad de crecimiento posee Getxophoto?
- Más que crecer, creo que debe expandirse socialmente tejiendo conexiones con instituciones y organizaciones de base que trabajen con la fotografía. Mantenerse ya resulta complicado porque, como depende de fondos públicos, está a merced de los vaivenes políticos. En cualquier caso, esa resistencia ya es un valor en sí mismo porque no hay tantos festivales que duren y se empieza a conocer fuera.
- La calle será el ámbito de la primera convocatoria bajo su dirección artística. ¿Cómo la interpretará?
- Trataremos los espacios públicos, físicos y digitales, como esos lugares donde se producen las conversaciones, celebraciones, luchas raciales o de género, las manifestaciones y protestas. Pero mientras los céntricos están más homogeneizados, las periferias mantienen las identidades particulares, y lo mismo sucede en internet. Además, los temas no se pueden analizar sin hablar de contextos, por ejemplo, no cabe afrontar la crisis climática sin hablar de las repercusiones económicas o de la lucha feminista despojándola de la perspectiva de clase. La calle es un nodo donde todo se cruza y Getxophoto sucede en la calle.
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Futuro de Getxophoto
- Compagina la creación, el comisariado y el magisterio de la fotografía.
- Es algo muy normal en mi generación. La mayoría de los que trabajan en este entorno compatibilizan esas funciones. Se trata de una mezcla de necesidades económicas y posibilidades. Estoy muy acostumbrado a emprender proyectos, acabarlos y pasar a otros. Ahora estoy más centrado en el comisariado, pero no descarto volver ni compaginar y, dentro de poco, publicaré un libro más teórico en torno a la imagen.
- Los límites de la imagen es una de sus preocupaciones fundamentales como autor.
- No sólo en el aspecto formal, también en cuanto al impacto que tiene hoy día en nuestra sociedad. Empecé cuestionando su capacidad para representar la identidad y de ahí incluso he llegado a cuestionar su condición de herramienta con capacidad de representación. Mi campo de investigación gira en torno a cómo y cuánto ha cambiado la fotografía en concreto y la imagen en general desde la aparición de la tecnología digital, internet y los teléfonos móviles, en un contexto de crisis.
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- ¿Hacia dónde evoluciona?
- Hacia una imagen que ya no es representacional. Las que se hacen con móviles no se basan tanto en lo que tienen delante sino en procesos que convierten una fotografía pequeña y de mala resolución en una imagen que nos gusta, pero que ya no tiene nada que ver con la lógica de la representación. Además, la imagen se ha convertido en bien básico del capitalismo, generador de beneficios que el usuario no percibe, y en una herramienta de control y vigilancia. La producción y consumo se ha liberalizado, que no democratizado. Es un momento muy interesante y complejo porque aparecen formas sintéticas de hacer imágenes. Un ordenador las produce y tienen apariencia fotográfica.
La imagen en la era de internet
- Su trabajo también ha girado en torno a la identidad, con cierto componente sociológico.
- Siempre me ha interesado la gente y la implicación que tiene la imagen a la hora de generar identidad. Sólo podemos presentarnos a los demás a través de la ropa y el pelo, así llevamos a cabo una construcción física, y a través de imágenes que hacemos para acotar quienes somos.
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- ¿Cómo podemos discriminar dentro de esa avalancha de imágenes? Porque no estamos educados para cuestionarla.
- La educación y los medios de comunicación deberían ser los dos pilares para entender todo eso, pero hoy se dice que es todo muy complejo y sólo te enseñan la superficie alegando que no lo vas a entender. Por otra parte, se tacha a los practicantes de de meros egocéntricos consumistas y se criminaliza el uso en vez de analizar los pros y contras. El mayor tráfico en la red es el de imágenes y hay que explicar cómo funcionan y proporcionar recursos para entenderlas. Hay muchas cosas que deberían ser abordadas de otra manera. Por ejemplo, en vez de decir cuánta gente muere al año haciendo selfies, hablemos del autorrepresentación en las redes sociales, creo que avanzaríamos. El debate en torno a la imagen es muy superficial, con puntos de vista anacrónicos. Se presenta todo como si no hubiera otra posibilidad de producción, circulación y consumo.
- ¿Qué podemos hacer al respecto?
- Salir de sistemas de comunicación tan homogeneizados y condicionados por cuestiones morales y éticas. Por ejemplo, la tontería de no mostrar los pezones femeninos en instagram, que responde a lógicas del conservadurismo estadounidense. Tendríamos que proponer nuevas redes que no estén tan centralizadas, que no se hallen tan condicionadas por el dinero y la política.
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