«La masa exaltada lleva aquí la voz cantante»

- Lleva dos años ilusionado con 'Jérusalem'.

- Claro, claro. Hay que prepararse bien y siempre tenemos muchos proyectos entre manos. Esta es la primera vez que se presenta esta ópera en España y, evidentemente, es todo un reto. Y no menos importante: ¡¡voy a debutar en Bilbao!!

- Hay mucha expectación entre los aficionados y expertos. Menos mal que usted lleva bien el estrés y los nervios.

- Lo intento, lo intento.

- A la hora de lidiar con los imprevistos, ¿ayuda haber sido policía?

- Todo suma. Tengo 49 años y he tocado muchos palos. Fui policía durante una década en la localidad tinerfeña de Adeje, pero también me he ganado la vida como acomodador de cine y comercial de Carrefour. No obstante, ojo, siempre con la música en la cabeza. Me hice policía porque me resultaba compaginar el trabajo con los ensayos, las clases de canto...

- ¿Qué versiones discográficas conoce de 'Jérusalem'?

- Una grabación magnífica en vivo de 1975 con Carreras y otra más reciente con Marcello Giordani. Me encanta escuchar a los colegas. Yo aprendo de todos.

- Es una ópera que se ambienta en la Primera Cruzada (1096-1099). ¿Algún paralelismo con la actualidad?

- Lo hay, salvando las distancias. Piense que la exaltación de las masas es una constante en la obra. Señalan, juzgan, condenan... Se dejan guiar y también enardecer. Actúan y condicionan la acción. En esta ópera el papel más importante le corresponde al coro. El pueblo, los peregrinos, los cruzados..., todos ellos son los que realmente convulsionan la escena. Llevan la voz cantante.

- ¿Y usted se deja llevar?

- Mi personaje, Gaston, es un hombre muy limpio, muy noble. Se enamora de una mujer que pertenece a una familia rival, parece que la enemistad está superada pero... es acusado falsamente de asesinato. Se le humilla públicamente.

- ¿Qué tal suena el Coro de la ABAO?

- ¡Espléndidamente! A veces en los ensayos me quedo escuchando. Una maravilla.

- A propósito de linchamientos sociales, ¿qué opina del 'caso Domingo'?

- Es un tema complejo. Y muy, muy delicado.

- Usted le ha ofrecido su apoyo y, además, cantó en la última ópera dirigida por él en Estados Unidos.

- Así es, en el Metropolitan de Nueva York a principios de este año. Se trataba de una producción de 'Aida', que Plácido estrenó hace 30 años. ¡Un honor haber participado!

- ¿Algún otro trabajo conjunto a la vista?

- Sí, en diciembre se celebrará el 50 aniversario de su debut en La Scala. Estaremos la soprano Saioa Hernández, una colega fantástica, el bajo Ferruccio Furlanetto y yo. ¿Qué más puedo decir? Que Plácido me parece una persona fabulosa. Apoya a los jóvenes, tiene un amor inmenso por la profesión y es un embajador de la zarzuela y la cultura española.

- ¿Y las acusaciones?

- Con todo el respeto por las personas presuntamente afectadas, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Si hay un delito, hay que acudir a los tribunales y presentar pruebas. Y, por lo demás, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. ¿Qué locuras no habrá hecho cualquiera? ¿Quién no cae en un momento de ansiedad y depresión? Y más en nuestra profesión.

- ¿Por la soledad?

- Sí. Pagamos un precio muy alto. Te alejas de tu entorno y de los tuyos... Puedes llegar a sufrir una desorientación personal muy fuerte. Y eso que ahora tenemos medios (móvil, Skype...) para solventar el problema. No obstante....

- Estar lejos de casa durante meses no ayuda.

- No. Después de una representación ante miles de personas, con las ovaciones retumbando en la cabeza y la adrenalina a tope, es muy duro encerrarse en la habitación de un hotel. Si todo ha ido bien, no se puede dormir. Y si las cosas han ido mal, todavía peor. Es todo tan complejo y circunstancial... La desorientación personal, la soledad... no ayudan para evitar las tentaciones de la vida. Los seres humanos somos frágiles.

- Usted se ha especializado en papeles heroicos y dramáticos.

- Sí, es lo que pide mi instrumento. En mis inicios llegué a cantar roles como Edgardo en 'Lucia di Lammermoor' pero, entre una cosa y otra, no tardé en seguir otra línea. No me arrepiento.

- Además de la potencia vocal, ¿cuida la expresividad?

- ¡Por supuesto! hay que saber colorear la voz. Tienes que aderezarla, igual que la carne, ja, ja. Hay que ponerle sazón. ¡Ahí está el arte!

- Dicen que la mejor edad de los tenores empieza a los 40 años y termina a los 50. ¿Comparte esa opinión?

- Yo siempre me he sentido en un momento especial. Soy hijo de albañil y hace mucho que superé todas mis expectativas.

- ¿Eso le hace conformista?

- Noooo. Mantengo la ilusión del principio. El éxito es de los valientes. Al menos, hay que intentarlo.